Motivado por una entrada aparecida en el blog "Jacintario" de la escritora Jacinta Escudos, que se llama 30 libros, me interecé por este curioso reto que surgió en el blog del mismo nombre "30 Libros", cuyo reto consiste en recomendar un libro cada día, durante treinta días, siguiendo el esquema propuesto. Vamos a intentarlo...
1. Uno que leyó de una Sentada - Pedro Páramo de Juan Rulfo
No ha sido la única vez que he leído un libro de una sentada, pero confiezo que lo que me ocurrió con Pedro Páramo fue completamente inesperado. Lo comencé sin esa intención de acabarlo de un tirón, pero nada más empezando su lectura presentí que no podría abandonarlo y así fue, había comenzado a leerlo por la mañana y salvo algunas interrupciones domésticas ya en la tarde había terminado una de las novelas más maravillosas que he leído. De alguna manera, Juan Rulfo con esta novela cierra un ciclo y un género en la narrativa mexicana, abordar tópicos y matices sobre el latifundio, la muerte, la revolución mexicana después de esta novela es un riesgo, si no eres un genio como Rulfo.
El primer libro que leí de una sentada fue Aura de Carlos Fuentes. Me encantó en su momento y siempre he querido releerlo ahora de adulto. Quizás el segundo fue "Cocorí" de Joaquín Gutiérrez, me emocionó bastante y me conmovió el tema de la despedida, que para nosotros era tema común cada vez que nos despojábamos de la familia para venir a San José. "La isla de los hombres solos" me la leí en dos sentadas, en la primera pasé leyendo toda la noche con una candela y cuando mi mamá me descubrió en la madrugada, según ella yo me había levantado temprano. Me mandó a la pulpería por el pan y, al regreso, seguí. Al rato me quedé dormido. Esa misma noche lo terminé.
ResponderEliminarEl primer libro que leí de una sentada fue Aura de Carlos Fuentes. Me encantó en su momento y siempre he querido releerlo ahora de adulto. Quizás el segundo fue "Cocorí" de Joaquín Gutiérrez, me emocionó bastante y me conmovió el tema de la despedida, que para nosotros era tema común cada vez que nos despojábamos de la familia para venir a San José. "La isla de los hombres solos" me la leí en dos sentadas, en la primera pasé leyendo toda la noche con una candela y cuando mi mamá me descubrió en la madrugada, según ella yo me había levantado temprano. Me mandó a la pulpería por el pan y, al regreso, seguí. Al rato me quedé dormido. Esa misma noche lo terminé.
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