Publicada en el 2010 por Ediciones Germinal. La segunda
novela de Guillermo Barquero, es a mi modo de ver, la consagración de un estilo
y una identidad narrativa. Con una frondosa obra narrativa publicada en menos
de 10 años, Guillermo Barquero es el más maduro y acabado narrador de su
generación.
Como una especie de modelo para armar, Esqueleto de Oruga va
transcurriendo sin prisa, ofreciendo claves y referencias como herramientas
perdidas u objetos olvidados deliberadamente, que como catalizadores, promueven
una lectura asertiva y creadora, realmente no importa lo que sabemos sobre su
protagonista Calero o aquello que creemos saber, tampoco importa lo que le ocurre,
realmente sentimos que su autor nos invita a que seamos parte del proceso de
invención y podamos inventarnos algo que llene el vacío.
Rocío y Calero, será el reverso de las grandes parejas
latinoamericanas (Juan Pablo Castell y María Iribarne; Martín Santomé y Laura
Avellaneda, Horacio Oliveira y la Maga) se dilata hacia la extrañeza como
recurso narrativo, es decir, todo en Calero resulta extrañeza, desapego, la más
fría y brutal racionalidad mecanicista, este personaje imposible, monstruoso precisamente
por ser el más puro portador de los valores más apreciados de la modernidad,
genera extrañeza, ni el manual de tapas rojas, ni el cuerpo de Rocío pueden
generar la menor inspiración y sentido, cursan como objetos espaciales y
oscuros que divagan por un universo sin propósito, incluso, la supuesta
promiscuidad de Rocío nos arrasa por un sendero exasperante, nos hace
preguntarnos ¿y tiene que ser realmente así, no es posible un instante de afectividad?.
Y esto en el lector tiene que generar angustia, debería
apelar por el contenido que llena de finalidad sus propios actos, sus pequeñas
hazañas cotidianas y sus anhelos colectivos, es decir, desayunar, pensar en
comprar una casa, terminar la maestría… pero si realmente carecen de sentido,
si todo se derrumba y se acaba y continúa entre la animalidad y el devenir…
entonces Calero somos todos, pero sin los pretextos y los convencionalismos
morales, ya lo dijimos, perfectamente racional, objetivo como un animal que
examinamos en un vaso con formol, eso hemos sido.
Germán Hernández
Muy puntual, Germán. Calero es el personaje neo-kafkiano que tan bien has descrito. Guillermo sabe que su antihéroe es parte de todos nosotros.
ResponderEliminarHíjole, no sé cómo escribís reseñas tan puntuales, tomo nota para agarrar toques. Solo una corrección: esta novela no fue la que ganó el Áncora. Y poco importa: se le quiere de verdad :)
ResponderEliminarGracias por la atenta lectura.
Alex Y Guillermo: Pues bien, ojalá y tanta "puntualidad" de parte mía desate un poquito de entusiasmo y curiosidad hacia los lectores... esa es a fin de cuentas la intención...
ResponderEliminarGuillermo... gracias por hacerme la observación sobre el galardón. Mea culpa, falta de rigor, bombetismo genético de parte mía... obligado a rectificar.
Saludos!