Bosque en llamas (Detalle) Cynthia Bignon |
Fuego en la montaña
Guarumos a lo lejos
adentran en sus ramas las verdades y clavan por la senda espinas. En la
explanada un rancho de bambú, madriguera de dos: uno campesino, Fernando, y la
otra hogareña, Lucía.
Apenas el rumor del viento
irrumpe; sombras copiosas hay en la ventana, muy junto a los platanares, cerca,
muy cerca y pegadas a su casa.
—¡Tomá las botas, Fernando!
—No te preocupés, descansá,
“Chía”.
—¡Llevate el termo! ¡Tomá
el pan y echá las tortillas!...
Comienza la faena el
hombre, lleva el bocado de la huerta, botas hasta la rodilla, cuchillo en su
vaina y sombrero ala corta. Es su mujer lo único que tiene, su compañera y su
sonrisa.
Ya toma rumbo, se va
ocultando entre la senda, lo sigue su mujer con la mirada, observa cómo se va
ocultando, su marcha parece camino de hormigas; ya lo pierde de vista, el día
parece fogón y, lo único que está por enfriarse es el termo sobre la mesa y
corre Lucía hacia el cuarto, apresura el paso, pues ya hace “frío”...
Se cuela el suspiro secreto
del monte que pisa asustadizo y merodeante, mete su cuerpo en la cama y cierra
Lucía la ventana.
En la huerta, sacude
Fernando el sudor, lo seca con su camisa, son las diez y el sol es capaz de
encender el hambre, toma su bolsa, saca el pan, las tortillas, pero no está su
termo, colérico torna por el trillo, encendido sujeta el cuchillo y profiere
improperios. El viento aúlla entre las paredes, parece avisar y nadie lo
escucha, adentra su cuerpo en la casa, parecen gemidos los vientos, son los
ecos… son los ecos…
—¡Chía! ¡Chía!, ¿dónde está
el term…? ¡Lucía!
—Yo, este… el termo está
en… ¡Corre!
Hay un sol ardiente y sus
ojos perplejos ven visiones, la fuerza sostiene su llanto, mientras un demonio
le aprieta el sable… quema la chispa por sus venas y cargadas de pólvora ya
están las paredes. El sol refleja a dos cuerpos, uno moreno, ¡ay!... uno moreno
que no es Chía.
Han volado las aves, gritos
de mono parecen escapar de entre los árboles, huyen los animales espantados; el
sol hace lo suyo y la montaña lo ayuda, huele a quemado y es su rancho.
Son las doce, y ya sale
Fernando de su casa, carga sacos de siembra, cava profundo y riega, la llave de
paso la tienen sus ojos, hunde la pala con ira…
Siembra, Fernando, siembra;
y son dos cuerpos “las semillas”.
Hay fuego en la montaña…
Calú Cruz. Óscar Leonardo
Cruz Alvarado. Nació el 27 de junio de 1987, en
Alajuela. En 1999 se graduó de primaria; donde inician sus primeras incursiones
a la escritura por dos cuentos “extraviados” de corte infantil, con apenas 11
años. Para el 2005, obtiene su título como bachiller en secundaria. Ingresa a
la corta edad de 17 años a la Universidad.
En la actualidad se desempeña como docente.
La obra “Cuentos de mamá muerte” es su primer
libro publicado, dicha obra es una recopilación de cuentos trágicos, en donde
la muerte aparece como protagonista (muerte psicológica, física y existencial).
Se caracteriza por recrear situaciones que son incomprensibles y “perversas”;
algunos cuentos se adentran en la superstición para dar mayor significación al
lector.
Cada uno evidencia el desenvolvimiento del ser humano cuando
se enfrenta a sí mismo en su psiquis. Algunos parecerán oscuros y otros
fantásticos; pero la temática general se engloba en el ser humano; ya sea en
entornos rurales o urbanos; ironizando sus situaciones marginales o desplomándose hacia la muerte.
Descargue la Versión en PDF de este texto: Calú Cruz - Fuego en la Montaña
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