La aurora y el llanto
de las codornices
Esta oscuro, todavía… ¡Dios, qué noche tan larga! Aún
oigo el fuego. Pero no se oye como llamaradas. Se oye como… un fuego… de hojas,
sí, como cuando se queman hojas, con pequeños estallidos aquí y allá. Como
cuando el fuego va muriendo… muriendo… Sí, tío Raúl debe estar muerto. El fuego
debe haberlo matado… o el humo, dicen que el humo mata antes que el fuego. Que
lo ahoga a uno. ¡Qué feo debe ser morir ahogado! Pero tal vez murió antes por
la herida. Sí, un corte en la femoral lo mata a uno en
minutos. Imagino que la gente no sabe que un corte ahí los mataría. Es bueno
aprender anatomía… ¡mi tarea!... no, me duele mucho todo para levantarme… aun
es de noche, si llego a la casa me caería en la cama y me despierto hasta el
mediodía… ni siquiera llegaría a clase… perder el curso de anatomía por esto…
¿y si le cuento a la profe? Tal vez me deje llevar la tarea luego… y contarle a
papá… ¡Dios! Contarle a papá que maté al tío Raúl… ¿Se enojará? Le puedo decir
que no fue culpa mía… pero sí lo fue, ¡qué idiota que soy!, pero una con rabia
no piensa, eso le puedo decir, que no pensaba, que quería solo cortar esa
cochinada y se me fue el cuchillo por accidente… el cuchillo, ¡sí!... ese
cuchillo es la prueba, mi prueba, el tío Raúl me iba a matar, es lógico, luego
de hacerme lo que me hizo y golpearme así, alguien me hubiera preguntado… ¿y si
solo me amenazaba para que no dijera nada de lo que me hizo?... lo que me hizo…
no, mejor no acordarme de ese olor animal, su baba, su rostro… maldito tío, y… ¡yo
que lo quería tanto! Yo que lo prefería de niña porque era el gracioso que nos
traía juguetes, nosotras sus sobrinas favoritas… no, ¡no!... mi hermanita… no
te preocupes Ani, él no te va a hacer nada, ya no está, lo maté, a ese maldito…
¿Sabes, Ani? Me siento muerta, esa estúpida de Carolina dice que las mujeres se
dejan… no pude Ani, no pude…no pude… es que, es que… lo golpeé, ¡lo hice! Lo
golpeé y nada, tenía mucha fuerza, me golpeó en las costillas, las piernas, los
brazos, me duele el pecho cuando respiro… y el cuchillo… sí, tío Raúl me metió el
cuchillo en la panza… pero no sé si antes, o después… ¡sí!... la herida de mi
estómago… prueba que tío quería matarme… ¿Qué le diría mi tío a papá cuando
preguntara por mi? Seguro que me escapé con Carlos… Carlos… ¡no viniste! Cabrón
inútil, no viniste… no viniste… tengo veinte años y aún creo que mi héroe
vendrá y abrirá la puerta de golpe en el último instante… pero no viniste…no…
la puerta… ¿quién era en la puerta?... ¡ya recuerdo, las codornices!... por eso
mi tío no me mató, había alguien en la puerta, un ruido, picoteos… eran las
codornices dijo… pero las codornices no salen de noche… Carlos, la codorniz es
más valiente que tú, a ti que te encantan los huevos de codorniz… te comes lo
hijos de la codorniz… los humanos comemos lo hijos de otros, somos bestias, no,
monstruos repugnantes… mi tío el monstruo que se come a los hijos de su
hermano… y los mata… matar a una persona, ¡tan fácil en la tele!, tan fácil…
tener una persona al frente y ¿matarla? No, no podría… ¡pero maté al tío
Raúl!... pero fue un accidente, ¿verdad?, codornices, ustedes lo vieron, no
quería matarlo, solo quería castigarlo por lo que hizo, cortarle su cochinada, que
ya no fuera hombre, que ya no pudiera hacer lo mismo con otras… ¡sí!, no podrán
culparme, lo hice en defensa de otras ¿verdad? Soy inocente, sí… pero, no… lo
golpeé muy fuerte en la cabeza, cuando fue a ver la puerta… la puerta… estaba
abierta… me pude haber escapado, tío Rául estaba inconsciente… pero no lo hice,
busqué el cuchillo y un palo encendido, de la chimenea, para cortar y
cauterizar… cortar y cauterizar… pero estaba débil, golpeada, y ¡furiosa!
¡Maldito tío Raúl!... y clavé el cuchillo, con toda mi furia, mi cólera, mi
odio, ¡Maldito tío Raúl!… pero le di a la pierna… ¡Dios, qué montón de
sangre!... quedé empapada, me asusté, me asusté, y salía y salía más… y tiré el
palo encendido… el fuego… ¡el fuego también fue culpa mía!... quemé la cabaña
de papá, papá… debiste estar ahí… dijiste que estarías… no, fue tío Raúl el que
dijo que estarías… soy una idiota, creer en esa mentira… pero ¿por qué no
creerle?... era mi tío favorito, no pueden culparme de eso… pero lo maté… su
esposa me culpará, sí, dirá que fui yo quien lo sedujo, ¡que asco!… si mi tío
tuviera hijos también me culparían, que maté a su papá… ¡hijos! ¡Dios! ¿Y si
quedo embarazada?... ¡no, no, NO!, cómo le digo a su hijo que maté a su papá,
cómo, cómo lo miro, cómo le cuento… su papá, pero yo seré… ¡su mamá!... ¡No!...
no… no estoy lista para ser madre… mami no lo estaba y aún así… ¡Oh, mami, me
haces falta, me haces tanta falta… ¿Dónde estás? ¿No hay un cielo? ¿Me ves
desde allá?... mami, debes estar sufriendo… mami… verme aquí tirada boca abajo
en el zacate, llena de sangre, pero no te preocupes, mami, no es mía, no es
mía, mami… es de tío Raúl… que maté, mami, lo maté sin querer, porque me hizo
cosas horribles mami… ¿Lo viste? Pero me salvaron las codornices, que no salen
de noche… es de noche y aun no llego a casa… papi y Ani deben estar
preocupados… debo levantarme, pero no puedo… no me quiero mover… aún no se seca
la sangre del tío… la sangre… ¿Será mía? No sé. Siento el zacate mojado, pero
no puedo ver, esta muy oscuro, ya no alumbra tanto el fuego… pero amanece… la
bella aurora… si, amiga codorniz, la aurora es la de los nuevos días, mañana,
hoy, se resolverá todo… pronto vendrá papá y me llevará a dormir en mi camita…
y despertaré a desayunar y todo será un sueño horrible… ¿Hace rato estás
conmigo? No me había dado cuenta… tampoco sabía que las codornices hablaran…
ustedes se ven tan bellas en la luz y la mañana tan bella y fresca… oh, sí, veo
el charco… ¿Es mi sangre dices?... oh… debo estar mal entonces, débil, por eso
no me levanto… tengo sueño codorniz, quiero dormir un poco mientras llega papá,
tal vez venga Carlos también… ¿Qué, qué cosa pura?... ¿Qué me preguntarán si
soy pura?... No sé, codorniz, no me
siento… No sé… qué dirá Carlos, papá… yo, la asesina, tirada en el zacate,
nadando en la sangre de mi tío… ¿Qué? ¿Qué no me culpe? Casi no te oigo,
codorniz… Entiendo, mi pureza está intacta… sí, ninguna bestia puede arrebatar
la pureza… yo soy la víctima, nada hice para merecer nada de eso… y sí, tío
hizo todo para merecer lo que le pasó… ¿Qué si lo perdono?... no sé… puede ser…
¿Qué? ¡NO TE OIGO! ¿Nos vamos? ¿Adonde?... te ves triste… y como con esperanza…
sonríes… es una sonrisa triste, codorniz, me calma mucho mirarte… esta aurora
es muy brillante, ¿sabes?... pronto vendrá papá y me llevará… me pondrá en mi
cuna, me arrullará y me contará un cuento con princesas mientras mami me
prepara leche caliente… tengo sueño... buenas noches, papi, mami… sí, codorniz,
ya voy, déjame cerrar los ojos un poco nada más… siento agua en la cabeza…
¿sangre?... no, lluvia… tampoco, ya siento, ya sé que es… son lágrimas…sí, lágrimas…
de codorniz….
Alfredo Pizarro
(San José, 1972) es abogado de profesión y cuentacuentos de vocación,
posiblemente porque ambos quehaceres tienen más en común de lo que uno se
imagina. A pesar de su aburridísima carrera, ha encontrado espacio para producir, bastante infrecuentemente,
uno que otro relato. Aunque ha vivido en lugares tan exóticos como Colorado
Springs y Barcelona, nunca es tan feliz como cuando se toma un vino con amigos
en su biblioteca en Heredia.
Su cuento "Un
Profeta" fue publicado en la antología de Editorial Club de Libros "Fin del
Mundo" (2012).
Descargue la Versión en PDF de este texto: Guillermo Ávila Colina - La aurora y el llanto de las codornices
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