“Es fácil
abusar del estilo realista: por prisa, por falta de conciencia, por incapacidad
para franquear el abismo que se abre entre lo que a un escritor le gustaría
poder decir y lo que en verdad sabe decir. Es fácil falsificarlo; la brutalidad
no es fuerza, la ligereza no es ingenio, y esa manera de escribir nerviosa,
al-borde-de-la-silla, puede resultar tan aburrida como la manera vulgar; los
enredos con las rubias promiscuas pueden ser muy fatigosos cuando los describe
un joven gotoso que no tiene en la cabeza otro objetivo que describir un enredo
con rubias promiscuas.”
Raymond Chandler
Esta segunda novela de Warren Ulloa impresa en el
2015 por Uruk, y escrita como un thriller policiaco y político, calza muy bien
con el estilo lineal y plano de Ulloa, por lo que resulta eficaz y entretenida
al narrar homicidios, balaceras, terrorismo, complots, confabulaciones, sexo,
idilios, en fin, una obra que por su tratamiento esquemático y superficial se
sazona más bien por el tratamiento morboso y efectista de la literatura
folletinesca y “pulp”, tanto que por momentos me sentí que estaba leyendo una
novelita de James Hadley Chase.
La trama, muy frágil, (que no molestará al lector
permisivo que busca entretenerse): Artur Sullivan, agregado cultural de la
Embajada de los Estados Unidos es encontrado muerto en un motel, hay una
sospechosa, quien es retratada por Mauro Pacheco dibujante suplente del OIJ,
una especie de “hijo de papá” que se obsesiona por el retrato hablado que hace
de esa mujer. Javier Brenes, el agente encargado de la investigación del
homicidio recluta al dibujante que se convertirá en una especie de “gigoló por
accidente” (nunca entendimos bien por qué). En la novela se abren varias
subtramas, las dos principales son la del dibujante quien en su irracional
manía por la mujer de su retrato, contacta a una periodista del diario “El
Reflector”: Jackeline Aguilar, que también investiga el caso y acuerdan intercambiar
información del caso lo que dará pie a una relación sentimental entre ambos; la
segunda es la relación entre Javier Brenes y Camila, una joven colombiana que
está envuelta en medio de una disputa sentimental entre dos tipos más.
El misterio se resuelve muy pronto, por lo que una
vez que conocemos quién es la asesina y sus motivos, la novela pierde nuestro
interés y al autor le toma más de cien páginas cerrar las subtramas que dejó
abiertas.
En algún momento el autor manifestó que esta obra
es como el Informe Estado de la Nación novelado, tal pretensión nos parece excesiva,
no creo que esta novela sea una radiografía de la realidad costarricense en
toda su complejidad, hay muchas cosas ausentes, muchos aspectos del enfoque de
desarrollo sostenible que no se vislumbran, muchas realidades y cotidianidades
que no se advierten, la novela es apenas un esbozo ficcional de los titulares
sangrientos de la prensa amarillista, reitero
eso sí: eficaz y entretenido, donde el autor se repite en sus tópicos y tipos,
por lo que más parece una versión extendida y recargada de su primera novela “Bajo
la lluvia Dios no existe”.
Germán Hernández
Muy buena reseña, te felicito
ResponderEliminarGracias por pasar...
EliminarMalísima. Leí Bajo la lluvia y me pareció apenas entretenida. Esta otra intenta ser más intensa pero resulta demasiado forzada. Ulloa, a pesar de los años, no evoluciona favorablemente, está estancado en su escasez de estilo y ni siquiera ha superado su incapacidad de manejo del lenguaje.
ResponderEliminarÍdem. Gracias por pasar.
EliminarMuy buena reseña. Creo que su labor es excelente. ¡Felicidades!
ResponderEliminarQué generoso eres. Yo apenas soy un lector que le gusta compartir sus opiniones. Gracias por pasar.
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