20/3/18

Elizabeth Jiménez – Los pasos rojos




Elizabet Jiménez debuta con su primera obra en narrativa “Los pasos rojos”. No es novela, si bien sus pasos avanzan por unos personajes que se cruzan, se juntan y se distancian, tampoco son cuentos. Se trata más bien de viñetas, o mejor, de una galería de retratos. Sus personajes son criaturas de la fatalidad, sobrevivientes.

Elizabeth Jiménez


Pese a que la autora acierta en los rasgos firmes de sus criaturas, en los hilos que los atan y los unen, no deja de ser un tanto plana y monótona la estructura en los breves relatos que constituyen la obra; especialmente por la insistente unívoca voz en primera persona, y la predecible referencia a los zapatos rojos.

Hay que esperar a ver más de esta joven narradora, ver lo que sus personajes son capaces de hacer y decir y no solamente lo que nos contarán sobre ellos, queremos verlos transgredir la seguridad de su autora, hay más capas bajo esos óleos, hay más, esperamos descubrirlas.

Germán Hernández.




13/3/18

Carlos Fonseca – Coronel Lágrimas




Sin duda, lo mejor de la novela es la perspectiva narrativa, una especie de observador voyeur, que acompaña a un anciano por el trayecto de su memoria y su deseo por fijar, como testigo de su siglo, la historia a la que siempre llegó tarde… o antes.

Desde un punto de vista plástico, el autor despliega su virtuosa habilidad mediante una prosa que describe postales, exactamente, como las que Maximiliano y el Coronel intercambian, todo en la novela es reconstrucción fotográfica.

Carlos Fonseca


Coincidimos entonces en que estamos ante la novela debut de un joven narrador poseedor de inagotables recursos retóricos, de un notorio bagaje erudito y, sin embargo, el resultado no convence.

El relato deviene en una monotonía casi somnífera, la construcción fragmentaria de la misma hace que las piezas del puzle sean todas iguales. En suma. No es más que exhibición virtuosa. Con tantos recursos a la mano, esperamos de Fonseca más vitalidad.

Germán Hernández



11/3/18

Anatomía comparada – Guillermo Barquero




Esta compilación de algunos relatos de los tres cuentarios anteriores de Guillermo Barquero, (“La Corona de espinas, Metales pesados y Muestrario de familias ejemplares) y otros tantos inéditos, fueron distinguidos con el premio Aquileo Echeverría 2017 en la rama de cuento. En hora buena, creo que se lo debían a la singular narrativa de Barquero, a su estilo denso y asfixiante, a esa marca de autor tan inequívoca.

Sirve esta edición también, para hacer una lectura “comparada”, de este recorrido narrativo, por el relato breve de este autor. Donde textos como “La cronología del alba”, “Imperio de escupefuegos”, “Ultima era glacial”, “Enterrar los dientes blancos” y “Espeleología”, todos ellos relatos de sus libros anteriores, sirven para constatar la vigorosa originalidad de su autor.
 
Guillermo Barquero
La última sección del libro, “Relatos inéditos” la cual abarca las novedades, deja eso sí, una extraña sensación de deja-vu, de cosa leída antes. Ciertamente, uno comienza a sentir una homogeneidad tal en la narrativa de Barquero, un insistir en las mismas situaciones y obsesiones de un único narrador y una única perspectiva. Sin querer menospreciar al autor, ya quisiéramos leerlo rompiendo y asimilando otras posibilidades narrativas, otros recursos retóricos y otras estructuras en la composición de sus tramas. Y no solamente lo que ya sabemos que le sale tan bien, pero que termina siendo lo mismo de siempre.

En hora buena el reconocimiento de la obra de Barquero por lo que ha sido, pero no por lo que ahora nos ofrece.

Germán Hernández.





6/3/18

Paul Benavides – Apuntes para un náufrago




No entiendo esa poesía viscosa, recargada de imágenes, casi siempre aleatorias, arbitrarias. Parece más bien un juego de prestidigitación de palabras, como si bastara encontrar alguna clave combinatoria que las haga sonar bonito, aunque no digan nada.

Y es que es necedad, obsesión y horror al vacío la manera en que muchos poetas, como en este caso Paúl Benavides en su poemario “Apuntes para un náufrago” arman su poesía, atiborrando cada espacio de abalorios, de ripiosos colores y rimbombantes lentejuelas, como si con toda aquella parafernalia pudieran darle sostén a los reiterados tópicos de siempre: el “yo poeta” al que le pasan todas las cosas”, el que pierde la inocencia, el escribe el primer verso, el que recuerda la casa de los abuelos, el que estuvo en la izquierda, el que amó a la guerrillera, el que se emborrachó en las cantinas, el que viajó… eso es casi como intentar embellecer un raquítico arbolito de navidad.

No tengo nada que aplaudirle, no es ni lo mejor ni lo peor de su generación, tan solo un poco más de lo mismo, una poesía que se mantiene en la media.

Paúl Benavides


Haga la prueba

Entre las linduras que encontramos en “Apuntes para un náufrago” podríamos mencionar la sobre adjetivación, pero en especial aquel recurso amateur de formar imágenes combinando palabras mediante la preposición “de”, o “del” no hay forma más sencilla de hacerlo, veamos estos ejemplos tomados al azar:

Selva cósmica de orugas de luna verde
Demonios del miedo
Daga de luz
El agrio despertar de la nada
El lento caminar de la tarde en el pozo del hambre
Dejarla caer en la tempestad de perros desbocados
Verdades de plomo

¡Son perfectamente intercambiables! Observe:

Selva cósmica de luna de orugas verdes
Daga de miedo
Demonios de luz
El agrio despertar de la tarde
El lento caminar de la nada
Dejarla caer en la tempestad de plomo
Verdades de perros desbocados

¡Intente su combinación!

Germán Hernández.