26/9/18

Seis tiros - Carlos Regueyra Bonilla




Carlos Regueyra Bonilla, querido y reconocido por su programa radial El placer del texto que desde el 2015 conduce y es un referente de la producción literaria costarricense; debuta con su obra Seis tiros, novela breve, de ficción criminal, que fue reconocida con el premio Joven Creación de la Editorial Costa Rica en la rama de novela en el 2016, e impresa por esta editorial en su colección Novela negra.

Por el tratamiento de la trama, la sentimos cercana al hardboiled; por su construcción con la novela experimental, un mozaico lleno de grietas que hay que transitar con sigilo para ir advirtiendo y armando si se quiere un collage desde la perspectiva de unos personajes, a veces casi voces, que transitan las páginas sin cruzarse casi.

Seis tiros, seis crímenes que se van narrando sucesivamente y que una impensable heroína, Seidy, intenta investigar, y que por su obstinación por redimirse, su intuición y el azar la llevan a toparse con el asesino, este, un ser difuso, “el indigente andrajoso de la mandarina”, “el poeta”, “ese que soy yo” sin que quede clara su motivación va acechando a sus víctimas, a lo largo del relato va y viene otro personaje, “ella”, sin nombre, sus encuentros sexuales con él.

La prosa de Regueyra es rigurosa, pretenciosa en la construcción de la atmósfera que rodea las situaciones que narra, divergente en la incidentalidad que rodea a sus personajes en pasajes casi fantasmales. A veces recargada de un lirismo pastoso, especialmente en los pasajes eróticos.

Carlos Regueyra Bonilla


Sincrónicamente sentimos que el desenlace se precipita, el autor recurre a una conveniente casualidad para hacer que la investigadora y el misterioso homicida concurran y la última acción de este.

El mejor de los pasajes de la novela lo encontramos en el capítulo dos, cuando “el poeta” empuja a su víctima hasta el fondo de un puente (ahí no hubo tiro, aunque después se diga que sí).

Como trama criminal, deja abiertos los antecedentes, las subtramas que se pudieron desarrollar alrededor de las víctimas, del asesino y sus móviles, queda debiendo, nos dejó con ganas de más. El autor parece preferir las penumbras y la opacidad.

Germán Hernández.



18/9/18

La raíz del odio I

"Que viene el coco" Goya



Tal vez la raíz del odio está en el miedo. El miedo a perder el status quo. Seguro por eso son comprensibles (aunque no justificables) las expresiones y reacciones de las personas cuando se sienten amenazadas. Tienen miedo, miedo a que sus ideas sean ridiculizadas, a que sus creencias profundas y visión del mundo se vean resquebrajadas y abolidas, también ven amenazadas sus posesiones, sus hijos, sus mujeres (por que vivimos en un patriarcado). Por poco que sea, la gente se agarra de lo que tiene.
Durante el proceso electoral del 2018, el precandidato a la presidencia por el partido Restauración Nacional Fabricio Alvarado ocupaba un porcentaje poco significativo en la intención de voto.[1]
En esos días, la opinión consultiva emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y otros aspectos relativos con los derechos de las personas de las comunidades LGBTI sirvió como catapulta a las aspiraciones del diputado (por cierto un diputado deslucido y sin protagonismo durante su gestión).
En el mes de enero de este año, el periódico La Nación consultó a los candidatos: “¿Respetarán el criterio de la Corte que abre la puerta al matrimonio igualitario?”. Fabricio Alvarado no fue amplio ni erudito, pero sí eficaz, dijo: “No. Es un criterio que no nos sorprende. Está claro, podría hablar de un ‘compadre hablado’ entre el Gobierno y la Corte. Es una intromisión a la soberanía del país que se rige por leyes y no por decretos particulares... Costa Rica no va a ser una alfombra de la Corte IDH, de la OEA ni de la ONU"[2].  Bastó que dijera palabras como “soberanía” e “intromisión”, para que ello operara una reacción que nadie vio venir, miles y miles de electores se volcaron a favor del candidato[3], había una amenaza exterior, y desde luego miedo, ¿a qué? pues no lo sabían, las cosas que están expuestas claramente no son temibles, se teme a lo desconocido, al “Coco”, es tal el horror ancestral que provoca, que sin haberlo visto nunca, le tememos y sin saber lo que es, nos meamos de pavor en la cama. Pero al menos para ese electorado medroso, ya había un defensor de la soberanía, de la familia y de los valores cristianos.[4]
El miedo opera de una manera curiosa, ¿qué daño puede causarme que dos personas que se aman formalicen su convivencia ante el Registro Civil?, ¿Qué daño puede causarme que una persona pueda registrar el nombre de su preferencia en el Registro Civil y de ser Mario pasar a María?, ¿Qué daño puede causarme que dos hombres o dos mujeres adopten a un niño o una niña y pongan lo mejor de sí para criarle y amarle? (Y cuidadito si no, pues para eso tenemos leyes e instituciones que imponen el cumplimiento de esas obligaciones para todos y todas los que tenemos la dicha, la alternativa y la opción de ser padres) La verdad es que muy poco cambiaría para los que según la ley podemos casarnos, y seguramente que poco, pero para bien, para las personas antes invisibles, antes marginadas, que podrán disfrutar de cosas tan cotidianas para el resto.
¿Qué pensaría Jesús de Nazareth de estos cambios, un tipo acostumbrado a predicar y convivir con publicanos (traidores), prostitutas (no necesariamente trabajadoras sexuales), leprosos (la enfermedad era la marca de su pecado), extranjeros (romanos invasores y samaritanos) y niños, viudas y pobres (la pobreza también era la marca del pecado)?, según yo, lo vería encantado, yo imagino a Jesús en las marchas del orgullo LGBTI, abrazando, consolando y dando amor, su predicación siempre fue para los que tenían hambre y sed de justicia.
A los que temen una lluvia de fuego, terremotos y huracanes venidos de la ira de Dios, les digo que no fue por estas cosas que Sodoma y Gomorra fue destruida, sino por su intolerancia, su odio y miedo. (Pero de esto voy a referirme en otro espacio).
Cuando muchas personas, todas de buena fe, vieron el avance del precandidato de Restauración Nacional ganar en primera ronda, y con una buena posibilidad de ganar las elecciones, también sintieron miedo, más que eso, pánico. Tampoco tenían muy claro el rostro del “Coco” por venir, pero sintieron amenazado todo lo que se había logrado. Sí, Costa Rica sí ha avanzado en reinvindicaciones para muchos colectivos sociales antes marginados, muy lentamente, muy parcialmente, pero sí se ha avanzado, es un proceso, y es muchísimo más lo que falta por hacer. Pero sin duda, muchos sectores, feminismos, comunidades LGBTI, ambientalistas, grupos étnicos, etc., en la medida que han logrado organizarse han cobrado relevancia y visibilidad y lo más importante, interlocución y peso en la toma de decisiones. Esto fue tan bien capitalizado electoralmente por el candidato Carlos Alvarado, que finalmente ganó las elecciones, no por su incipiente liderazgo, ni por sus escasas credenciales como funcionario público, ni por su maleable plan de gobierno, ganó gracias al miedo, y las desafortunadas consecuencias de este.
Cuando digo consecuencias, me refiero en primer lugar a la enorme fractura que como nación hemos permitido. Yo, me remonto al año 2008. ¿Recuerdan? Tuvimos nuestro primer referéndum, más que un acuerdo comercial con nuestros vecinos centroamericanos, República Dominicana y Estados Unidos, estábamos decidiendo un modelo de desarrollo. La sociedad costarricense se polarizó entre un Sí y un No categóricos al TLC. No hubo posibilidad de consensuar nada, menos un proyecto país, las reglas ante nuestra incapacidad de construir acuerdos era “todo o nada”. Y en medio de una campaña en que ambos bandos con y sin razón pronosticaban catastróficas y nefastas consecuencias, finalmente ganó el miedo o, mejor, ganó el que metió más miedo. Desde entonces, (posiblemente antes) nuestro país divaga inercial entre las corrientes hegemónicas de su entorno, como país somos una hibridación curiosa entre Libre mercado y Estado gestor, pero carente de un proyecto nacional.
Creo que no hay tema en la agenda país que no sea abordado hoy día desde posturas intransigentes, incapaces de transmitir y persuadir adecuadamente con su mensaje[5], preferimos poner músculo y gritar con intransigencia: “todo o nada”. Pero según yo, un proyecto nacional no es un trofeo que solo puede levantar el triunfador, y tampoco es una competencia que se gana en el último minuto como si fuera un partido de futbol.
Y el miedo continúa, nos arrastra, en medio de la oscuridad tememos el ataque final, el zarpazo del “Coco”. Ahora es el mal llamado “Plan Fiscal” un colorido caleidoscopio con más versiones que la Biblia. Pero es todo menos un plan, más bien un intento desesperado por gravar cuanto bien y servicio sea posible para reducir el déficit fiscal y generar confianza en los acreedores, inversores y calificadores externos. No toca para nada las generosas exenciones fiscales que privilegian económicamente y poco por fortalecer institucionalmente al ente recaudador (dicho fortalecimiento exige más acciones del Ejecutivo que leyes del Legislativo) El resultado ahora es una enorme disensión entre sectores, todos, eso sí, con igual derecho a incidir (para eso es la democracia, ¿o no?) y ninguno con la capacidad de imponerse sobre todos (lo que sería una tiranía) por lo que seguramente, al final saldrá aprobado en alguna de todas sus versiones
No se crea que este “plan fiscal” reducirá el déficit fiscal, el gasto público y mucho menos el endeudamiento, tampoco va reactivar la economía como místicamente espera el presidente del Banco Central de Costa Rica[6]; al cabo de muy poco tiempo, las capas medias más empobrecidas (pues sus ingresos no aumentarán) y más enojadas reaccionarán mucho más violentamente que en la reciente huelga, y este gobierno ya no tendrá ningún as bajo la manga y se eximirá y repartirá culpas, y ni modo, parece condenado a repetir la historia.
Mediáticamente se ha culpado al gasto público, el cual crece y crece sin control por culpa de los rapaces e improductivos funcionarios públicos y las pensiones de lujo, (más o menos), de esto me voy a ocupar también en otro momento[7], anticipo, eso sí, que es necesario hacer más racional y eficiente a la que prefiero llamar “inversión pública” y a la inevitable, keynesiana y cortoplacista pero necesaria “distribución de la riqueza” (recuerden que en ningún país del continente se ha incrementado más la desigualdad económica en los últimos años como en Costa Rica)[8], pero reducir el gasto público, así como así, no es algo que simplemente se decreta o legisla, hasta donde yo sé, no existe ninguna nación en este sistema solar que necesite invertir menos en salud, en seguridad, en infraestructura, en educación, en administración de justicia, y en otras actividades, algunas de ellas  menos sexis y rentables para el mercado y sus inversionistas como son los pobres. Por el contrario, las demandas de la sociedad, siempre se incrementan, y con ellas, la inversión para satisfacerlas, reducir la inversión pública no es ahorro, (ahorro es tener cuentas y títulos en el banco ganando intereses) también puede estrangular la economía local.
Dice la Ministra de Hacienda: “si los diputados no revierten algunos de los cambios que aplicaron recientemente, con los cuales redujeron los alcances del plan fiscal, habrá que compensar los recursos recortando abruptamente las inversiones estatales. Al respecto, no prevé cierres de instituciones, pero sí “reacomodos” de presupuesto o inversión que serán “dolorosos”. Incluso mencionó la posibilidad de “bajar el número de empleados”.[9]
Y agrega el presidente Carlos Alvarado: “Hago un llamado a que hagamos lo correcto como país. Erosionar el plan fiscal es un error porque podría provocar que tengamos que volver a la Asamblea Legislativa después o, incluso, comprometer nuestra economía. Si hacemos un plan fiscal insuficiente, no convencerá ni a las calificadoras de riesgo ni a los organismos internacionales de nuestro compromiso real con resolver el tema fiscal”[10]
Así comienzan a escucharse las voces del miedo, (y las falacias) así se escucha un gobierno de rodillas ante los organismos financieros internacionales (FMI, BM, OCDE, BID) de los que no somos acreedores (la mayor parte de la deuda pública es ante entes privados, no multilaterales), de rodillas ante las calificadoras de riesgo (con las que no tenemos compromisos ni obligaciones), la soberanía no está amenazada por la Corte interamericana de Derechos Humanos y el derecho internacional, (como creyó el Excandidato Fabricio Alvarado) pero sí que la está por el chantaje de especuladores y entes privados como las “Calificadoras de riesgo”[11].
La actual administración ha comenzado a asustarnos con una crisis económica y social como la de la década de los ochentas, o peor, como la crisis de Grecia en el 2008, miedo, lo único que le queda es el miedo.
No se crea que cada nuevo colón recaudado será para educación, salud, infraestructura, seguridad, u otras inversiones sociales, todo será para los que se enriquecen prestando plata al Estado, y para “muestra un botón”: la señora Ministra de Hacienda corrió a pagarles a los acreedores, sin aval del Legislativo[12] para no caer en default, para cumplir con nuestras obligaciones, con el beneplácito del presidente Carlos Alvarado[13]. Mal precedente. Aunque están claras las prioridades de la administración.
Lo cierto es que la sociedad costarricense está dividida, no hay un verdadero consenso sobre el “Plan Fiscal”, la administración pide apoyo y sacrificio sin convencer, mientras pierde respaldo en la Asamblea Legislativa, y ataca con sus pocos aliados a los sectores sociales que le adversan en la reciente huelga. Una huelga de desgaste, que nos afecta a todos y todas y que fractura más a la ciudadanía. El miedo divide, ocurrió durante las elecciones presidenciales, y está ocurriendo ahora en la actual administración.

Germán Hernández.





[1] En la encuesta de OPOL del mes de noviembre de 2017, Fabricio Alvarado estaba en el contaba con apenas un 7,1% de apoyo entre los decididos a votar. https://www.elmundo.cr/encuesta-alvarez-30-castro-245-piza-119/
[2] https://www.nacion.com/el-pais/politica/respetarian-los-candidatos-la-orden-de-la-corte/WZ2NYNQCPBANTEXHHZBN2OSK6Q/story/ A esa misma pregunta, el candidato ganador en segunda ronda Carlos Alvarado dijo:  "Sí. Comparto plenamente la opinión emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual está reflejada y es coincidente con lo planteado en nuestra campaña, basados en nuestra profunda creencia en la igualdad y la defensa de los Derechos Humanos". Lástima que mintiera, pues recién presentó ante el plenario legislativo un proyecto de ley que crea una figura paralela pero que no es matrimonio igualitario. https://www.crhoy.com/nacionales/presidente-admite-que-convoco-uniones-civiles-por-consideracion-al-pusc/ . Para el presidente pesa más su compadrazgo con el PUSC, que el 1.322.908 de electores que respaldaron su elección.
[3] En la encuesta de OPOL del mes de enero de 2018, Fabricio Alvarado estaba en el primer lugar con un 26% de apoyo entre los decididos a votar. 
[4] Tanto así, que al final, Fabricio Alvarado ganó la primera ronda electoral con 24,99% de los votos. http://resultados2018.tse.go.cr/resultadosdefinitivos/#/presidenciales Y aunque perdió en la segunda ronda electoral cayó derrotado con un 39,41%. Cabe decir que obtuvo 860.388 votos. Esto no es despreciable, Hemos tenido presidentes y presidentas electos con menos de la mitad de esos votos. http://resultados2018.tse.go.cr/resultados2darondadefinitivos/#/presidenciales
[5] La componenda entre el actual gobierno del PAC y el PUSC no ha demostrado ser un intento aglutinador de voluntades y propósitos, más bien, parece un desesperado intento por mantener un mínimo de gobernanza para el Ejecutivo, que sigue defraudando al electorado y con prácticamente ningún margen en el Legislativo y su precaria fracción. He dicho anteriormente que el PAC selló su derrota en la primera ronda electoral, la segunda ronda solo sirvió para nombrar al jefe del Ejecutivo.
[6] En entrevista al Semanario Universidad en su edición del 23 de agosto, Rodrigo Cubero actual presidente del BCCR dijo: “De aprobarse en el corto plazo la ley, en la Asamblea Legislativa, como estamos optimistas se va a aprobar, esperaríamos que se dé un golpe positivo en la confianza de los inversionistas y de los consumidores, que reactive la economía.” ¿Cómo se explica que los desconfiados consumidores e inversores súbitamente recuperen la confianza? Eso es un misterio que no se molesta en explicar.
[7] Curiosamente los gurús económicos que nos iluminan desde la prensa nunca cuestionan los contratos outsourcing, la tercerización de servicios, alquiler de inmuebles, ni las obras por contrato que engrosan las billeteras de un pequeño grupo de inversores privados con fondos públicos, no hay evaluaciones de eficiencia, ni de impacto ni sostenibilidad de ellas, y representan dos tercios de todo el gasto público y que también crecen y crecen y crecen.
[11] Las calificadoras de riesgo son empresas que más que predecir, desestabilizan economías, https://www.20minutos.es/noticia/691603/0/agencias/calificacion/deuda/ Fueron absolutamente pusilánimes en predecir la crisis global del 2008, sus modelos para calificar las economías son desconocidos, no existe la menor transparencia en sus calificaciones y  representan los intereses de sus clientes, e incluso han chantajeado a gobiernos y transnacionales que no se sujetan a sus mandatos. Esto sí que es una amenaza a la soberanía.