En la entrega anterior, comenzamos con el análisis de la novela El más violento paraíso, vista como una novela que trasciende las etiquetas tradicionales y el reduccionismo posmoderno; en esta oportunidad nos referimos a su estructura compositiva y a sus coordenadas espacio-temporales.
6.4. Estructura en El Más Violento
Paraíso
Portada de la segunda edición de EMVP, Ediciones Lanzallamas. 2009 |
Retomemos
el asunto del “desconcierto”, ese que genera la primera ojeada a EMVP; la
formulación compositiva de Obando es tan inusual en la literatura
costarricense, que con ironía y como previendo las reacciones del público,
Esteban Ureña comenta en el prólogo de la primera edición del EMVP: “[A la altura de la página 45:] ¡Por Dios!
Esta novela no va para ninguna parte. Es más, no es una novela, ¡apenas una
colección de cuentos extravagantes! [….] [A la altura de la página 225:] ¡Dios
mío! En verdad esta cosa no va para ninguna parte. Definitivamente no se ajusta
al concepto comúnmente aceptado de novela, pero entonces a cuál concepto se
ajustará… [….] [A la altura de la página 405:] ¡Ahhh… sí! ¡Con un carajo! Esta
novela se dirige a ninguna parte. Y creo que ya vamos llegando…”.[1]
Y
sobre ese concepto comúnmente aceptado de novela, Guillermo Barquero nos dice: “Cuando una novela nos presenta una historia
de una sola dimensión, clara, rastreable dentro del universo interno del libro
(no importa que se hagan flashbacks y
adelantos en el tiempo), se la puede reseñar contando o resumiendo esa
historia, para luego intentar aproximarse a los métodos narrativos del autor.
Con esta novela de Obando no se puede seguir ese cómodo método que tanto ayuda.
[….] El más violento paraíso podría
ser visto, como me comentó alguien, como un cuentario gigante (Sinus Roris, uno
de los capítulos de la primera parte, está incluido en una antología de cuentos
editada recientemente por Andrómeda), en el que, sin embargo, las pequeñas
diversas tramas tienen hilos que las van uniendo conforme pasan las páginas.”[2]
Y
en efecto, Benedicto Guzmán nos previene también y nos da una clave: “No aparece,
como en las novelas tradicionales, un hilo conductor, ni un narrador guía y
menos explicaciones al pie de página, pues es típicamente una novela
polifónica. Por ello el lector no encontrará, un héroe, ni siquiera un
antihéroe que le sirva de orientación. Los fragmentos del rompecabezas distan
mucho unos de otros y casi no tienen límites en común, por ello la labor de
conformar un dibujo, una silueta, un cuadro, se torna muy difícil pero si se
tiene paciencia podemos seguir algunos signos concatenadores”.[3]
Los
signos concatenadores, los puentes que usualmente el escritor utiliza para
articular una novela no están presentes en EMVP. Si en la narrativa
tradicional, la “historia” (lo que se cuenta) y el “discurso” (cómo se cuenta)
eran una misma cosa, ya en la narrativa moderna, la “historia ó argumento” se
distingue del “discurso o trama” y corresponde este segundo a la relación de
causalidad y a la vinculación emotiva de los hechos que expone el autor al
lector. La narrativa más como forma discursiva, viene relegando cada vez más el
argumento, diversidad de autores lo han intentado, (Cortázar – 62 Modelo para
Armar, Lezama Lima – Paradiso, Carlos Fuentes – Terra Nostra, por citar a los
latinoamericanos) siendo para mí el más perfecto ejemplo de una trama sin
argumento, la sobresaliente novela Abrapalabra[4]
del Venezolano Luis Britto García.
¿Entonces
qué le queda hacer al lector? ¿Cómo podrá abordar una novela que no lo lleva y
trae de la mano, mostrándole el camino con señas y guiños?
Hay
dos tipos de concatenadores, los explícitos, y los implícitos, en el caso de
EMVP, los explícitos están prácticamente
ausentes, salvo por los tópicos como la Luna, Constantinopla, Sinus Iridum,
Dionisos, entre otros, pero están ausentes aquellos concatenadores guía del
tipo: “más tarde, después de que Kris diseñó los planos de Sinus Iridum….” ó
“Al día siguiente, con la resaca de haber jugado en el senso club toda la
noche…” esos no están por ninguna parte, tampoco están las coordenadas espacio-temporales
(de las que platicaremos más adelante) a pesar de lo que otros han tratado de
indicar, tratando de leer la novela desde el punto de vista del tiempo del
lector y no desde el punto de vista del tiempo de esta.
Los
concatenadores implícitos, varían de un lector a otro, para participar de la
elaboración de un argumento para EMVP al
lector no le queda más remedio que abrir su propio camino, no hay nada que se
lo impida, su lectura será un ejercicio de libertad. Como ya habíamos indicado anteriormente, esta
novela admite diversas lecturas, que no depende en última instancia de una
interpretación literal, y que para completarse requiere de una eiségesis. Esta
eiségesis, tiene que ver con el contexto del lector (precomprención) aquí el
texto pierde la paternidad del escritor
para adquirir la del lector; lector y texto tienen sus propios horizontes que
se funden y crean una nueva realidad; esta nueva realidad o comprensión del
texto nunca será definitiva.
A
sí que ante la libertad tan temida, el lector tiene el desafío de asumir con su
lectura, su propia paternidad (o maternidad) con EMVP, puede y debe aportar los
concatenadores que den sentido a esta obra, y serán tan propios y legítimos en
la medida de su propio compromiso.
6.5. Claves preliminares de lectura –
Composición
Antes
de exponer nuestra propia lectura de EMVP, quisiera adelantar una de tantas
posibles maneras de abordarla con una analogía. Existe la idea ingenua de creer
que un texto como la Biblia es homogéneo y que todas sus partes tienen una
perfecta correspondencia y sentido único; pero en realidad, los textos que la
componen, fueron primero relatos orales muy antiguos, que fueron escritos a lo
largo de los siglos por diversidad de autores, dirigidos a comunidades
concretas y bajo circunstancias y necesidades específicas, ni siquiera fueron
escritos con la intención de pertenecer a posteriori a un canon Bíblico. A
pesar de ello, existe una correspondencia que une a estos libros, en el caso
cristiano se trata de la historia de la intervención de Dios en la historia de
la humanidad para salvarla.
Pues
bien, imaginémonos por un momento lo mismo con EMVP, diversidad de textos,
compuestos por diversidad de autores, en distintos momentos, y con motivaciones
y necesidad específicas, son reunidos por un redactor final que los interpreta
y los reúne según unos criterios, ese redactor es el Traductor que aparece en el capítulo
segundo “Mar de las lluvias”; los criterios de este Traductor, son Dionisos y
Bizancio, elementos transversales en cada uno de los textos recopilados, que
nos lleva desde los inicios del tiempo hasta el final de este, no sin descartar
la promesa escatológica de un mundo nuevo.
6.6. Las Coordenadas Espacio -
Temporales
Las
coordenadas espacio-temporales de un texto se pueden fijar desde dos puntos de
vista. Para la exégesis tradicional, esta ubicación se hace desde el punto de
vista del lector, para esto, el lector tiene como eje espacio-temporal su
propio presente y su propia residencia y ubica al texto según este. Esto es lo
que hace Shirley Montero en su análisis de EMVP, donde propone tres espacios
principales: San José, Bizancio y las ciudades de la Base Lunar (Sinus Roris y
Sinus Iridum), donde se da una superposición simultánea en la historia, esto no
impide a Montero graficar estas coordenadas temporales como se aprecia en el
siguiente gráfico[5].
Tomado de: Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal y el discurso carnavalesco en la novela El más violento paraíso de Alexánder Obando. Kañina. 35. 2011. |
Así
se puede apreciar que establece como eje espacio temporal San José y el
presente del lector, y de esta manera organiza linealmente el tiempo y el
espacio.[6]
La
segunda manera de organizar las coordenadas espacio temporales es desde el
texto mismo, el tiempo y espacio del texto no coinciden necesariamente con la
perspectiva del lector, (esta perspectiva es válida desde luego, pero no es la
única).
Para
que sea efectiva la afirmación de Montero sobre la superposición simultánea en
la historia, habrá que prescindir de la perspectiva del lector y acomodarse
desde la perspectiva del texto. En este caso, siguiendo nuestra hipótesis
redaccional de que quien recopila los textos de EMVP es el Traductor-Redactor
(Capítulo 2 Mar de las Lluvias) entonces toda la obra hace referencia a un
pasado, no hay ninguna proyección hacia el futuro, todo lo descrito ya ocurrió
desde el punto de vista del Traductor-Redactor.
De
esta manera, si quisiéramos trazar una línea de tiempo, esta podría ir desde la
creación del mundo pasando por la destrucción de la Atlántida, recorriendo la
antigüedad clásica, de un salto llega a el Renacimiento y el Iluminismo, nos
hace una visita al presente del lector, continúa por un futuro apocalíptico y
llega hasta la casa del Traductor-Redactor, posiblemente en algún lugar de la
Mare Imbrium o Mar de las Lluvias, no hay signo concatenador explícito que
diga: “Yo el traductor estoy recopilando los textos de EMVP en la ciudad tal
del año tal”, así que la línea de tiempo en EMVP es incierta, sabemos dónde
comienza y a donde llega, pero no cuándo termina. Lo que sabemos es que en
algún lugar del tiempo hay un Redactor que las está reuniendo, posiblemente
después de la destrucción.
Luego,
el redactor no distingue entre la historia y el tiempo mítico, para éste ambos
tienen igual valor, incluso hay capítulos como “La guadaña de plata” (y muchos
otros) con toda la carga mítica, y sin embargo ocurrieron en el futuro del
lector, pero ya son antiguos desde el punto de vista del Traductor-Redactor.
6.7. Claves preliminares de Lectura –
Espacio y Tiempo
Alexánder Obando, junto a los escritores y editores Guillermo Barquero y Juan Murillo durante la presentación de la segunda edición de EMVP. |
EMVP
ocurre en el momento en que Traductor-Redactor está recogiendo los textos que
conformarán la obra, algunos de éstos están escritos a lo largo del tiempo, son
relatos históricos y míticos, otras fuentes seguramente son orales, y en ellas
el Traductor-Redactor ejerce su labor redaccional, esta función redaccional
también la ejerce a partir de las visiones del pasado recogidas en el senso
club o bien mediante las visiones rituales extraídas por el uso del Esquifo.[7]
De
esta manera, el Traductor-Redactor, recopila, pero también redacta y organiza
los textos de EMVP, siendo así, se podrá comprobar en esta labor el recurso de
la seudonimia, como por ejemplo en los fragmentos perdidos de Critias o el
Papiro de Derveni, La historia del Necronomicon, etc. En los cuales no sabemos
dónde comienza el relato original ni donde terminan las adiciones y versiones
del Traductor-Redactor. Esto último nos lleva a concluir, que el recurso de la
seudonimia, rompe con nuestra visión tradicional de autor, que aún en la fijeza
y petrificación del texto escrito, cabe la posibilidad transmutadora de éste,
el texto no termina en su escritura, pues también es objeto de transformación,
no nos referimos al sentido en sí, sino a la escritura como tal, esta puede ser
objeto de enmiendas, adiciones, correcciones, paráfrasis, etc., es la historia
redaccional de cualquier texto (al margen de la idea moderna de autor), la
manera desde la antigüedad hasta el presente en que los hombres y mujeres se
apropian de la tradición y la interpretan desde la propia “verdad” de su
tiempo.
Germán Hernández
[1]
Ureña, Esteban. Una Novela Intrascendente (o: number nine…) Prólogo a la
primera edición de EMVP. 2000. Perro Azul. Costa Rica.
[2]
Barquero, Guillermo. El Más Violento Paraíso (Reseña). En http://sentenciasinutiles.blogspot.com/2008/05/el-ms-violento-paraso.html
. Vale decir, y no es nada nuevo, que hay capítulos en EMVP cuya autonomía es
innegable, tanto así que cobran vida propia y se desprenden del texto. ¿Pero
acaso no ocurre esto con multitud de obras, sean novelas, cuentarios, poemarios
de los cuales algunas de sus páginas se han desprendido transitando
independientemente del libro que los contiene?
[3]
Víquez Guzmán, Benedicto. Alexánder Obando Bolaños. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html
[4]
Esta novela, poco conocida y leída en nuestro país, fue ganadora del premio
Casa de las Américas 1979. Por demás está más que recomendada su lectura de
parte mía. Para enterarse un poco más sobre ésta recomiendo el ensayo
“Purapalabra Luis Britto García en los confines de la representación” de José
Gregorio Mendoza en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18816/1/articulo5.pdf
[5]
Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal y el discurso
carnavalesco en la novela El más violento paraíso de Alexánder Obando. Kañina.
35. 2011.
[6]
Otras propuesta espacio-temporales desde
el punto de vista del lector son las de Juan Murillo. “El más violento
paraíso es en realidad una novela histórica, de la historia secreta,
que se proyecta hacia el pasado y el futuro, y que presenta el desarrollo y
evolución de la ciudad arquetípica que es todas las ciudades, que aquí es
Bizancio, pero que también es Atlántida y Constantinopla y Sinus Iridum y el
San Pedro de Obando. En esta novela se yergue como una arquitectura fantasmal
la ciudad mítica que da a manos llenas y luego cobra con la muerte todos los
favores otorgados” Murillo, Juan. El Más Violento Paraíso, Alexander Obando. En
http://depeupleur.blogspot.com/2007/10/resea-de-la-novela.html.
O la de Benedicto Víquez “Si bien el tiempo permite al lector encontrarse en un
presente cercano a los años sesentas y setentas con respecto a la cronología
histórica [….] lo cierto es que la novela utiliza el tiempo mítico e inicia con
la creación del mundo y termina en un futuro cercano a la primera mitad del
siglo veintiuno”. Víquez Guzmán, Benedicto. Alexánder Obando Bolaños. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html
[7]
Evidente no hay un concatenador explícito que diga al pie o encabezado de
algunos capítulos “Esta es una visión tomada de una sesión en el Senso Club, o
una visión luego de un ritual con Esquifo”, pero cabe al lector la posibilidad
de plantearlo como concatenador implícito.
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