4/5/12

Alexánder Obando - El Escritor Puente IV


Continuamos con la cuarta parte de nuestro análisis de la vida y obra de Alexánder Obando, anteriormente nos referimos a la gestación de el Más Violento Paraíso, comenzamos en esta entrega con el análisis de esta obra. 

Una consagración a Baco de Lawrence Alma-Tedema.


6 . En la Casa de Dionisos

  
Según la decisión de este Santo Oficio y de acuerdo con el fallo cardenalicio y de nuestra sagrada comunidad, excomulgamos, expulsamos y execramos y maldecimos a Alexánder Obando, autor de “El más violento paraíso”. Ante nuestros sagrados libros, con los seiscientos trece mandamientos que están escritos en ellos, lo excomulgamos. ¡Maldito sea de día y maldito sea de noche! ¡Maldito sea al acostarse y maldito sea al levantarse! ¡Maldito sea al salir de su casa y maldito sea al regreso! Que nadie tenga trato con él; ni nadie le haga favor alguno; que nadie lea ni la más pequeña jota de su violento paraíso, antes ardan en el infierno sus hojas secas, porque son las inmundas flores del sodomita. Dado en la ciudad del Vaticano, el 18 de diciembre del año del jubileo. Y aparecen a continuación las firmas de los 7 cardenales miembros propietarios de la comisión.

La Verdad sobre Sor María Romero y sobre El Más Violento Paraíso
Kasandra, 18 de diciembre de 2000, año del Jubileo.
  
6.1. Cuestiones preliminares


Todo texto admite múltiples interpretaciones y lecturas, eso sí nos advierte Eco, “no refrendan cualquier interpretación arbitraria, sino que quedan restringidas a las que marcan el contexto cultural, la ideología o el movimiento literario al que pertenecen”. Según esto, el exégeta lector, tiene que leer en sintonía con el texto y su contexto. Pero es un “deber ser” y si así fuera en la realidad, cualquier obra literaria no sería más que fijeza y petrificación, no podríamos hacer con ella otra cosa que arqueología, como están mudas para la posteridad que las examina, sólo hablan para el pasado que no existe, se pretende entonces, que este primer nivel de interpretación, que podemos definir como literal, histórico, filológico, no va más lejos, se refiere simplemente al texto en su contexto y nada más.

Pero algunos proponen, en la interpretación y lectura de un texto literario una segunda capa, que es más o menos opuesta y complementaria a la interpretación literal, si yo pudiera o bien alguien pudiera decir algo que se aproxime, que sea inequívocamente exacto respecto a digamos “El Quijote de la Mancha” tendría que sacrificar mi experiencia y mi subjetividad, es decir, mi propia lectura, en otras palabras, “lo que el texto me dice”, pero según Eco, el texto fuera de su contexto cultural, su ideología y su movimiento literario no puede ser interpretado, o mejor dicho, no puede decir nada, en la primera capa propuesta por Eco, se limita a:

Lo que el autor dice
Lo que el texto dice

Entonces no serían pertinentes otras lecturas e interpretaciones como:

Lo que el texto me dice
Lo que el texto dijo a otros
Lo que en otros tiempos el texto ha dicho
Lo que en otros tiempos el texto dejó de decir
Lo que el texto ya no dice
Lo que el texto dirá

¿Tiene algo que decir el Quijote a los hombres y mujeres del siglo XXI?, En realidad nada, la distancia temporal, cultural y lingüística entre el siglo XVI y el hoy es tan grande, que ni Cervantes podía concebirnos, y ya nosotros apenas podemos imaginar y simular su tiempo. Y pese a ello, el Quijote sigue siendo una obra elocuente, traspasamos su sentido literal y avanzamos por su sentido metafórico, ¿Qué significaron para los hombres y mujeres del siglo XVI cuando el viejo caballero andante en el capítulo XLIV, descubre en su soledad sus medias rotas y descosidas? Lo ignoro, se especula al respecto, pero sí puedo hablar con propiedad sobre lo que significa para mí. A lo largo de los siglos, el Quijote ha tenido múltiples sentidos.

Ese sentido “supraliteral” que va más lejos de lo que el texto dice en su contexto superando las circunstancias locales y limitadas en que fue escrito originalmente, y por lo que éste sigue hablando, y permite su vitalidad, es posible por el compromiso creativo y cómplice del lector, de cualquier lugar y cualquier tiempo; se puede fijar al texto, pero no se puede fijar ni congelar su capacidad dialógica. Es lo que podemos llamar eiségesis. La eiségesis también tiene sus límites, queda encerrada también entre los muros de su tiempo, su espacio y principalmente de su lector. Pero aún así, es la que vitaliza al texto.


Finalmente, la eiségesis sería imposible sin la exégesis, habría libros oscuros e inabordables para el lector que no tenga en cuenta el contexto de la obra. En suma, la hermenéutica de cualquier texto no culmina con la exégesis de éste, se completa con la eiségesis. Ambos sentidos, literal y supraliteral son complementarios.


6.2. ¿El Más Violento Paraíso una novela posmoderna?

Portada de la primera edición de
"El Más Violento Paraíso"
Espero que las precisiones anteriores tengan sentido más adelante, pasamos ahora directamente al análisis de la obra de Alexánder Obando y El más violento paraíso, primero refiriéndonos a lo que otros han dicho sobre esta obra, obra que abre el corpus literario de este autor y que nos gustaría llamar (preliminarmente) a la totalidad de esta: “La casa de Dionisos”. La razón principal para este título es, que ciertamente, la casa cósmica de Dionisos es el universo y la historia del tiempo, que también incluye nuestro mundo y nuestra historia; en ese sentido, la obra de Obando explora nuestra historia y nuestro mundo desde la perspectiva e intervención del dios. En segundo lugar, nos referiremos a nuestro propio intento de leer e interpretar esta obra.

Todo comenzó un 18 de diciembre del año 2000, en el Instituto México, una noche encantadora en que amigos, parientes y curiosos vimos salir a la luz la primera novela de Alexánder Obando. Desde entonces, entre el asombro y el desconcierto; EMVP, se ha convertido en una novela de referencia y contrapunto para la nueva narrativa en Costa Rica, y posiblemente en la región, como lo afirma el escritor y literato guatemalteco Francisco Méndez “esta novela se inserta como digna representante de una novelística de primer nivel y como una novela que está siendo una especie de parte aguas en la literatura costarricense contemporánea. [….] consideramos que la novela  puede estar perfectamente en un canon centroamericano”[1].

Por este motivo, ha sido objeto de toda clase juicios, recelos, halagos y críticas, pero afortunadamente no de la indiferencia.

Se le ha considerado como una novela posmoderna, pero cabe preguntarse, ¿Es realmente EMVP una novela posmoderna? ¿En qué consistiría eso? Y aquí es donde debo disentir respecto de esa afirmación por dos razones, la primera es que no existe homogeneidad ni acuerdo sobre qué es una narrativa posmoderna, de hecho existen numerosas divergencias conceptuales. La segunda razón es complementaria de la primera, y es que finalmente hemos llegado al exceso de llamar posmodernidad a prácticamente todo, sin precisar nada.

Afirma Shirley Montero “La Narrativa posmoderna, entendida como una nueva forma discursiva y no como un mero período histórico, trasciende. A través de formas diversas. Este discurso cuestiona las verdades absolutizadas por la narrativa de la modernidad”.[2]

Atenidos a esa definición, el problema es que no existe una forma discursiva en la nada, o al margen de un período histórico, por lo que la afirmación no tiene sentido; en segundo lugar, si lo que caracteriza a esa narrativa posmoderna es su cuestionamiento de la modernidad, tampoco eso tiene algo de nuevo; la crítica de la modernidad y la experimentación de nuevas formas discursivas, han estado presentes a  todo lo largo de dicho período.

Es arriesgado, y a veces más cuando está impregnado de sentimientos de novedad y entusiasmo referirse de buenas a primeras a lo posmoderno, Francisco Méndez para explicarlo en el caso de la obra de Alexánder Obando cita a Brunner que dice “Es pertenecer a un mundo que se aleja rápidamente  de cualquier territorio conocido… es contribuir a deconstruir, deshacer, todo lo que queda o reta del viejo mundo… es hacerse cargo de las consecuencias de esa radical inversión de la racionalidad de Occidente… el clima de la posmodernidad es de un generalizado vaciamiento del sentido (meaning)”[3].

Pero por otra parte, George García, refiriéndose a Zizek dice: ”El arte posmoderno – al igual que su arquitectura- intenta romper con las distinciones, establecidas por el modernismo, entre el arte culto y la cultura popular. Así, según Zizek, para el arte posmodernista la interpretación es tan importante como para el modernista, pero el posmodernista intenta mostrarse familiar, comprensible por cualquiera, y solo el análisis atento de sus obras de arte revela las influencias de importantes teóricos contemporáneos (Lacan, Foucault, Derrida) sobre él. Menciona, como ejemplos  películas como Blade runner, Terciopelo azul y Teminator”.[4]

Ante dos posiciones tan opuestas y divergentes sobre la posmodernidad, preferimos no abordar el asunto por esta dirección. En palabras de Hinkelhammer “la modernidad no es un pensamiento, sino una época histórica. Una época histórica no comienza con su formulación en el pensamiento, sino culmina en ella”[5]. Muy opuesto con lo que ocurre con la posmodernidad, igualmente Hinkelhammer dice: “la posmodernidad es modernidad in extremis.”[6]

Puedo comprender la postmodernidad como crítica de la modernidad, y que igual se puede manifestar en la filosofía y el arte, pero no como periodo histórico y sus derivados.

Siguiendo la crítica de Hinkelhammer, cuando Lyotard examina los relatos de legitimación de la modernidad, ni siquiera considera el conjunto de los pensamientos de Locke, Hume, y Smith, a partir de los cuales se entroniza la modernidad y el capitalismo, como tal la modernidad está en crisis, pero no en una crisis de pensamiento, ni de la estructura interna del capitalismo, es una crisis de la sustentabilidad a largo plazo de la vida en la tierra.

Todos los movimientos sociales y culturales que han surgido en los últimos años como respuesta, crítica y disidencia ante la crisis desatada por la modernidad, no son nuevos, en realidad, son por las mismas transformaciones de las relaciones de capital y de las comunicaciones, más visibles.

Más adelante, veremos que lo que ha provocado el calificativo de “posmoderno” en EMVP, tiene que ver con su estructura y con la posibilidad de construir la trama de una novela en ausencia de un argumento, cosa que tampoco es nueva.


6.3. ¿El Más Violento Paraíso, literatura gay?

Pero decir que EMVP, es posmoderno, es un mal menor, una insignificancia, cuando se le ha querido encajonar, etiquetar y disecar llamándola “literatura gay”. En su ensayo-novela “La gran novela perdida”, Carlos Cortés afirma sobre EMVP: “La más violenta irrupción de la literatura gay en la vertiente de la narrativa experimental. Un carnaval de los excesos para escoger”.[7]

Dicha afirmación es problemática y superficial, porque por las mismas razones y según el énfasis que haga un lector u otro, EMVP también podría ser considerada una novela de "ciencia ficción". Pero en ningún caso, literatura gay o ciencia ficción definen esta novela. Por su complejidad, por su desbordante erudición[8], por la diversidad de estilos, narradores, tiempos y escenarios, por su frondosidad estética, no podríamos reducir a EMVP, a “un tipo de literatura” y en consecuencia dirigida a “un tipo de lector”.

Ese es el problema de las etiquetas literarias, limitan la riqueza significativa de un texto, y resultan perniciosas y hasta mal intencionadas cuando no vienen de la voluntad explícita del autor.

Germán Hernández



[1] Méndez, Francisco. El más violento paraíso: del hipertexto a Minotauro Lector. Abrapalabra No38 2005. Guatemala.
[2] Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal y el discurso carnavalesco en la novela El más violento paraíso de Alexánder Obando. Kañina. 35. 2011.
[3] Méndez, Francisco. El más violento paraíso: del hipertexto a Minotauro Lector. Abrapalabra No38 2005. Guatemala.
[4] García, George. La posmodernidad y sus modernidades: una introducción. Cuadernos de Historia de la Cultura 19. Costa Rica. 2006
[5] Hinkelhammer, Franz. El Sujeto y la ley, el retorno del sujeto reprimido. EUNA. 2005. Costa Rica.
[6] Idem.
[7] Cortés, Carlos. La gran novela perdida. Perro Azul. 2007. Costa Rica.
[8] “Debemos reconocer el riguroso conocimiento de la mitología griega, la historia, la sociedad, las culturas occidentales y orientales, su filosofía y visiones de mundo. Esto ofrece una obra rigurosamente testimoniada, documentada,  y muy rica en información temática antes descrita”. Víquez Guzmán, Benedicto. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html

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