En el oficio de la literatura Germán Hernández tiene mucho camino recorrido, desde haber participado en el mítico taller de don Chico Zuñiga hasta comentarista de libros en su blog el Signo Roto. Pero Germán a pesar de los muchos años en el medio literario se ha tomado eso de publicar con mucha calma y mucho trabajo. Solo posee dos libros publicados, el cuentario «Variaciones para una misma ficción» EUNED y su más reciente novela corta «Apología de los parques» Uruk Editores. Además Germán también es colaborador de Literofilia con reseñas agudas y como es también de la casa quisimos hablar con él de su nueva obra.
¿Cuál es la diferencia entre el Germán cuentista y el Germán de ahora, novelista?
Warren Ulloa |
Los géneros literarios no son más que convencionalismos, pequeños ajustes formales con propósitos puramente taxonómicos. Desde luego que tienen su utilidad académica, y para los occidentales es de gran ayuda en su fingido control y ordenamiento del caos. La experiencia personal de escribir cuentos o novelas es igual, al final todos estos textos son parte de uno solo que no he acabado de escribir y que se va publicando por “entregas”. Hubo en su momento más de un lector que me dijo que “Variaciones para una ficción” le parecía una novela, y no un libro de cuentos. ¡Genial!, el lector siempre rebasa con su apropiación del texto cualquier intencionalidad del autor sea de forma o de fondo.
¿Disfruta más escribiendo cuentos o novela?
Escribir es el gozo más grande de mi vida, el formato, novela, poema, ensayo, cuento, es intercambiable según la necesidad, lo imperativo es la absoluta realización personal que tengo al escribir.
Sabemos de usted como crítico literario es bastante estricto y honesto en sus reseñas. ¿No teme una venganza literaria ahora con «Apologías de los parques»?
Yo no soy un “crítico”, tan solo un lector apasionado que gusta de comentar su experiencia de los libros que lee. Quizá estamos habituados a las reseñas condescendientes y de repente las mías se salen un poquito de lo usual, pero mi confrontación es con el texto, no con los autores, no temo venganzas literarias, porque seguramente se echaría de ver y no creo que los lectores le den valor a una “sacada de clavo”. Pero si alguien de buena fe expone lo bueno o lo malo, lo que le gusta o no de mi obra, yo guardaré el silencio debido, y la gratitud con quien se toma la molestia en someter a examen crítico mi obra. La única venganza literaria que veo posible es que me equivoque con el juicio desfavorable que haga de un libro y que los lectores por el contrario lo reivindiquen, y ese tipo de venganza me parece estupenda.
¿Se podría decir que en «Apología de los parques» predica con el ejemplo o sus críticas literarias distan mucho de sus propuestas literarias?
El más feroz crítico de la obra de Germán Hernández es Germán Hernández, creeme, tengo conciencia del escritor que soy, de mis capacidades, de mis potencialidades, y también tengo conciencia del escritor que quisiera ser y que nunca alcanzaré.
El tiempo que tomó escribir “Apología de los parques” fue muy breve en comparación al tiempo que tomó trabajar en su depuración, a las personas que me honraron con su lectura previa no les pedí que me dijeran si les gustaba el texto, les rogué que lo destruyeran e hicieran pedazos. El primer borrador era de 270 páginas, el texto que ofrecemos impreso apenas tiene 86.
¿Cuánto de usted como escritor le debe al taller de don Chico Zúñiga?
La experiencia del taller fue juvenil, fue durante una época muy difícil a nivel personal, el taller fue mi refugio emocional y afectivo, fue mi hogar y mi familia de muchas maneras. En el taller aprendí a escribir, a examinar el texto, a desprenderme emocionalmente de lo que escribía, a tener celo y pasión. En el taller construí amistades duraderas y auténticas. Fui discípulo de todos y todos mis compañeros y compañeras fueron mis maestros y cuando cumplí mi ciclo dentro de él, partí en el momento indicado.
Pero dejame agregar algo sobre Chico Zúñiga, él fue mi padre, el me enseñó con su ejemplo el rigor y el respeto profundo por el arte. Lo extraño muchísimo. Lo poco bueno que pueda tener como escritor y como persona, se lo debo a él.
Coda: El amigo Warren Ulloa nos hizo una pregunta más que no salió en Literofilia pues la respondimos tardíamente, pero queremos compartirla aquí:
¿En Apologías de los parques hay un acercamiento a San José como capital, podría decirse que es la protagonista de este novela, a que se debe a que ahora se valore más San José como objeto literario?
Escribo de San José por que es la ciudad que mejor conozco, y por que tiene la misma dignidad literaria que París, Buenos Aires o Bombay
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