Como instantáneas, raros momentos Kodak, como quien no
quiere la cosa, restos de realidad que uno capta de oídas, así es como se
muestran estos cuadros minimalistas y sobrios que recoge Tania Hernandez en sus
“Cuentos adultos fantásticos”. Entre tanto dolor, hay espacio para lo
fantástico, no como transgresión de la realidad, sino como consuelo, para
soportar lo ordinario.
Compuesto en tres secciones estos cuentos, prosas poéticas
(whatever) sobresalen los exquisitos textos de la primera sección con su “Aprendiz
de astronauta místico” y en la segunda sección, “Don Rogelio” cuyo perfil queda
completo sin que Hernández nos diga todo, o apenas todo en las delicadas sutilezas
de un personaje que se empieza a añorar después de leído.
Tania Hernández |
Aquí les paso una mínima muestra, para evocar la dulce
amargura de los que sueñan:
Al otro lado
El aprendiz de astronauta místico volvía de su primer viaje
mental al otro lado del universo.
- ¿Y qué hay al otro lado? Le preguntó el maestro. - Nada -
¿Nada? Y, entonces, ¿qué estuviste haciendo allá todo este tiempo? - Navegar -
Pero, es imposible navegar en la nada.
El aprendiz medita un poco y con una sonrisa responde -
Tiene razón, maestro. Entonces me corrijo. Al otro lado del universo está lo
imposible.
La Luna
El aprendiz de astronauta místico le había ofrecido a su
amada alcanzarle la luna. Para ello se había encerrado días enteros en su
estudio, calculando la distancia exacta entre el planeta y su satélite. El
resultado fue que entre el cielo terrenal y la luna hay exactamente cuatro
poemas, cinco oraciones en sánscrito y doce ave marías, concebidas en una noche
de siete pecados capitales. A pesar de la exactitud de sus cálculos, intuía que
se le había perdido un parámetro entre el baño y la cocina, y que eso le
impediría llegar al regalo prometido. Un día en que el aprendiz había salido a
ver si el universo lo inspiraba, llegó el sobrino del maestro a visitarlo. El
niño entró a jugar al estudio del aprendiz, tomó la libreta y con un crayón
celeste dibujó encima de los cálculos una oveja alada. Cuando el aprendiz
volvió, en lugar de reprenderlo, abrazó al niño con emoción. Entendió de
inmediato que era eso lo que le faltaba: las alas de la imaginación.
Los Sueños
El día en que su amada le dio un no rotundo, el aprendiz de
astronauta místico se encerró de nuevo en su estudio tratando de olvidarla y
dedicándose por completo a su hobby favorito: armar y desarmar sueños. Desde
hacía mucho tiempo la gente le llevaba sus sueños para que los despojara de
pesadillas. Los primeros dos meses de soledad fueron un fracaso. El maestro
recibía a diario las quejas de los vecinos. Si bien el aprendiz les devolvía
los sueños reparados, al usarlos se les caían los recuerdos y entonces eran
incapaces de hacerlos volar.
Don Rogelio y el
Baile
Don Rogelio no aprendió a bailar. Le gustaba la música, pero
no podía evitar que se le quedara prendida en el medio de su corazón. Él se
movía, se sacudía, pero no había modo. Tan querida se sentía la música en su
centro que no le apetecía para nada bajar hasta sus pies.
Don Rogelio, bailaba, por eso, solo con la mirada.
Don Rogelio y la
Magia
A Don Rogelio no se le daba muy bien lo de la magia. Un día
intentó sacar conejos de un sombrero viejo y lo que salieron fueron puras
palomillas. Para no decepcionarse mucho las llamó “mis pequeñas conejitas
voladoras”. Sin embargo, por más que le rogó, Lucrecia no le permitió
quedárselas como mascotas.
Felices
Doña Marta y su amiga no cabían de la alegría. Ni en el baño
del café, ni en el elevador del trabajo, y casi que ni podían entrar por la
puerta de sus casas. Habían aumentado diez kilos de la pura felicidad de tener
de visita a sus nietos y poderles cocinar los mejores postres que eran capaces
de hacer. En la calle un sinvergüenza les sugirió que fueran al gimnasio. -
¿Para qué? - le contestaron - si es bien sabido que “lo comido y lo vivido
nadie nos lo podrá quitar”. -
He leido esta y las otras obras de cuentos de Tania Hernandez y son magnificas. Me sorprende la capacidad para dar vuelta a la realidad y hallar una via de escape sorprendente con ina imaginacuon de niña, pero con una metafísica de pensadora madura. Tania logra casi lo más difícil: sorprendernos. Seguiré con interés sus próximas publicaciones, que espeeo alcancen una gran difusión.
ResponderEliminarJosé Luis Cabria (España).
Gracias José. Yo soy otro devoto de estas ficciones exquisitas.
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