Leer gratis unos poemitas en una cantina y tener que pagar las birras que me voy a tomar es un ridículo.
Germán Hernández.
"Todo es proceso, salvo este recurso de fijar la memoria con palabras"
Leer gratis unos poemitas en una cantina y tener que pagar las birras que me voy a tomar es un ridículo.
Germán Hernández.
Resulta que esta breve novela,
distópica, futurista, fantástica, es de las que más me conmueven de Paul
Auster. Ya no sé cuántas veces la he leído, hay algo que quisiera aprehender de
ella, ese estilo inconfundible, la sencillez con que se exponen las ideas más
profundas, ese ritmo que te atrapa y no te suelta, cuantos dones posee este
maravilloso escritor.
Ana Blum ha llegado al País de las últimas cosas bajo su propio riesgo con la esperanza de encontrar a su hermano y traerlo de regreso, ella es la narradora de la novela a través de una larga carta a un remitente incierto, quisa un amigo, un amante, quien sabe, cuenta sus esfuerzos por sobrevivir en aquella ciudad, los extraños seres que la pueblan y con los que se relaciona, convive y llega a amar; de su búsqueda solamente fracasos, todo es inútil, desesperanza, amargura, Ana Blum al describir el mundo que se derrumba describe su propio derrumbe moral, anímico, físico, la carta finaliza justo cuando intenta el escape del País de las últimas cosas, no sabemos más, no sabemos si alcanzará su propósito, solo que su carta a llegado a nosotros.
Pese a todo, este extraño país y la ciudad que habita Ana, no se rige por la anarquía, existe toda una estructura estatal y administrativa, hay policía, y leyes que cumplir, corroído todo, inútil todo, hasta el orgullo nacional que a veces se cuela por ahí, y queda preguntarse por qué no han muerto todos en esa ciudad sin nacimientos, por qué no termina de caer todo hasta los escombros, qué es lo que causa esta ruina insalvable, y por qué no llega por fin el Fin. Este mundo infernal descrito por Ana no es tan ajeno si se quiere a ciertos países reales, todo depende desde que ángulo te toca vivirlo.
Paul Auster |
Creo que estas palabras de Ana Blum nos interpelan como nunca:
“Tal vez el mayor problema sea que la vida, tal como la conocíamos, ha dejado de existir pero, aun así, nadie es capaz de asimilar lo que ha sobrevenido en su lugar. A aquellos de nosotros que nacimos en otro lugar, o que tenemos la edad suficiente como para recordar un mundo distinto de éste, el mero hecho de sobrevivir de un día para el otro nos cuesta un enorme esfuerzo. No me refiero sólo a la miseria, sino a que ya no sabemos cómo reaccionar ante los hechos más habituales y, como no sabemos cómo actuar, tampoco nos sentimos capaces de pensar. En nuestras mentes reina la confusión; todo cambia a nuestro alrededor, cada día se produce un nuevo cataclismo y las viejas creencias se transforman en aire y vacío. He aquí el dilema, por un lado queremos sobrevivir, adaptarnos, aceptar las cosas tal cual están; pero, por otro lado, llegar a esto implica destruir todas aquellas cosas que alguna vez nos hicieron sentir humanos. ¿Entiendes lo que quiero decir? Para vivir, es necesario morir, por eso tanta gente se rinde, porque sabe que no importa cuán duramente pelee, siempre acabará perdiendo y, entonces, ya no tiene sentido la lucha.”
Germán Hernández.
¿Desea escribir y publicar sus textos literarios o de otras materias correctamente y mejorarlos? Le ofrezco mis servicios de Taller literario, edición y corrección de textos
Con todas las limitaciones,
recelos e imposiciones que supone una antología de autores o autoras
contemporáneos, una antología siempre es una oportunidad de mirar un cuadro.
Desde luego, el cuadro representa una pequeña parcela de lo que hay; en un
formato perfectamente delimitado el observador sabe que hay más, mucho más de lo
que encierran los bordes del marco, y que lo que está mirando está congelado y
colgado en la pared, consciente que esa imagen ya no es, y sin embargo, es un
buen punto de partida, unas coordenadas que pueden servir lo mismo para
abandonar el desafío o para abordar una aventura.
La editora y el editor de esta antología de escritoras que escriben relatos no realistas, pretenden con ella visibilizar a estas hijas de Tetis, para que no acaben devoradas por Zeus como su madre. El esfuerzo se cumple creo yo que con amplios y buenos resultados. La muestra seleccionada es diversa en temáticas, géneros y subgéneros, hay de todo como en botica, se leen como lo que son: literatura escrita por mujeres, no como literatura femenina. Hay feminismos sí, pero como transversalidad, no como eje. La mayoría de las autoras seleccionadas son verdaderas cultivadoras del género fantástico, de ciencia ficción o sus variantes y subgéneros, lo cual se nota y tiene enorme mérito.
Teresa López-Pellisa y Ricard Ruíz Garzón |
Entre la variopinta muestra, hay textos que ni fu ni fa, refritos de Twiling Zone o de los X Files, reescrituras cortazianas, metamorfosis y alegorías, no me interesaron para nada, en su lugar hubo otros que sencillamente me fascinaron, de esos me gustaría mencionar algunos: La casa de Adela de la argentina Mariana Enriquez, sobrio y hermoso cuento de fantasmas. Mi hermana Elba, de la española Cristina Fernández Cubas, notable relato, el manejo técnico exquisito para lograr el efecto final, la pérdida de un don y la inocencia. Lipívoras de la chilena de Alicia Finieux Campos, magnífico cuento de ciencia ficción donde se extrapolan las obsesiones de hoy en el futuro, bien jugado el final sorpresa. Loca de la española Elia Barceló, viajes en el tiempo, escapes del futuro, crápulas del siglo XXI, eficacia y síntesis, impresiona todo lo que esta autora es capaz de contener en tan pocas páginas, el vértigo, la acción, el perfil de los personajes, la sutileza conque se elabora el contexto, una joya. El librito pequeñito de la española Sofía Rhei, que trata de muñecas malvadas e impostoras, pero lo que lo hace entrañable es ese fino tratamiento con que lo narra, con una ingenuidad infantil que espanta. ¿A qué le tienes miedo? de la mejicana Raquel Castro, directo y simple, en el umbral de la niñez a la adultez, de la vida y la muerte. Gracia de la española Susana Vallejo, distopía, el mundo que soñamos se derrumba, la maldición fridneana: quien quiera construir el paraíso en la tierra construirá el infierno. Un relato narrado pausadamente, que nos va revelando poco a poco los hechos en medio de un coloquio de mujeres conmovedor, otra joya, un relato que sobrecoge y pensar que fue publicado en 2014, cuando no sospechabas nada y te topas con pasajes como este:
“—Teníamos de todo lo que no necesitábamos. Supongo que pusimos en peligro al planeta y se vengó. La gripe terminó con la mayoría; tu abuelo, tu madre… Ya antes había empezado la cuesta abajo; la crisis de principios de siglo, los recortes, el lento declinar del estado del bienestar, la nueva realidad, el final del Pico… Pero no nos dimos cuenta. Nadie quería darse cuenta… Luchamos y perdimos.”
Wekids de la española Laura Vallejo, sin duda la cereza en el pastel, qué forma de narrar más ágil y eficaz, redes sociales, niños súper populares, los procesos de socialización, pequeña nouvelle que genera risas, pánico, y devora likes.
A modo de coda, en dicha antología aparecen dos escritoras centroamericanas, la salvadoreña Jacinta Escudos, con un texto modesto, escrito muy a su estilo, y la costarricense Ana Cristina Rossi, que coquetea con la ciencia ficción en un buen relato distópico, la aprensión de la última mujer de reproducirse es un buen guiño. Sin embargo, hay autoras contemporáneas en la región más comprometidas con el género fantástico como Jéssica Clark, o Laura Quijano, me hubiera encantado verlas en esta muestra.
Si te interesa este libro, aquí te dejo un link para que lo podás descargar y leer en formato epub: Insólitas. Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España - Teresa López-Pellisa y Ricard Ruíz Garzón
Germán Hernández.
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No sé si llamarle fantástico o extraño, a lo mejor vienen a ser lo mismo. Hago la distinción por conveniencia. Para lo fantástico ya vas preparado, ya se es cómplice de la mentira y solo se espera que la transgresión sea convincente. Con lo extraño ocurre semejante, pero la transgresión está velada, como lector o lectora te enfrentás a la más completa soledad.
Bestiario, el primer cuentario publicado por Cortázar es de la categoría de lo extraño. No importa cuánto nos esforcemos en hacer alegorías e interpretaciones sobre el significado de sus textos, siempre a nuestras espaldas sentiremos la carcajada del demiurgo, estamos a su merced como sus personajes, casi lo imagino haciendo un gesto con los hombros, desinteresado, como diciendo: ajá, está bien, lo que tu digas, será como quieras.
En esta reelectura del primer cuentario de Cortázar encontramos algunos de los más conocidos y entrañables del autor como “Casa tomada”, impecablemente escrito, breve, exacto, dos hermanos, sin aparentes obligaciones ni apremios económicos transcurren en las rutinas cotidianas de una vieja casa, es todo el mundo para ellos y sus costumbres, pero la casa va siendo tomada paulatinamente, y ellos no hacen nada, tan solo van desplazándose a lo poco que les va quedando, clausuran sin luchar su acceso a las habitaciones, ¿qué les pasa, qué significa esa resignación, esa derrota y esa compasión cuando son finalmente expulsados, y arrojan la llave a una alcantarilla? “Carta a una señorita en París” nos provoca más preguntas angustiantes, ¿Pero de qué tamaño será la culpa o la vergüenza de este hombre incapaz de terminar con ella al punto de preferir acabar consigo mismo? Lejana, parece nada más que un ejercicio de estilo, incluso su argumento es un clásico del horror, las sustituciones, los robos de identidad, ya en “Ómnibus” Cortázar se sale un poco de los ambientes pequeñoburgueses y nos lanza a la calle, ahí nos muestra dos transgresores en plena huida, en este cuento encontramos la semilla de algo que el autor desarrolla con maestría: sus pequeños ecosistemas, en este caso el Ómnibus, más adelante en su obra lo hará en Autopista del Sur y en Los premios; en este caso, los transgresores no saben siquiera que lo son, poco a poco con absoluto estoicismo, antes incluso de cuestionar lo que pasa se rinden, igual que los protagonistas de Casa tomada, otra constante en la obra cortaziana, hay fuerzas y presencias desconocidas contra las cuales no hay nada que hacer, los personajes sucumben, y compran flores.
Julio Cortázar |
Cefalea, expone, tal vez, la externalización de una paranoia, pero lo que sí nos expone claramente es lo mucho que se divertía Cortázar creando seres fantásticos, en este caso las mancuspias, anuncio de lo que vendrá en el desarrollo de su obra con sus curiosas criaturas y tipologías: octopatos, glúcidos, lípidos, famas, cronopios, piantados… y muchos más.
Circe, un cuento muy formal, escrito con sutil genialidad, a partir de la fatalidad Delia y la obstinación de Mario, aflora el horror y una bien ejecutada vuelta de tuerca.
Las puertas del cielo, más intimista, y a la vez integrando el entorno, los boliches y noches bonarences. Celia a muerto tísica, Mauro la llora inconsolable, Marcelo, amigo y narrador del relato lo acompaña en su pérdida, hasta el mundo de los monstruos, no de la fantasía, sino los reales, el de las criaturas hechas de vicio y tedio, no sé, pero siento en este texto un homenaje discreto a Onetti, hasta que entre la muchedumbre Mauro cree ver a Celia, eso basta, un instante que parece restituir el orden, algo que consuela después de todo, aunque sea inútil. De los relatos más sentidos y conmovedores de Cortázar.
Finalmente “Bestiario”, Isabel, una niña, vacaciona en la finca de sus tíos, más que nada para hacer compañía Nino, los niños juegan, construyen un fornicario, coleccionan hojas, exploran un mundo lleno de criaturas diminutas, en contraste están las vidas de los mayores, de sus rutinas, la casa, afuera los peones, un tigre que merodea. Dos realidades que por fin colisionan.
Si te interesa este libro, aquí te dejo un link para que lo podás descargar y leer en formato epub: Bestiario - Julio Cortázar
Germán Hernández.
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En el marco de hechos reales: los homicidios del Psicópata,
misterioso asesino múltiple cuyo seguimiento mediático hizo alucinar a la población
en la década de los noventa del siglo pasado, el autor monta esta trama ficcional
de corte policiaco. En general se trata de una novela ligera y entretenida.
Pero, si lo que espera el lector es una detallada exploración hacia la mente asesina, o la minuciosa persecución de un culpable de los homicidios, donde los sabuesos del OIJ, a pie examinan evidencias, acosan sospechosos, es decir, haciendo su trabajo de calle, en eso la novela queda debiendo dentro del género negro, tendrá que conformarse con el resumen ejecutivo de los investigadores cuando se reúnen en sus despachos. Decepción.
Óscar Núñez Olivas |
En lo que la novela sí abunda es en idilios amorosos y cursis, y la subtrama en tono de parodia de unos periodistas, y el rotativo donde trabajan, relato paralelo que nunca se integra al núcleo de la novela.
No sé, creo que en la literatura costarricense nadie se ha tomado en serio la novela negra, ha sido más un recurso para decir otra cosa, por otro lado, la exigente técnica que obliga este género supone muchos sacrificios literarios, algo que sospecho los autores no han contemplado tampoco.
Esta novela, pudo haber sido sobre la última noche de
Raimundo Fonseca Vargas, y en cierta manera lo es, pero como subterfugio para
más bien contarnos su vida mediante el recurso del racconto, desde su origen
humilde, hijo de una madre soltera, y un padre abandónico y de la alta sociedad,
sufrirá los más crueles tratos del padrastro durante la infancia, pero su
enorme voluntad y notable inteligencia le abrirán el camino hacia el éxito,
descollará pronto como estudiante, joven abogado, y se abrirá paso entre la
aristocracia y desposará a una chica burguesa, encontrará el éxito en los
negocios y la política, una historia feliz de no haber sido por el hecho de que
su ambición lo volvió soberbio, no supo ser el padre amoroso de su primogénito
a quien escarneció como lo hizo el padrastro con él, y pese a todo, ese hijo,
lleno de resentimientos cuidará de él en su larga agonía devorado por el
cáncer, hasta la última y negra noche en blanco de su vida. Así más o menos es
la telenovelezca trama de esta obra, donde la excesiva tipificación de las
situaciones y personajes la vuelven obvia y predecible a cada página.
Abril Gordienko |
No se salva esta novela pese a la aleccionadora contraportada en que Anacristina Rossi la sitúa en el ámbito de la perspectiva de género, de cómo el patriarcado oprime y daña a los hombres y la dudosa necesidad del padre en la construcción de la masculinidad de los hijos, todo eso está bien, pero queda debiendo literariamente; el narrador omnisciente e intrusivo llega a ser molesto, sus ripiosos neologismos son insoportables, los juicios de valor inútiles, cuánto hubiera ganado el relato si se hubiera explotado más el monólogo interno de los personajes, si se hubieran desarrollado más las contradicciones entre el padre y el hijo que se vuelven secundarias con el culebrón biográfico.
Germán Hernández.
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Creo que tendría entre 17 y 19 años cuando leí por primera vez Los premios de Julio Cortázar. Me pareció fantástica, especialmente los monólogos de Persio, las dulces ingenuidades del pequeño Jorge, la inquietante iniciación sexual de Felipe, en fin, todo escrito con esa prosa frondosa, y esa discreción exquisita del narrador omnisciente.
Ya pasaron bastantes años de aquella lectura juvenil, vuelvo a enfrentar el texto y no ocurrió la magia de la primera vez. Esta vez me resultó aburrida, incluso frívola. Eso sí, la técnica con que fue escrita está fuera de todo reproche. Inútiles las alegorías y rancias interpretaciones, la lucha de los personajes de cruzar de la popa a la proa del barco ante una arbitraria y misteriosa prohibición no alcanza para componer teorías existenciales sobre la otredad y los que buscan transgredir la realidad, trascenderla. Mas que nada quedan los insignificantes diálogos de sujetos que no hacen más que estar sentados fumando.
Pero hay un elemento que ahora me ha llamado la atención, uno que no fue relevante, apenas incidental durante mi primera lectura, se trata del presunto brote de tifus en el barco, y que justificaba el aislamiento de los pasajeros en una parte del barco. Escribo esto durante el segundo semestre de 2020, en circunstancias en que la nueva cautividad en que vivimos se antoja semejante a la de los pasajeros del Malcom, unos tan conformes y resignados, otros tan furiosos e iconoclastas, así son los pequeños ecosistemas que tan bien sabe construir Cortázar en sus obras.
Julio Cortázar |
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Fernándo Contreras Castro |
Andrea Camilleri |