23/10/25

La gente no lee porque “no le gusta” sino porque no comprende.

 


El decir de mucha gente: “no me gusta leer” puede ser en realidad otra cosa, no comprende lo que lee. Si lo único que lees son encabezados del periódico, mensajes de whats app o memes, dudo mucho que puedas comprender el Ulises de Joyce y obviamente que te guste.

El proceso cognitivo de leer es complejo, primero a través de la vista captamos un montón de signos en el papel o la pantalla, luego el cerebro los identifica, los transforma en fonemas, en palabras, accede al significado de esas palabras, las analiza sintácticamente y extrae un significado que el lector contrasta con su propia experiencia, pero no es un proceso natural, es una habilidad que debe aprenderse y desarrollarse.

Definitivamente yo no podría correr una maratón, no estoy preparado para un esfuerzo de ese tipo, ni recreativamente ni competitivamente, simplemente no he entrenado nunca, mi condición física es deplorable, correr puedo, pero tan brevemente y con tanto esfuerzo que debo  admitirlo, si deseara correr una maratón, debo desarrollar las habilidad y capacidades para hacerlo, aprender a respirar, a emplear el calzado y el vestido apropiado, la hidratación, el calentamiento, el acondicionamiento físico, en fin, comenzar de a pocos, ir incrementando, asesorarme con corredores experimentados…

Creo que ya entendiste lo que quiero decir, leer es una habilidad y una capacidad que debe desarrollarse y ejercitarse, el cerebro debe entrenarse y acondicionarse, pero no digas que no te gusta leer si nunca lo has hecho, y sencillamente no tienes la capacidad para hacerlo, igual que yo que no tengo la capacidad de correr una maratón pues no me he formado para eso o simplemente porque no me interesa, yo prefiero morir de arteriosclerosis sentado en una silla leyendo, y vos, sin leer de ignorancia.

 

Germán Hernández


 

12/10/25

Parábola del “derecho a defenderse”

 


El derecho a defenderse es semejante a un hombre que dormía por la noche y lo despertó un gran estruendo, habían entrado a su casa, saltó de su cama, corrió hacia la sala y mientras el ladrón huía le reconoció, era su vecino. Mientras el hombre contemplaba los daños pensó, tengo derecho a defenderme, no comprendía cómo su vecino se atrevió a robarle. Fue a buscar su arma, la cargó y salió, ya frente a la casa de su vecino, tiró la puerta, entró disparando, destruyó todo, encontró a los niños y la mujer escondidos en un armario y los mató. Había otros vecinos que se asomaban a la entrada atónitos y fascinados, algunos decían basta, detente, otros sonreían, sigue, no te detengas, cuando ya no había nada que matar, ni destruir, sin haber recuperado el botín robado el hombre salió conforme, no sin antes prender fuego a la casa, con planes sobre lo que edificaría sobre la tierra arrasada.

 

Germán Hernández

 


 

7/8/25

Economizar y ahorrar no son lo mismo

 


Popularmente, economizar y ahorrar se emplean como sinónimos, por ejemplo: una persona realiza la compra de la quincena, tiene unos ingresos determinados, y tiene que decidir entre lo que desea comprar y lo que puede comprar. Ante ese dilema, intentará rendir el dinero de que dispone, al final de su compra considera que “ahorró” en licor para comprar más carne o que “economizó” en jabón de baño para comprar champú. En el ejemplo anterior, la persona a la cual nos referimos redujo su gasto en esto o en aquello, pero eso no supone de ninguna manera que ahorró o que economizó.

Economizar es gestionar racionalmente el capital disponible para satisfacer las necesidades y deseos, pero bien sabemos que no siempre tomamos las decisiones más racionales y también sabemos que existen necesidades que no podemos realizar. Dejar de gastar en algo, no implica que economizamos, se puede despilfarrar el salario en diversión y quedar debiendo el alquiler.

Ahorrar, es en la mayoría de los casos sacrificar necesidades y deseos inmediatos por necesidades y deseos de largo plazo. El sacrificio consiste en no gastar regularmente una determinada cantidad de capital y que esta quede en una cuenta de ahorro; el dinero que se reservó se incrementará, el ente financiero que alquila ese dinero pagará intereses sobre este, y pasado el tiempo, podrás gastarlo en las vacaciones que soñabas, en la prima de la casa para tus hijos o en un tratamiento carísimo contra el cáncer que recién te diagnosticaron.

Aclaro, también existen casos en que no se ahorra nada o es tan ínfimo el ahorro, y dado que el capital disponible no satisface todas las necesidades y deseos, entonces es la persona quien alquila dinero, y paga los intereses, a eso se le llama “endeudarse”. Cotidianamente las personas viven en una especie de juego de equilibrio entre lo que tienen y lo que gastan, entre lo que ahorran y lo que se endeudan, para todo ello se requiere un cierto grado de racionalidad, pero al no existir ninguna escala que la mida objetivamente y en grado óptimo y que tampoco es la única variable implicada, unos jugarán con mayor éxito y otros con menos.

Germán Hernández.