27/9/17

Sexualidades humanas: el abrazo diverso – Helio Gallardo y Camilo Retana



La sostenibilidad de la vida, nuestra factibilidad como sociedad, tiene mucho que ver con los modelos de desarrollo económico, político, social y ambiental, sus interdependencias y los senderos que elijamos. La convivencia humana, la posibilidad de construir un “mundo vivible” donde “todas y todos quepan” dependerá también de nuestras elecciones.

La discusión sobre la diversidad sexual no es moda, hoy como nunca lo invisible se hace visible, y todas nuestras instituciones tiemblan y se desboronan desde sus cimientos. La esperanza occidental de un mundo homogéneo, regido por la razón, la ciencia, el orden y el progreso naufragan ante una realidad caótica, ante hechos y enigmas que solo pueden ser conocidas desde otras sensibilidades y modos de conocer.

Helio Gallardo

Ante la realidad, todo cuanto nuestra sociedad considera refugio, certeza, norma, hoy parece que acabará aplastada. Por eso es necesario textos como el que reseñamos aquí, tan heterodoxos en su contenido y forma, constituido por dos proposiciones generadoras una del reconocido latinoamericanista Helio Gallardo y el emergente filósofo Camilo Retana que abren a su vez la discusión y dialogan con sus receptores, reúnen textos de otras fuentes antes impensables por su origen sospechosamente poco académico, y por eso, necesarias.

Camilo Retana

Tenemos entonces un texto que propone y discute, que deja abierta la posibilidad de replantearnos todo lo que creíamos saber y entender sobre la diversidad sexual, pero que más bien pone entredicho la comodidad de la heteronormalidad desde la que nos asomamos. Y a propósito de todo esto, nos facilita la oportunidad de participar en la construcción de nuestra propia identidad, ahora que ya no hay referencias, que todos los argumentos biológicos, teológicos, sociológicos, éticos no nos sirven más en esta aventura de construir y deconstruir lo humano.

Un texto oportuno, honesto y que “abre la puerta del closet” para que al menos nos asomemos, a ver si nos animamos a salir de nuestra madriguera.


Germán Hernández.


20/9/17

Corriente Subterránea - Cristián Marcelo



Impreso en el 2012 por Ediciones 77 dentro de su colección Vintage, Corriente Subterránea supone el cuarto poemario de Cristián Marcelo hasta ese momento. Dividido en dos secciones, la primera “Cámara nocturna (2004)” está compuesta por cuarenta y cinco poemas y la segunda “Corriente subterránea (2006)” con 47 poemas[1]. Se puede presumir que el año indicado en cada sección corresponde probablemente al año de composición o bien al año en que el autor recopiló y dio término a esa colección en particular, por lo que es posible decir que nos encontramos con dos poemarios, siameses por voluntad del autor publicados así bajo el título del segundo.

Lo que sorprende en la poética de Cristian Marcelo es su virtuosismo, su capacidad de construir imágenes de una belleza plástica indiscutible, y un ritmo y una cadencia musical meritoria; pero a veces sentimos que toda esa hipertrofiada capacidad plástica va en sacrificio del sentido, y muchos poemas se ahogan blindados en sus encriptadas circunstancias e imágenes, en conjunto, el autor apenas nos impregna de una atmósfera general de patetismo y despecho.

El exceso de talento no comunica mucho, la sobre edificación de los textos termina muchas veces por repetir fórmulas o caer en lo puramente accesorio, el poemario está repleto de enumeraciones, listados, imágenes superrealistas, casi siempre en triadas arbitrarias y aleatorias, incluso algo que es marca de autor pero que por el uso y abuso deja de brillar: la sustitución del “y” por el “o”.
 
Cristián Marcelo
Como sea, el autor parece consciente de los excesos y sus consecuencias, su propuesta ilimitada y sin concesiones se impone, sacrificando casi siempre la cortesía de dialogar con el lector.

Dejo tres ejemplos de los poemas que más me gustaron, todos de la primera sección del libro, el primero de ellos: “La fragilidad del cuchillo de cocina”:


La fragilidad del cuchillo de cocina

Reciente es la herida de mujer que llevo
A los sitios más remotos de la casa.
Apenas sangra se la muestro a las visitas,
A la gata que me lame la aspereza.

Voy por el mundo con mi llaga,
A pecho abierto llego a las casas,
Al regazo de los parques.
Tiene un gusto a mar en calma,
A uno que dice nunca, quizás, quién sabe.
Está amarilla como un girasol,
Amarillo que agoniza.

Con un bozal y una cuerda,
La saco a pasear en Navidad,
En Pascua le enciendo una vela blanca
Y una vela azul,
Y otra que no es blanca ni violeta.

Es una herida nueva,
Tiene la fragilidad de un cuchillo de cocina.
La tierna expresión de una coartada.

Salgo con ella los domingos.
Tiene que lucir su sangre verde,
Su magnitud de pus,
Mostrar sus modales en la mesa,
Sonreírle a mí y a mis amigos.

Es reciente la herida que llevo
A los rincones de la casa.
Qué bien domesticada -dicen unos-
Que perfectas maneras,
Y qué graciosa.


Claro que el título nos descoloca, el poema es sobre la herida que lleva el narrante, no sobre un cuchillo y menos sobre la fragilidad, pero seguramente es de los mejores poemas del libro, otro es “Doncella en desastre urbano”, bello poema en prosa y muy representativo dado el insistente recurso de la prosopopeya a lo largo del libro.


Doncella en desastre urbano

El día se mueve lentamente por la casa. La luz se filtra entre algas y arrecifes. La cortina respira polvo, y en el taller mecánico los empleados miran Penthouse. El día se apresura a pasar por enfrente del taller, agarra sus libros y los estruja contra el pecho. Está hermoso, a pesar de la espuma del relleno y las cejas depiladas con destreza de cirujano. Se ve que hoy será su día, pues, lleva una miniseta ajustada y un jeans que modela el viento. Su figura nos recuerda otras marisquerías, otros restaurantes de fast food, otras sodas y otros cafetines. Nuestro día se topa con los top models del taller mecánico, quienes tienen las lenguas más pulcras de la ciudad, las mejor lavadas a presión y al vapor. Hoy, sin duda, será su día. Se lo dice el horóscopo, la radio a full, los pericos regresando del verano. El día está lindo de pies a cabeza, aromático y de axilas rasuradas. Limpio, como el primer día del mundo.


Y finalmente los finos y delicados Haikús, tres piezas minimalistas y exquisitas:

Haikú I

En estos tiempos, contratiempos,
apenas logras escuchas
el reloj de pared.

Haikú II

Tranquila, la calle,
más tranquila, la ciudad,
algo debe suceder a lo lejos,
algo…

Haikú III

Tan difícil es el día,
tan largo,
que por solo tenerte
lo cortaría en pedazos…


Lo demás, será una lectura tórrida, huracanada, sin casi ningún refugio donde mascullar las palabras ni su sentido.

Germán Hernández



[1] No contamos los versos ni las palabras del poemario en vista de que nuestras modestas capacidades como crítico no llegan a la de los grandes maestros de la crítica literaria de este país.



16/9/17

Elefantes de grafito – Warren Ulloa




“Es fácil abusar del estilo realista: por prisa, por falta de conciencia, por incapacidad para franquear el abismo que se abre entre lo que a un escritor le gustaría poder decir y lo que en verdad sabe decir. Es fácil falsificarlo; la brutalidad no es fuerza, la ligereza no es ingenio, y esa manera de escribir nerviosa, al-borde-de-la-silla, puede resultar tan aburrida como la manera vulgar; los enredos con las rubias promiscuas pueden ser muy fatigosos cuando los describe un joven gotoso que no tiene en la cabeza otro objetivo que describir un enredo con rubias promiscuas.”
Raymond Chandler



Esta segunda novela de Warren Ulloa impresa en el 2015 por Uruk, y escrita como un thriller policiaco y político, calza muy bien con el estilo lineal y plano de Ulloa, por lo que resulta eficaz y entretenida al narrar homicidios, balaceras, terrorismo, complots, confabulaciones, sexo, idilios, en fin, una obra que por su tratamiento esquemático y superficial se sazona más bien por el tratamiento morboso y efectista de la literatura folletinesca y “pulp”, tanto que por momentos me sentí que estaba leyendo una novelita de James Hadley Chase.

La trama, muy frágil, (que no molestará al lector permisivo que busca entretenerse): Artur Sullivan, agregado cultural de la Embajada de los Estados Unidos es encontrado muerto en un motel, hay una sospechosa, quien es retratada por Mauro Pacheco dibujante suplente del OIJ, una especie de “hijo de papá” que se obsesiona por el retrato hablado que hace de esa mujer. Javier Brenes, el agente encargado de la investigación del homicidio recluta al dibujante que se convertirá en una especie de “gigoló por accidente” (nunca entendimos bien por qué). En la novela se abren varias subtramas, las dos principales son la del dibujante quien en su irracional manía por la mujer de su retrato, contacta a una periodista del diario “El Reflector”: Jackeline Aguilar, que también investiga el caso y acuerdan intercambiar información del caso lo que dará pie a una relación sentimental entre ambos; la segunda es la relación entre Javier Brenes y Camila, una joven colombiana que está envuelta en medio de una disputa sentimental entre dos tipos más.

El misterio se resuelve muy pronto, por lo que una vez que conocemos quién es la asesina y sus motivos, la novela pierde nuestro interés y al autor le toma más de cien páginas cerrar las subtramas que dejó abiertas.

Warren Ulloa

En algún momento el autor manifestó que esta obra es como el Informe Estado de la Nación novelado, tal pretensión nos parece excesiva, no creo que esta novela sea una radiografía de la realidad costarricense en toda su complejidad, hay muchas cosas ausentes, muchos aspectos del enfoque de desarrollo sostenible que no se vislumbran, muchas realidades y cotidianidades que no se advierten, la novela es apenas un esbozo ficcional de los titulares sangrientos de la prensa amarillista,  reitero eso sí: eficaz y entretenido, donde el autor se repite en sus tópicos y tipos, por lo que más parece una versión extendida y recargada de su primera novela “Bajo la lluvia Dios no existe”.

Germán Hernández


3/9/17

Nada de todo aquello – Carlos Francisco Monge



Un poemario más en la amplia obra del veterano poeta Carlos Francisco Monge. Lo edita esta vez la EUNED con una de las portadas y ediciones más horribles que he visto, pero bueno, ya se sabe, nunca se debe juzgar un libro por su portada (ni por su contraportada, edición y ningún otro paratexto).

Mejor refirámonos a lo que importa: al poemario, a sus 53 poemas. Con limpieza y oficio, su autor sabe lo que quiere decir y cómo decirlo. Con versos y frases breves, algunas enumeraciones sin ser extenuantes, una adjetivación precisa, sin abusos. Economía y claridad; su tono es moderado sin ser iconoclasta, ni vernáculo o antisolemne. Este poemario se lee de un tirón y sin dificultades, la voz que enuncia se da a entender, vuelve sobre sus pasos, juega, hace paráfrasis de autores y poemas reconocibles, y tiene hermosos aciertos.

Sin embargo, pese a aquellos poemas que tanto me gustaron, que me hicieron guiños y me interpelaron, me pregunto si realmente estos poemas le pueden importar al lector común y ocasional, si de verdad apelan a su experiencia y subjetividad o más bien se plantan ajenos a este, como bandera, como faro a otro tipo de lector, muy específico, concreto: a los poetas.

Gran parte del poemario se dirige a ellos, los expone, los desenmascara, probablemente el más bello poema del libro y uno de los que mejor describe lo anterior sea “Los egoemas”:

“Lo malo del poema es cuando se empieza a hablar del yo;
a hablar en yo,
a inmortalizar las páginas en blanco
con una tinta de insomnios
y de misteriosas navegaciones
por intricadas galaxias, parar hablar en yo.
Es cuando todo desaparece: la historia, las marismas,
la levitación del honor,
las acrobacias
de quien sostiene las dudas y envejece con ellas.
Los poemas del yo nacen como alimañas,
se quejan, se consumen,
solo ven por doquier los cuartos solitarios,
el humo del pitillo, los fantasmas,
las luces minusválidas, la carroña del otro,
la inmundicia de quienes no te ven, no te contemplan,
la decepción de que no te hacen caso
con tus versos dramáticos, inertes,
que escribes para ti,
que solo existes solo,
sin demás, sin demases.”

Con las inevitables reminiscencias a Parra y Neruda, este poema denuncia que los poetas que escriben en “yo” son unos cretinos. Y el asunto se vuelve nuclear, hay otros poemas similares, siempre señalando la vanidad, las ínfulas, la inutilidad del poeta y de sus cantos,  “Lunadas”, “Aplausos”,  “Las cosas que alguien ama”, “Pequeña crónica de un poeta viajero”, “Nicotina”, “Celebridades”, “Cuerpos”, “Conversaciones sobre la poesía”, “Tras bambalinas”,  “Carta a un poeta amigo”,  “Acta de intervención de un poeta mayor”, “Tareas del poeta en una tierra de lobos”.

Carlos Francisco Monge

Extraña eso sí el distanciamiento, la voz que nos habla a través de estos poemas es desde luego la de un poeta, pero cuando desnuda a los otros ya no parece serlo, parece suponer que él no es así, solo hacia el final del poemario se decanta por ser un poeta más como todos cuando declara: “Dame una palabra, que moveré al mundo”.


Germán Hernández