22/5/16

El caso de la esposa bígama - Erle Stanley Gardner



En el género policiaco, detectivesco o también llamado negro (con toda su generosa amplitud) la delimitación siempre termina siendo estrecha cada vez que surge algún autor innovador que logra ampliar el espectro las posibilidades de la investigación criminal, tan solo con mencionar un título como “El plazo expira al amanecer” de William Irish, nos damos cuenta por donde va el asunto.

Quizás la nominación del género más apropiada entonces es la de los norteamericanos quienes la llaman “crime fiction” tan amplia para que todo lo criminal quepa en ella, y sin toda la subtrama sociológica que se le quiere achacar por comodín o por criollismo.

Uno de esos autores capaces de reinventar el género contando lo mismo una y otra vez es Erle Stanley Gardner y su mítico personaje Perry Mason, ¿detective, policía? No, abogado criminalista. Su fórmula es sencilla, un sujeto cualquiera es víctima de las circunstancias y es inculpado de un crimen siendo inocente, Perry Mason toma el caso y no solo logra su absolución en el estrado, sino también encuentra y desenmascara al verdadero culpable. Simple, sin embargo, en su momento causó furor, vendió más de cien millones de ejemplares solo en USA, fue traducido a más de dieciséis idiomas, dictaba a sus cinco secretarias hasta dos novelas simultáneamente para un saldo de más de ochenta entregas solo de Perry Mason.

Erle Stanley Gardner
Por si todo esto fuera poco, su personaje inspiró 25 largometrajes para televisión y dos series televisivas, la primera de 1957 a 1966 y la segunda de 1973 a 1974; dando un rostro inconfundible al abogado con la interpretación del actor canadiense Raymond Burr y a sus colaboradores, la más que secretaria Della Street interpretada por Barbara Hale y del investigador Paul Drake interpretado por William Hopper. Con todo, su estilo es lineal, sexista (Gardner está obsesionado con las piernas de sus personajes femeninos) y estereotipado, pero intenso, entretiene al máximo.

En el caso de la esposa bígama (The case of the bigamous spouse) impreso en 1961, el bígamo realmente es su esposo, el autor logra mantenernos hasta la última página en vilo, y cuando parece que el infalible abogado lleva todas las de perder (esto también es parte de la magia de la saga) desentraña al culpable.

Quien rescate del olvido y el tiempo al implacable abogado, Stanley Gardner, debe saber que éste en su momento constituyó el “Tribunal de último recurso” un equipo de expertos en medicina forense, psicología y criminalística cuyo afán era defender a personas injustamente condenadas; o bien, al otro abogado, Perry Mason, paradigma de todos los dramas del cine, la televisión y la literatura sobre abogados.

Germán Hernández






3/5/16

Agatha Cristie – Ocho casos de Poirot



En realidad se trata de nueve casos, sutil extravagancia editorial o de la autora, una buena muestra de su estilo narrativo, y una oportunidad para quien quiera sumergirse en las aventuras del infalible, bigotudo, vanidoso y genial Hércules Poirot, el detective belga, héroe de una saga de 33 novelas y 50 cuentos y así poder conocer los métodos mediante los cuales resuelve sus casos.

Hay que recordar que después de Shakespeare y la Biblia, la obra de Cristie es la más traducida y la más vendida de la historia, por ahí se dice que sus novelas han vendido más de dos mil millones de ejemplares, al punto que en algún momento sus novelas fueron consideradas como el “mayor producto de exportación inglés”. Tal es la devoción por la autora y sus personajes, (y el dinero que genera) que en 2014 los herederos de esta autorizaron el retorno del detective Poirot, con la entrega  “Los crímenes del monograma” escrita por Sophie Hannah (como que ahora el oficio de ghostwriter ha dejado de ser oculto y estigmatizado negativamente, sino pregúntenle a los herederos de Stieg Larson y a las editoriales con respecto a la cuarta entrega de Millenium)   

La joven Agatha Cristie.
La autora fue miembro del selecto “London Detection Club” la famosa “escuela inglesa” la de la novela enigma, a esos casos que solo la mente y “las células grises” del detective puede desentrañar cuando todos los caminos fallan, la fórmula es eficaz y se repite siempre, las pistas sutiles y a la vista del lector y del inseparable Arthur Hastings (ayudante de Poirot, aunque tan discreto y con una presencia tan etérea que casi se puede pensar que es en realidad un amigo imaginario del detective) pero al final, solo el detective es capaz de verlas y resolver el crimen.

En cada novela o cuento, los ambientes burgueses, de aristócratas matando aristócratas con el exótico refinamiento inglés nos atrapa, pero tampoco nos embelesa; los móviles (herencias, maldiciones, venganzas) y los medios (el envenenamiento es el preferido de la autora) son clisés del género, aunque entretienen, que es a fin de cuentas el único fin de esta hábil escritora, que sin ser mi favorita, la venero por sus inapelables méritos.

Germán Hernández.


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