24/4/16

J.M. Coetzee – En medio de ninguna parte y la Edad de hierro

J.M. Coetzee


John Maxwell Coetzee, nació en Sudáfrica en 1940, su vida ha sido itinerante e inquieta, por lo que ha sido un largo recorrido por el mundo sajón, desde Estados Unidos, Inglaterra, hasta Australia, donde adoptó su residencia y nacionalidad. Polifacético, también ha sido y es traductor, programador informático, lingüista, crítico literario, académico, narrador, y por supuesto, en este último campo, premio Nobel de literatura en el 2003 a la tierna edad de 63 años.

Con todo, su obra se inserta en la realidad del complejo mundo del Apartheid, y en el caso de las dos novelas que reseñamos aquí, cabe decir que su obra es mayormente alegórica, sus personajes representan más el entrañable espíritu de su grupo, de su etnia, que así mismos. Particularmente en In the Heart of the Country (1977) mal traducido su título en español como “En medio de ninguna parte” y en Age of Iron (1990) “La edad del hierro” dos novelas publicadas con 13 años de distancia entre sí, pero que comparten varias cosas, sus protagonistas y narradoras son mujeres blancas, la narración transcurre en primera persona, la primera escribe una especie de diario, la segunda una larga carta a su hija, así que ambas novelas pretenden discurrir desde una visión de mujer. En la Edad del hierro, la señora Curren está muriendo de cáncer, y escribe una larga carta a su hija que ha migrado hacia Estados Unidos, inútilmente, pues no tiene certeza de que sus notas lleguen a ella, pues ha confiado como mensajero de su misiva al señor Vercueil, un indigente alcohólico que recién ha encontrado junto a su casa y que se inmiscuirá desapegado y distante en su vida. Por otro lado, En medio de ninguna parte, Magda en su diario, se refiere a su mortificante vacío existencial, a su falta de propósito en todo hasta que hace la prueba con el medroso Hendrick. Asfixiantes ambos textos, tediosos, la confesionalidad de ambos nos amarga, bien entendidos, estos son los méritos de ambos; dadas las circunstancias en que se desarrollan y la coyuntura de su Sudáfrica fracturada en el momento en que se escriben, la lectura se vuelve complicada hoy, es poco lo que se puede rescatar de ambas desde un punto de vista testimonial, por lo tanto, lo que queda es el sustrato humano.

En medio de ninguna parte, somnífera hasta la segunda parte, se expone a Magda su protagonista desde su virginidad, su infertilidad, y su incapacidad para dar o recibir afecto hasta el total aislamiento del mundo, y la incomunicación. Habrá que tender una licencia al autor, pues Magda se expresa más como un Doctor en Filología y Filosofía que como la campesina ignorante que pretende ser.

En paralelo, la señora Curren está muriendo, al menos su relato es más creíble, ella sí es Catedrática en Filosofía, pero igual coincide con “En medio de ninguna parte” en su incapacidad de comunicación, de transformar su entorno, el abandono está presente, como en la imagen de la conejera en que los animales murieron de hambre y descuido, análoga también con la de los corderos que murieron de igual forma en la otra novela. Será que estas mujeres solas, moribundas e infértiles representan la Sudáfrica blanca del Aparheit, incapaz de construir una nación, de parir un mundo nuevo, en fin, una interpretación fácil y clisé, poca cosa que decir, para unos personajes que por su derrumbamiento tampoco logran la empatía y el apego de este lector.


Germán Hernández.

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3/4/16

Ottón Solís, y su ridícula defensa de las especies en peligro de extinción

Diputado Ottón Solís Fallas


"El gallo de pelea es genéticamente hecho; lo hizo Dios, o la evolución, o Darwin o la naturaleza para pelear.” Diputado Ottón Solís Fallas (En La Nación).

“El proyecto de ley tal como está, prohíbe la crianza, hibridación y otras, y eso significa exterminar los gallos de pelea, porque estos animales son hechos para pelear. Es único entre los animales, los perros son creados genéticamente, por eso detesto las peleas de perros. Hay perros o toros que pelean, pero lo hacen por sexo o por hambre. El gallo de pelea sí lo hace naturalmente, los pollitos a los tres meses ya pelean. Yo he visto decenas o miles de peleas de gallos. Eso sí me opongo a las peleas de gallos donde existen apuestas” Diputado Ottón Solís Fallas (En Diario Extra).

Relativo al debate en el plenario Legislativo del proyecto de “Ley de Bienestar Animal” que penaliza la crueldad hacia los animales, el pasado jueves 31 de abril, el diputado Ottón Solís Fallas (El del partido del cambio y paladín de la ética), manifestó que el no votará a favor de dicha ley, pues prohíbe y penaliza la crianza y las peleas de gallos y que por ello estarían en peligro de extinción.

El diputado argumenta que estos animales están genética y naturalmente dispuestos a pelear, es su destino, es la voluntad de Dios o de Darwin (supongo que lo dice así para que sin importar la confesionalidad de cada quien, quedar bien con todos).

Además, nos advierte que estas criaturas desde que son pollitos pelean, es su predisposición. Por eso, según Ottón Solís Fallas, (Como si fuera un doctor en teología tomista considera que) prohibir la crianza y las peleas de estos animales va contra natura, y es condenarlos a la extinción, de verdad que nos conmueve la cínica sensibilidad ambiental del diputado.

Y afirma, como argumento de autoridad y juicio de experto que él ha visto miles de peleas de gallos, y con moralina barata señala que él a lo único que se opone es a que en dichas peleas se realicen apuestas.

Hay cosas que el diputado no dice, por ejemplo, que estos animales son cuidadosamente seleccionados por sus criadores, reciben cuidados muy especiales y hasta los entrenan, el principal incentivo de esto es lucrar al venderlos o ganar en las apuestas y el mórbido placer que les produce al ver a estos animales matarse entre sí, los gallos no nacieron con navajas en sus espolones, estas navajas se las ponen los galleros para que los animales “natural y genéticamente” se apuñalen y se destrocen hasta la muerte.
 
Espuelas para que los gallos se apuñalen y se maten entre sí
teológica y darwinianamente según el diputado Ottón Solís Fallas.
Pero claro, seguramente yo digo estas cosas por ser un tonto citadino que no entiende nada sobre la vida rural y campesina, y tampoco entiendo nada sobre el "valor artístico", y el "patrimonio cultural" y la "identidad de los pueblos" que disfrutan y lucran con estos inofensivos y lúdicos espectáculos como son poner a dos animales a pelear a muerte y hacerse pedazos. Y seguramente tampoco entiendo nada sobre lo que la acción humana le hace a la biodiversidad en la tierra y cómo la amenaza. Pregunta estúpida: ¿No es cierto que los gallos de pelea son aves domesticadas? ¿Se pelearían a muerte si fueran aves silvestres?

¡Pero sorpresa! Desde 1922 en Costa Rica las peleas de gallos están prohibidas, la ley persigue estas actividades y las sanciona, por ello toda instalación y actividad relativa a las peleas de gallos es clandestina e ilegal, y resulta que Ottón Solís Fallas ahora paladín y defensor de las especies en peligro de extinción amenazadas según él por proyectos de ley como “Ley de Bienestar Animal” ha participado en decenas, en miles de estos espectáculos ilegales, y al no denunciarlos encubre a los perpetradores de estas actividades ilícitas, por lo que se ha hecho cómplice de ellos que si bien no son “delitos” sí son contravenciones, me pregunto estúpidamente: ¿Qué será lo que dice el código de ética de su par-tido, caballito de batalla del diputado Ottón Solís sobre su confeso accionar? Supongo que tal vez haría bien en hacer lo propio como indica su iniciativa de ley estrella: C.E.R.R.A.R. (la boquita), y renunciar.


Germán Hernández

Y aquí la obra de Dios o de Darwin al final de una divertida y lucrativa jornada.