18/9/15

Santiago Gil se refiere a "La colina de los niños"


Un largo y venturoso viaje

No es casual que Germán Hernández haya comenzado su libro de relatos citando a Julio Cortázar. El escritor argentino decía siempre que en la novelas la victoria podía ser por puntos, pero que en los relatos siempre había que ganar por ko. No hay concesión posible cuando alguien quiere contar en pocos renglones lo que podría narrar en miles de páginas. Germán consigue noquearnos en casi todos sus relatos, y lo bueno es que recurre a distintas técnicas, a virajes inesperados, a juegos de palabras y a una constante intención de rozar algunas de nuestras emociones.

Este es un libro que se va leyendo sin que casi seamos conscientes de que andamos persiguiendo las letras del abecedario. Es hipnótico y sorprendente, valiente en algunos de los temas que aborda y al mismo tiempo es un gran tablero que propone todos los juegos literarios que queramos emprender más allá de lo que tenemos delante.

Santiago Gil. Fotografía de Angel Medina.
Me gustan sus principios y me levanto de mi asiento ante sus finales. Si tiene que ser duro es duro y si quiere ser sensual sabe moverse por los márgenes del erotismo, para dejarnos libre todo el camino que conduzca a nuestros propios sueños. Se acerca a los adioses y a las muertes, y en sus ficciones casi todos los personajes quieren escapar hacia alguna parte. Encontrarán humor y soledad, metaliteratura con sugerentes guiños inesperados y unos personajes que saben contarse y que jamás confunden sus voces, como tampoco nos confunde la voz del autor cada vez que aparece para contarlos. Destaco, sobre todo, el buen oído de Germán para llevar al papel las voces de la calle.

La lectura no deja de ser más que un largo viaje. Los invito a que se adentren en La colina de los niños sin más equipaje que las propias ganas de seguir viajando a través de las palabras. El destino es siempre un misterio, un final abierto que jamás acaba. Por eso leemos. Para que la vida sea siempre un poco más larga.

Santiago Gil

6/9/15

Larga noche hacia mi madre – Carlos Cortés



Mi madre tenía tres meses de embarazo cuando asesinaron a mi padre. Guardaba cama por prescripción médica, para prevenir un aborto similar al del año anterior y permaneció en reposo absoluto hasta que yo nací, cinco meses más tarde. 34 años después murió del mal de Parkinson, tras una larga, casi interminable enfermedad. Había pasado en cama o sin moverse algunos de los momentos más importantes de su vida.”

Este texto corresponde al primer párrafo del relato “Retrato de mujer con los instrumentos de la pasión” de la colección de relatos “La última aventura de Batman” de Carlos Cortés (obra que fue reconocida como premio nacional de cuento en 2011). Podemos afirmar que en este párrafo se resume toda su novela “Larga noche hacia mi madre” trama mínima, sin más, salvo un desfile de parientes de mediocre singularidad.

No deja de ser interesante rastrear la génesis de esta novela en otros relatos del cuentario citado, particularmente en tres cuentos: “La última aventura de Batman”, “Retrato de mujer con los instrumentos de la pasión” y “La viuda de blanco” dichos textos abarcan, resumen y agotan todo lo que tres años más tarde “Larga noche hacia mi madre” relata de manera sobrecargada, y es que para mí, la novela está prácticamente agotada en las primera veinte páginas, en vista de que en el resto no habrá más que un estéril sabor a redundancia, a concéntrica vaguedad y sofismo.

Desde luego que Carlos Cortés sabe escribir, y lo hace bien, por lo que no asombra que surjan destellos de ingenio y belleza plástica entre sus páginas, pese a la ciclotímica actitud del narrador, que ensaya desde la actitud del superhombre nietzsheciano hasta el más patético Kafka de “Carta a mi padre”.

Carlos Cortés
No hay giros narrativos ni recursos para al menos despertar la atención en este plano relato del que ya se sabe todo desde el principio; apenas inquieta, y ni de lejos aquellos capítulos divergentes, quizás como intento para romper la monotonía, totalmente impostados como “X. 28 semanas de gestación” ó “XIII. De Fernando a tía Nena” donde en este último el artificio epistolar cae en lo absurdo, pues la carta la escribe un personaje que llegará mucho antes al destino de su carta.

La edición de Alfagura es lamentable, está plagada de erratas, hoy diríamos "dedazos".

Con todo, “Larga noche hacia mi madre” es una novela multipremiada, primero  obtuvo en 2013 el Premio Centroamericano de Novela "Mario Monteforte Toledo", en Guatemala, luego el premio Ancora en 2015 en Costa Rica y fue una de las siete finalistas del premio hispanoamericano Rómulo Gallegos en su última edición. Pese a ello, no puedo comprender qué habrán visto los generosos jurados en esta novela, donde lo “experimental” caballito de batalla en toda la obra de Cortés, comienza ser indicio de carencia y no sé si tendrá el favor de los lectores.


Germán Hernández.