28/2/18

Punto y Coma - Rodrigo Soto y Germán Hernández

Recién me di cuenta que ya se había posteado en Youtube el programa Punto y coma dedicado a Rodrigo Soto y su novela "Aquí las noches se hacen largas" y a mi cuentario "La colina de los niños". Lo comparto por aquí, me ha traído gratos recuerdos.


27/2/18

Vamos a tocar el agua – Luis Chaves



La pura verdad, es que cuando salió “Vamos a tocar el agua” con bombos y platillos, cobertura mediática, rumores de super ventas, a mí lo que me dio fue pereza. ¿Qué es esto? ¿Ahora con lo de la “autoficción” los autores se entregan a una especie de farándula literaria? ¿Es que no se aguantan a esperar a la (más digna tal vez) edición póstuma de sus notas sueltas?

A lo mejor no eran más que prejuicios míos, una especie de aprensión natural por todo lo que brilla meteóricamente en el cielo. Así que magnánimo le di una oportunidad, y muy pronto, me dejé llevar por el asombro y la sorpresa, de un libro que no sé, que quién sabe qué evocará en la gente que no ha nacido todavía. Pero al menos a mí me contó una travesía inesperada.
 
Luis Chaves
La crónica - relato hace desaparecer al escritor, salvo señas y aclaraciones, siempre es la crónica de un sujeto que está de viaje con su familia durante un año por alguna razón, puede ser un ingeniero, un abogado, cualquiera, pudo ser Alemania o Turquía, pero sobre todo una aventura para adentrarse en lo cotidiano, en el desafío de encajar.

El estilo de Chaves es tan dulce y sin aspavientos, acierta cada vez, en la fragilidad y en lo evanescente de un recuerdo que no remuerde, ni duele, ni culpa, y que solo busca sentido, la honestidad de este libro es tal que conmueve, una pieza deliciosa, que enamora por ser así: las palabras de un papá, de un escritor, de un esposo, de un sobreviviente, de un peatón.

Germán Hernández


26/2/18

Young Girl – Gary Pukett & The Union Gap

"El sueño de Teresa" Balthus


Cuando los roles se invierten, cuando los mandatos dejan de cumplirse, no queda más que la sanción social de un lado, la vergüenza, la culpa del otro, son los recursos para restablecer el orden. Todos y todas hemos estado siempre a un paso de la transgresión.

Para Humbert y Dolores, la transgresión fue la inversión de roles, someterse a la voluntad de una niña para uno, la dominación castradora de ella, ambos son culpables y son castigados, Navokov es conservador en la solución de su más popular novela, aunque nos llevará por un caudal de tentaciones lascivas y submundos de pesadilla, al final nos deja claro lo que ocurre a los transgresores.

Y a un paso de la transgresión, parece decir la imperecedera “Young girl” de 1968 de los Gary Pukkett & The Union Gap, siempre a prueba, aquí al contrario, la templanza del hombre mayor ante la niña enamorada (aunque hay que averiguar la versión de la chica, no la conocemos, ¿porqué se enamoró?, ¿será un capricho adolescente, acaso las figuras de éxito o de autoridad, un jefe, un profesor, un futbolista, un cantante famoso, un actor, no son las fantasías iniciáticas, necesarias para construir carácter e identidad?) que la ha descubierto, y por eso, esa niña disfrazada de mujer debe correr a casa con mamá, él no será seducido por ella, no caerá en la trampa, no va romper con el mandato.

Y sin embargo, en medio de esa solución razonable, digna, hay una tensión, una lucha entre el mandato y el deseo, no sabemos qué fue lo que pasó después de estas líneas de la canción:

"Get out of here
before I have the time
to change my mind
'cause I'm afraid we'll go too far."

Yo quiero pensar que ella no volvió a casa, yo quiero imaginar que ella decidió por encima de los mandatos, yo quiero imaginar que él sinceramente la amó esa noche, que construyeron algo indestructible, mejor que ellos mismos, algo a lo que no podían renunciar y que, convertidos en transgresores, supieron perdonarse a sí mismos.

Mientras, yo me embriago con la dulce voz tenor de Gary Pukett.


Germán Hernández.





20/2/18

Don Mclean – Vincent

La noche estrellada - Vincent Van Gogh. 1889.


En 1971, tras una exaltada lectura de la biografía de Vincent Van Gogh, el cantante y compositor Don McLean, conmovido por la obra y la trágica vida y desenlace del pintor holandés, escribe una de sus más bellas composiciones directamente en una bolsa de papel mientras contemplaba una reproducción de “La noche estrellada”.

Así surgen aquellas primeras líneas “Starry, starry night” que delicadamente van insinuando el mundo pictórico del creador de “Los girasoles” y “Campo de trigo con cuervos”, los autorretratos sombríos y los harapos, y así va tejiendo un dulce homenaje que invierte la locura del artista en la incomprensión del mundo, hasta redimirlo, hasta transformar la enfermedad y el suicidio en la trágica belleza de un hombre:

Now, I understand,
what you tried to say to me
And how you suffered for your sanity
And how you tried to set them free
They would not listen
they did not know how”

“For they could not love you
But still your love was true
And when no hope was left inside
On that starry, starry night
You took your life as lovers often do”

But I could have told you, Vincent
This world was never meant for one
As beautiful as you”

Vale la pena escucharla una y otra vez, pensando que verdaderamente, este mundo no fue hecho para alguien tan bello como vos.


Germán Hernández






18/2/18

¿Dónde se esconden los cuentos? – Byron Espinoza



Recién hasta ahora estoy intuyendo el proyecto literario de Byron Espinoza, su extraña atracción por la literatura para niños, inspirada por ellos y devuelta a ellos. "¿Donde se esconden los cuentos?" no es un relato sobre el paraíso perdido, sino el que nunca fue. Es como si nos contarán la niñez que quisimos, cuando todavía no éramos tan dogmáticos, cuando éramos maleables como el oro, pero los orfebres eran este mundo.

Es también un “ars poética” declaración de principios, unas páginas que desde la espontaneidad intentan discretamente un quehacer, no un sistema, sino la experiencia de escribir.

Estos cuentos, novelados sutilmente como Las mil y una noches, los Cuentos de Cantherbury o el Decamerón, rompen la perspectiva lineal del narrador, hay narradores, los personajes se vuelven narradores y tejen historias, son niños contados por un adulto, que a través de ellos quiere contar como un niño.

Siempre me embelesan los textos de Espinoza, sus mentiras son hermosas, yo también quisiera creer que la infancia fue así. Yo también hubiera querido escribir textos como: “El cuento del que me habló Saul”, “El cuento de Saul”, “Lo que no entiendo”, “Otra triste historia de amor”, y ni que decir de “La otra gran pasión de papá” y “De la buena pluma del esqueleto”. Cierra esta novela-cuentario con la imagen más hermosa, pero no se las voy a decir, solo que es circular, como el círculo que Giotto dibujó en su currículo.
 
Byron Espinoza
Por cierto, esta es la primera incursión en narrativa de Espinoza, así que es también un debut.  Papás y Mamás, si tienen que comprar este texto porque venía en la lista de útiles de sus enanos, es mejor que lo lean, a lo mejor y no iba dirigido a ellos, sino a ustedes.


Germán Hernández.


16/2/18

Archosaurio - Bernabé Berrocal



Mi primer encuentro con Juansantamaría fue a los seis años cuando estaba en el Kínder, me disfrazaron de héroe nacional, mi mamá hizo una bella antorcha con papel celofán, recuerdo que utilizó como mango para la tea vengadora mi Chipote Chillón del Chapulín Colorado (Ese sí era un verdadero héroe para mí). Cuando llegué al Kínder para la celebración patria, descubrí que todos mis compañeritos eran Juansantamarías también, me sentí decepcionado de no ser el único. Mi mamá para la ocasión me había contado una versión de la gesta heroica que  nunca jamás he vuelto a escuchar: El erizo valientemente se ofreció a quemar el Mesón desde donde los filibusteros resguardados masacraban a nuestros soldados, salió sosteniendo la antorcha, los francotiradores hirieron su brazo, la levantó de nuevo con el otro brazo, continuó su carrera, apunto estaba de arrojarla a los enemigos, y lo hirieron nuevamente en el otro, y con la boca recogió el arma letal, la agitó y la lanzó hasta los invasores y calló muerto y eterno. Mi mamá hubiera sido una gran escritora de sagas fantásticas, no hay duda.

Antes de mi segundo encuentro fueron más bien desencuentros entre la realidad histórica y el mito, hoy día para mí la realidad mítica es más poderosa que la histórica por lo que no me hago rollos con eso. Digo, mi segundo encuentro fue en el 2009, para el primer concierto de Iron Maiden en Costa Rica, recuerdo que mi amado amigo Manuel García me invitó para esa ocasión, me regaló una entrada VIP, pero fue imposible, ya la agorafobia estaba comenzando a envenenarme y la sola idea del gentío me daba vértigo. Pero sí que disfruté la traviesa imagen que algún ingenioso fanático editó en esos días, en la cual, desde el monumento de Juansantamaría, se veía a éste transfigurado en la persona del emblemático Eddie, la mascota de Iron Maiden, lo sentí más épico y exquisito que en The Tropper. Y es la imagen que todavía me taladra cuando leí Archosaurio.

Y mi tercer encuentro con Juansantamaría, precisamente es esa. Ha sido recién en estos meses, con la novela de Bernabé Berrocal, Archosaurio, como un delicado bicho mitológico, entre lo onírico y lo existencial que me volvieron esas imágenes. Perturbadora y descarnada, la he leído con angustia y dolor, con un Juansantamaría y un William Walker tan tristes y sobrevivientes de sus pesares, que justamente cuando estaban a punto de alcanzar el perdón lo ven naufragar en la inmundicia del Río Tárcoles.

Bernabé Berrocal


La novela experimental no tiene que ser una roca impenetrable, también puede ser un despliegue de ternura, un proceso de desmitologización, y restauración, tal como lo hace Berrocal, un fino y delicado narrador que tiene respeto por los materiales de trabajo y los usa con destreza, Archosaurio es la novela que Bretón y sus secuaces anhelaban escribir y no pudieron, yo recomiendo su lectura en las noches, para los que perdieron sus sueños, o el único sueño, a lo mejor aquí lo encuentran. Yo encantado de no tener que buscar más. Ahora los héroes nacionales, sean estos actrices porno, galleros, exiliados, burdos peatones reventados por las deudas, monosoñadores o estatuas desmoronándose, todos están más cercanos y sanguíneos que nunca.

Germán Hernández




13/2/18

Cuatro años de derrota



En 1934, en Costa Rica apenas y existía un minúsculo desarrollo normativo en materia laboral, para la mayoría de la sociedad pasaba casi inadvertido que los trabajadores y trabajadoras tuvieran derechos más allá de los que su empleador paternalmente les concediera; fueron algunos factores internos (y varios otros externos) como la acción del emergente Partido Comunista (recién fundado en 1932), de los primeros sindicatos artesanos, y las cruentas huelgas bananeras en el Atlántico las que contribuyeron a que aquellos que aceptaban el mandato de “ganarás tu pan con el sudor de tu frente” advirtieran por fin que tenían derecho a un salario decente, a una jornada de trabajo decente, a una seguridad social, a un régimen de jubilación, a un subsidio de incapacidad, a un día de descanso y vacaciones pagadas, a organizarse por mejores ventajas económicas y laborales, esa toma de consciencia, y la lucha de miles hoy anónimos, fue la que cristalizó las primeras reformas sociales en 1942 y las que le siguieron en 1949 y las que se desarrollaron en las décadas siguientes hasta 1982. No fue la voluntad o la acción de unos caudillos (Manuel Mora, Víctor Manuel Sanabria, Rafael Ángel Calderón o un José Figueres) concediendo derechos, pues los derechos no se conceden, no son dádivas. Al menos sí es de reconocerles, que leyeron bien su tiempo, y tuvieron la insólita capacidad de construir el primer pacto social de este país, un ejemplo de que se puede convivir en la diversidad.

Pero no todo son rosas, hoy, cuatro de cada diez personas que trabajan formalmente se les viola al menos un derecho laboral, miles y miles trabajan y no disfrutan de los mínimos laborales que rigen desde 1943 con la promulgación del Código de Trabajo. El imperio de la ley no es más que una ilusión y los derechos humanos también.

Antes de 1953, las mujeres jamás habían electo a nadie, ni habían sido electas, ese derecho pasaba también inadvertido tanto para ellos, como para ellas. Aunque no para todas, más de treinta años de lucha de la Liga Feminista por el derecho al sufragio (y más) se alcanzaron al fin en la constituyente de 1949. (No fue un regalo, ni la insinuación de Henrietta Boggs al oído de don Pepe como pretenden ciertas apologías vergonzantes). Pero hoy, las mujeres son el número uno en desempleo, en informalidad, ganan menos que los que tienen PENE, y apenas acceden a un tercio del crédito y son el rostro de la pobreza de este país. El imperio de la ley no es más que una ilusión y los derechos humanos también.

Hoy, surgen otros, se vuelven visibles en el momento que advierten que tienen derechos, un mundo de derechos es un mundo que exige más que leyes e imposiciones, exige una sensibilidad, un reconocimiento del otro que deja aparte cualquier amenaza, ese trabajo no se ha hecho, hemos firmado cartas, decretos, leyes y no hemos hecho el trabajo que falta: seducir, persuadir, convencer.

Cuando Leonardo Garnier promovió las guías de sexualidad y afectividad no tuvo que convencerme de nada. Como yo, muchos vimos oportunidades y necesidades satisfechas. Pero, ¿hizo algo más el señor Garnier por hacer viable, por convencer, por explicar a los otros?, ¿fuimos a los que “nada entendían” a los “fanáticos”, a los “fundamentalistas”, a los “conservadores” y expusimos con respeto nuestra “verdad” tan inapelable como las “leyes de la física”?, si es que lo intentamos lo hicimos muy mal, porque ahora vivimos en un país fracturado, cada quien “sentado en la galleta” de su buen entender, de sus dogmas, de su verdad, aceptando unas reglas inútiles donde el ganador cree que se lo lleva todo.

En las pasadas elecciones, voté con miedo, y sin esperanza, el pronóstico que hice a algunas personas cercanas se cumplió plenamente: Segunda ronda entre Fabricio Alvarado y Carlos Alvarado. Pero no vi venir la elección de diputados, La solides de la fracción de Liberación con 17, el repunte del PUSC con 9, y la inusual fracción de PRN con 14. Si ganara Carlos Alvarado en segunda ronda yo siendo él no querría ser presidente. Los próximos cuatro años serán de estancamiento, mangoneado por Ottón Solis “el inmaculado”, que no ha construido nada, ningún consenso, ningún liderazgo más que su imagen impoluta, y qué hará con esa fracción si se ve venir el liderazgo un Welmer Ramos que de antemano anunció su oposición con muchos puntos de la agenda de Carlos; con amigos así y la peor Asamblea Legislativa posible…

Los próximos años serán de estancamiento, nada espero de Fabricio, si llegara a ganar, mangoneado por unos revividos hermanos Arias. Todas las decisiones dolorosas que tenemos pendientes (Pensiones, reforma fiscal, infraestructura, seguridad, emprendedurismo, empleo, derechos humanos) no se tomarán, serán cuatro años perdidos, gane quien gane.

¿En medio de la profunda polarización y fractura como sociedad en que estamos todavía se puede sostener que basta con creer tener la razón e imponerla?

Que nuestra soberbia en nombre de la verdad no nos impida la posibilidad de construir puentes, lo que nuestros tecnócratas (Sí, usted, Leonardo Garnier y de puntilla Sonia Mora) nunca supieron conciliar, que ojalá podamos hacerlo posible, en nombre de la concordia, y la posibilidad de un mundo donde todos y todas quepamos. Algo habrá que aprender de los siguientes cuatro años de derrota.


Germán Hernández


12/2/18

Their Satanic Majesties Recuest – The Rolling Stones



El disco maldito, el que en su momento desconcertó a la crítica y a los seguidores, su primera y última irrupción en la psicodelia. Su lanzamiento no pudo ser en el peor momento, 1967, tendría que abrirse paso bajo la sombra del “Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band”, y a la saga de los emergentes Pink Floyd con “The Piper at the Gate of Down”. Pongámosle también que eran malos días para los chicos de la banda, el sexo, las drogas y el rock & roll pasan factura y se la pasaban entre la onírica inspiración y los tribunales, por lo que apenas y se juntó alguna vez la banda en las sesiones de grabación para el disco, el cual es una proeza de corte y confección para los productores y técnicos de sonido que lo tuvieron que armar.

Y con todo, por mucho es el disco que más quiero y disfruto de sus majestades satánicas. Inolvidable siempre su "She's a Raimbow".




Germán Hernández.


9/2/18

Tania Hernandez – Cuentos adultos fantásticos



Como instantáneas, raros momentos Kodak, como quien no quiere la cosa, restos de realidad que uno capta de oídas, así es como se muestran estos cuadros minimalistas y sobrios que recoge Tania Hernandez en sus “Cuentos adultos fantásticos”. Entre tanto dolor, hay espacio para lo fantástico, no como transgresión de la realidad, sino como consuelo, para soportar lo ordinario.

Compuesto en tres secciones estos cuentos, prosas poéticas (whatever) sobresalen los exquisitos textos de la primera sección con su “Aprendiz de astronauta místico” y en la segunda sección, “Don Rogelio” cuyo perfil queda completo sin que Hernández nos diga todo, o apenas todo en las delicadas sutilezas de un personaje que se empieza a añorar después de leído.

Tania Hernández


Aquí les paso una mínima muestra, para evocar la dulce amargura de los que sueñan:


Al otro lado

El aprendiz de astronauta místico volvía de su primer viaje mental al otro lado del universo.
- ¿Y qué hay al otro lado? Le preguntó el maestro. - Nada - ¿Nada? Y, entonces, ¿qué estuviste haciendo allá todo este tiempo? - Navegar - Pero, es imposible navegar en la nada.
El aprendiz medita un poco y con una sonrisa responde - Tiene razón, maestro. Entonces me corrijo. Al otro lado del universo está lo imposible.


La Luna

El aprendiz de astronauta místico le había ofrecido a su amada alcanzarle la luna. Para ello se había encerrado días enteros en su estudio, calculando la distancia exacta entre el planeta y su satélite. El resultado fue que entre el cielo terrenal y la luna hay exactamente cuatro poemas, cinco oraciones en sánscrito y doce ave marías, concebidas en una noche de siete pecados capitales. A pesar de la exactitud de sus cálculos, intuía que se le había perdido un parámetro entre el baño y la cocina, y que eso le impediría llegar al regalo prometido. Un día en que el aprendiz había salido a ver si el universo lo inspiraba, llegó el sobrino del maestro a visitarlo. El niño entró a jugar al estudio del aprendiz, tomó la libreta y con un crayón celeste dibujó encima de los cálculos una oveja alada. Cuando el aprendiz volvió, en lugar de reprenderlo, abrazó al niño con emoción. Entendió de inmediato que era eso lo que le faltaba: las alas de la imaginación.


Los Sueños

El día en que su amada le dio un no rotundo, el aprendiz de astronauta místico se encerró de nuevo en su estudio tratando de olvidarla y dedicándose por completo a su hobby favorito: armar y desarmar sueños. Desde hacía mucho tiempo la gente le llevaba sus sueños para que los despojara de pesadillas. Los primeros dos meses de soledad fueron un fracaso. El maestro recibía a diario las quejas de los vecinos. Si bien el aprendiz les devolvía los sueños reparados, al usarlos se les caían los recuerdos y entonces eran incapaces de hacerlos volar.


Don Rogelio y el Baile

Don Rogelio no aprendió a bailar. Le gustaba la música, pero no podía evitar que se le quedara prendida en el medio de su corazón. Él se movía, se sacudía, pero no había modo. Tan querida se sentía la música en su centro que no le apetecía para nada bajar hasta sus pies.
Don Rogelio, bailaba, por eso, solo con la mirada.


Don Rogelio y la Magia

A Don Rogelio no se le daba muy bien lo de la magia. Un día intentó sacar conejos de un sombrero viejo y lo que salieron fueron puras palomillas. Para no decepcionarse mucho las llamó “mis pequeñas conejitas voladoras”. Sin embargo, por más que le rogó, Lucrecia no le permitió quedárselas como mascotas.


Felices


Doña Marta y su amiga no cabían de la alegría. Ni en el baño del café, ni en el elevador del trabajo, y casi que ni podían entrar por la puerta de sus casas. Habían aumentado diez kilos de la pura felicidad de tener de visita a sus nietos y poderles cocinar los mejores postres que eran capaces de hacer. En la calle un sinvergüenza les sugirió que fueran al gimnasio. - ¿Para qué? - le contestaron - si es bien sabido que “lo comido y lo vivido nadie nos lo podrá quitar”. -



2/2/18

Rodrigo Soto – Aquí las noches se hacen largas



Recuerdo cuando estuve internado en el hospital San Juan de Dios, tenía 18 años. Vi a la Pelona pasar de cerca burlándose de mi fragilidad cuando una peritonitis casi me lleva con ella. De verdad que las noches son largas en los salones de un hospital, el tiempo se hace tristemente infinito, lo interrumpe apenas algún gemido vecino, doloroso y agonizante. Si al menos hubiera tenido algo que platicar con alguien en esas horas miserables. Esta breve novela de Rodrigo Soto hubiera sido buena compañera para esas horas.

En este coloquio entre cuatro sujetos tan distintos y comprometidos por el azar, sin saberlo encuentran su instante de redención, se cuentan y nos cuentan. Qué gran habilidad tiene Soto para manejar el dialogo, es su mayor fortaleza como narrador (la tensión y delicadeza del apartado 4 de la segunda noche es sencillamente estremecedora).

Confieso que tuve que contactar al autor para preguntarle si esta breve novela no era más bien una obra para teatro, me dijo que había nacido como novela, que se adaptó a teatro y que ahora volvió otra vez como novela en en la renovada colección Nueva y vieja narrativa de la EUNED. Aunque para mí su esencia, intuyo, está para ser representada en las tablas.
Rodrigo Soto

Curioso que el editor no advirtiera en esta edición la necesidad de haber actualizado o bien omitido el irrelevante detalle sobre el trabajo de la madre de Diego, (uno de los protagonistas) pues decir que trabaja en una compañía de radiolocalizadores, hace el anacronismo inevitable, mereció al menos una nota al pie de página en consideración a la generación que nos precede.

La lectura atenta de esta novela, creo yo, seguro que le hará la noche entretenida, emotiva y corta.


Germán Hernández