24/6/18

Perder la decencia




Yo nada sé ni entiendo de fútbol. Pero sí sé de la alegría de celebrar un gol, de cuando un jugador con picardía y espontaneidad se sale del guion y nos hace soñar con una travesura contra algún gigante invencible. El fútbol es a veces la única alegría de los que sobreviven cotidiananamente atados a sus rutinas, la única posibilidad de trascendencia, no por nada los espectadores creen que sus consignas, camisetas e inflamados ánimos también juegan en la cancha. Por eso duele tanto la derrota para los que tienen tan pocas victorias.

El viernes 22 de junio, en un juego que según expertos, y jugadores fue perfecto y lo dieron todo, acabó definitivamente el sueño de la afición de repetir aquellas victorias de Brasil 2014; siendo realistas, es poco probable que alguna vez se vuelvan a repetir. Lo que extraña es la conformidad de esa selección de futbol que resumía todos los anhelos de un país ingenua y cándidamente futbolero.

Celso Borges, quien quizás sea el más carismático jugador costarricense de todos los tiempos le reprocha a la afición que esperaba todo de él: “que opine la gente lo que quiera”, ¿de verdad? ¿realmente no te importa?, les duele perder, a quién no, pero en la Sele están satisfechos, ellos seguirán adelante, lo dieron todo según sus palabras, pero nunca los escuché pedirle perdón a una afición que lo espera todo, nunca los escuché decir que un resultado menor al de Brasil 2014 (por iluso que suene) era inaceptable, qué pronto tocaron techo estos muchachos, que poco compromiso tienen con una afición que los adora, parece que les basta con los buenos contratos e ingresos en Europa con los que la gran mayoría no podemos ni soñar, que adicionalmente reciben jugosos patrocinios y contratos publicitarios para vendernos refrescos, pantallas, pollo frito, llantas y planes prepago. Esos jugadores han recibido mucho de un pueblo que los idolatra y que hoy recibe tan poco de ellos, ese pueblo tiene derecho a sentirse derrotado, inconforme, molesto y mucho más ante la conformidad de esa selección y su cuerpo técnico, su actitud es una pérdida de decencia, de decoro y de honor.

Hace diez años, en medio de la más dolorosa fractura y polarización social, los señores Kevin Casas entonces segundo vicepresidente de la república y su compinche el diputado liberacionista Fernando Sánchez suscribieron el finado “Memorándum del miedo” una cínica estrategia de miedo, chantaje a la población y descrédito a sus adversarios, la cual fue implementada íntegramente y la cual llevó al pírrico triunfo de las desproporcionadamente mejor financiadas y logísticamente mejor preparadas fuerzas del “Sí al TLC” contra las del “No”. Ambos muchachos se indignaron mucho por la falta de respeto a su correspondencia privada (el Memorándum fue jaqueado de sus cuentas de correo, pero tampoco eran tan privadas, el Memorando llevaba membrete del gobierno de la república) en todo caso nunca pidieron perdón. Y ni falta que hacía, uno renunció a su vicepresidencia y se fue a dar clases a una prestigiosa universidad norteamericana, y siguió siendo colaborador ocasional de la Nación y de CNN, y como recompensa hoy estrecha la mano del presidente Carlos Alvarado que lo ha juramentado para que sirva a la Patria como ciudadano notable para la “Reforma del Estado” (El mismo día en que la Sele de fútbol sale conforme y satisfecha de su eliminación al mundial). Vale agregar que el ex diputado Sánchez, recibió como recompensa por el Memorando irse para el Vaticano como diplomático durante la administración de Chinchilla y parte de la de Solís (Hasta un libro de memorias escribió de esa hermosa experiencia) y regresó al país para ser hoy el flamante Rector de la Universidad Católica. Esas cosas duelen, hay gente honorable que ha dado toda su vida por causas superiores sin recibir nada a cambio.

Pero lo que realmente indigna de todo esto, es que Carlos Alvarado se olvidó muy pronto del millón  trescientas mil personas que lo hicieron jefe del Poder Ejecutivo, del mandato que el electorado le trasladó y de lo pronto que lanzó a la basura su plan de gobierno para abrazar las componendas de Piza y el equipo económico que le impusieron con sus recetas fondomonetaristas fracasadas hace más de treinta años; indigna más la comisión de “notables” que nombra ahora y que juramenta como lo hizo con la sele de fútbol como si de ellos dependiera ahora el cargo que ostenta. ¿Dónde están los grupos de mujeres, de colectivos LGBTI, de ambientalistas, de sindicatos, de campesinos, de las juventudes y personas de buena fe que ayudaron ponerlo a la cabeza del ejecutivo?, ¿tan rápido los desechó?, nunca he entendido el desprecio de la dirigencia del PAC por los sectores sociales.

Al inicio de la gestión de Carlos Alvarado he sido ácido y duramente escéptico, muy en el fondo anhelaba equivocarme en mis críticas, pero ahora que todo está claro, el señor presidente ha perdido todo mi respeto, evidentemente lo mangonean fuerzas políticas que lo han cooptado, no vale ni como escritor (aunque sus mediocres novelas se agotaran en la Librería Internacional que tanto desprecia la literatura criolla).

¿Dónde estabas Carlos hace diez años? Muchos estábamos dando la lucha por un modelo de sociedad, por la dignidad, por la patria, aunque no sirviera de nada. Pero el presidente hoy sos vos, y nos has traicionado y nos has dado una bofetada mientras estrechabas la mano de un personaje indigno y siniestro de la historia nacional a quien haces tú asesor y aliado. Su actitud don Carlos es una pérdida de decencia, de decoro y de honor.

Germán Hernández.





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