30/1/12

Atrapainsomnios – Heriberto Rodríguez


Publicada en 2011 por Ediciones Lanzallamas, que vuelve a acertar al ofrecernos este último libro de relatos del narrador Heriberto Rodríguez. 

Escrito con una prosa densa y versátil, Rodríguez consagra un estilo depuradísimo, un modo de decir y un humor “entre líneas” sutil y sabroso. Eso sí, no son textos de esos que se leen de corrido y entretienen sin más, son piezas muy elaboradas que exigen una lectura atenta, la menor distracción del lector lo defraudará, igual que al autor, que se ha jugado todo en cada texto, y donde nada está ahí por casualidad.

Son veinte textos, veinte experimentos, la mayoría de ellos cuentos propiamente dichos, otros que vibran como poemas escritos en prosa: “El pudor de las ninfómanas”, “El primer deber”, “Desde la Canasta”, “Trac Trac”. Lo cual nos permite intuir un libro más abierto a la experimentación, más misceláneo y libre, donde el goce plástico ablanda las fronteras genéricas y académicas y ofrecen otras posibilidades plásticas pero nunca definitivas, textos que hacen click como el objetivo de una cámara.

El mayor acierto en el conjunto de este libro, es el humor, un tópico esquivo y poco y mal manejado en nuestra literatura, el humor es de las cosas más difíciles de hacer en literatura sin caer en el chiste en sí mismo, el humor de Heriberto Rodríguez es sutil, es recurso asimilado con soltura y como un recurso más que no rechina en los textos ni se disuelve por inocuo. No son cuentos de humor, pero sí tratados con humor, ahí la grata sonrisa que se cuela en la lectura, y que desaparece luego con los golpes, porque también los hay.

Los temas son los grandes temas de la literatura, es decir, los de siempre: notas de viaje, locura y amor, y sumado a ello, una eficacia y una tención en el tratamiento que los hace perdurables en la memoria del lector. Se percibe en la mayoría de los cuentos cómo Rodríguez ha asimilado un modo de narrar en el que toda la fuerza y el golpe final de cada cuento se condensa y cristaliza en la última frase de estos, no, no se trata de finales sorpresa o cosas así, si no de “giros” que redefinen el relato, que revelan otra historia detrás de los hechos y que resuelven los textos en otra dirección que abruptamente desconciertan al lector, lo sacuden y le devuelven un nuevo texto.

Lo anterior es particularmente notable en textos como “Héroe en Roma”, donde  en medio de cierto triángulo amoroso y misión revolucionaria, surge otro texto solapado, lo mismo en “Maldad de algunos Dioses” donde se pone a prueba toda la omnipotencia del narrador demiurgo, en “Libertad, Libertad, Libertad” donde la última palabra la tienen los vivos, “Un paria en París” que se resuelve entre lo obvio y no tan obvio. “La última erección”  donde hay un juego entre el delirio y el fluido intercambio de perspectivas entre narradores y la  casi imperceptible correspondencia que difumina el diálogo en un texto que revela al verdadero iconoclasta, “En Irún” ya se ve cómo Rodríguez, sin agotarse en ningún tema, con una especie de ingenio ingenuo y humor sapiencial, logra con un par de trazos que el lector pueda construir un relato y un contexto y hacerse cómplice con el narrador, “En esta ciudad sin soportales” la prosa llega a un virtuosismo y una belleza que solo es sobrepasada por la calidad del juego y el “giro”, un texto de una calidad innegable, y una muestra que resume estilo y recursos en la obra de Rodriguez, una joya en sí misma.

“La escusa de la felicidad”, “El pudor de las ninfómanas” y “Madrugada sin Manuelita Sáenz”, son una especie de tríptico, donde la enajenación engendra sus propios códigos y realidades alternas (valium chardonay) que hacen un poco más soportables las madrugadas sin sus espectros.

Cuestión de “Vida o Muerte” es un cuento humorístico con todas las de ley, hilarante, absurdo, encantadoramente divertido.

“Las Tráqueas”, cuento inusitadamente extenso dentro del conjunto, sentimos que es al tiempo el más flojo, tiene sabor a clisé y se sale bastante del conjunto y manera del resto de relatos, un texto que posiblemente no nació para este libro.

Esa manera que tiene Rodríguez de formular sus textos por reiterada es arriesgada también, y no nos convence en textos como  “Visitas al aljibe” o  “Mc Donald’s”,  porque se siente que ya se sabe de que van, lo que sí los salva es la fidelidad a un estilo y ese modo de contar. Es posible que también se le reproche al autor, el hecho de que al estar mayormente escritos los cuentos en primera persona, se sienta que narrador y personaje principal son siempre el mismo de un cuento a otro, no se logra esa independencia y singularidad de los personajes centrales y el narrador que habla en ellos.

En general, un libro importante dentro de la nueva narrativa costarricense, y en muchos sentidos, una obra ya madura y distintiva del autor. ¡En hora buena!

Germán Hernández

2 comentarios:

  1. ¡Germán, tenés que contarnos el secreto! De dónde sacás tiempo para poder reseñar tantos libros. Menos mal que ya no estás con el reto de los 30 libros. En el caso de este libro, a mí me pareció una buena obra y me parece excelente que se hable sobre él. A veces parece que no se habla ni se escribe lo suficiente sobre algunas obras de muy buena calidad que se publican en el país.

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  2. Tiempo!!!!! Si lo tuviera escribiría te tantas cosas!!!!

    Pero se le hace el intento...

    Siempre bienvenido mi buen Ornitorrinco... Y es verdad, la obra de Heriberto ya es notable en nuestro país... pero ni modo, mis favoritos a premios nacionales nunca ganan.

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