18/1/13

Calú Cruz - Fuego en la Montaña



Bosque en llamas (Detalle) Cynthia Bignon

Fuego en la montaña

  
Guarumos a lo lejos adentran en sus ramas las verdades y clavan por la senda espinas. En la explanada un rancho de bambú, madriguera de dos: uno campesino, Fernando, y la otra hogareña, Lucía.

Apenas el rumor del viento irrumpe; sombras copiosas hay en la ventana, muy junto a los platanares, cerca, muy cerca y pegadas a su casa.

—¡Tomá las botas, Fernando!
—No te preocupés, descansá, “Chía”.
—¡Llevate el termo! ¡Tomá el pan y echá las tortillas!...

Comienza la faena el hombre, lleva el bocado de la huerta, botas hasta la rodilla, cuchillo en su vaina y sombrero ala corta. Es su mujer lo único que tiene, su compañera y su sonrisa.

Ya toma rumbo, se va ocultando entre la senda, lo sigue su mujer con la mirada, observa cómo se va ocultando, su marcha parece camino de hormigas; ya lo pierde de vista, el día parece fogón y, lo único que está por enfriarse es el termo sobre la mesa y corre Lucía hacia el cuarto, apresura el paso, pues ya hace “frío”...

Se cuela el suspiro secreto del monte que pisa asustadizo y merodeante, mete su cuerpo en la cama y cierra Lucía la ventana.

En la huerta, sacude Fernando el sudor, lo seca con su camisa, son las diez y el sol es capaz de encender el hambre, toma su bolsa, saca el pan, las tortillas, pero no está su termo, colérico torna por el trillo, encendido sujeta el cuchillo y profiere improperios. El viento aúlla entre las paredes, parece avisar y nadie lo escucha, adentra su cuerpo en la casa, parecen gemidos los vientos, son los ecos… son los ecos…

—¡Chía! ¡Chía!, ¿dónde está el term…? ¡Lucía!
—Yo, este… el termo está en… ¡Corre!

Hay un sol ardiente y sus ojos perplejos ven visiones, la fuerza sostiene su llanto, mientras un demonio le aprieta el sable… quema la chispa por sus venas y cargadas de pólvora ya están las paredes. El sol refleja a dos cuerpos, uno moreno, ¡ay!... uno moreno que no es Chía.

Han volado las aves, gritos de mono parecen escapar de entre los árboles, huyen los animales espantados; el sol hace lo suyo y la montaña lo ayuda, huele a quemado y es su rancho.

Son las doce, y ya sale Fernando de su casa, carga sacos de siembra, cava profundo y riega, la llave de paso la tienen sus ojos, hunde la pala con ira…

Siembra, Fernando, siembra; y son dos cuerpos “las semillas”.

        Hay fuego en la montaña…



Calú Cruz. Óscar Leonardo Cruz Alvarado. Nació el 27 de junio de 1987, en Alajuela. En 1999 se graduó de primaria; donde inician sus primeras incursiones a la escritura por dos cuentos “extraviados” de corte infantil, con apenas 11 años. Para el 2005, obtiene su título como bachiller en secundaria. Ingresa a la corta edad de 17 años a la Universidad.  En la actualidad se desempeña como docente.

La obra “Cuentos de mamá muerte” es su primer libro publicado, dicha obra es una recopilación de cuentos trágicos, en donde la muerte aparece como protagonista (muerte psicológica, física y existencial). Se caracteriza por recrear situaciones que son incomprensibles y “perversas”; algunos cuentos se adentran en la superstición para dar mayor significación al lector.

Cada uno evidencia el desenvolvimiento del ser humano cuando se enfrenta a sí mismo en su psiquis. Algunos parecerán oscuros y otros fantásticos; pero la temática general se engloba en el ser humano; ya sea en entornos rurales o urbanos; ironizando sus situaciones  marginales o desplomándose hacia la muerte.

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