26/2/18

Young Girl – Gary Pukett & The Union Gap

"El sueño de Teresa" Balthus


Cuando los roles se invierten, cuando los mandatos dejan de cumplirse, no queda más que la sanción social de un lado, la vergüenza, la culpa del otro, son los recursos para restablecer el orden. Todos y todas hemos estado siempre a un paso de la transgresión.

Para Humbert y Dolores, la transgresión fue la inversión de roles, someterse a la voluntad de una niña para uno, la dominación castradora de ella, ambos son culpables y son castigados, Navokov es conservador en la solución de su más popular novela, aunque nos llevará por un caudal de tentaciones lascivas y submundos de pesadilla, al final nos deja claro lo que ocurre a los transgresores.

Y a un paso de la transgresión, parece decir la imperecedera “Young girl” de 1968 de los Gary Pukkett & The Union Gap, siempre a prueba, aquí al contrario, la templanza del hombre mayor ante la niña enamorada (aunque hay que averiguar la versión de la chica, no la conocemos, ¿porqué se enamoró?, ¿será un capricho adolescente, acaso las figuras de éxito o de autoridad, un jefe, un profesor, un futbolista, un cantante famoso, un actor, no son las fantasías iniciáticas, necesarias para construir carácter e identidad?) que la ha descubierto, y por eso, esa niña disfrazada de mujer debe correr a casa con mamá, él no será seducido por ella, no caerá en la trampa, no va romper con el mandato.

Y sin embargo, en medio de esa solución razonable, digna, hay una tensión, una lucha entre el mandato y el deseo, no sabemos qué fue lo que pasó después de estas líneas de la canción:

"Get out of here
before I have the time
to change my mind
'cause I'm afraid we'll go too far."

Yo quiero pensar que ella no volvió a casa, yo quiero imaginar que ella decidió por encima de los mandatos, yo quiero imaginar que él sinceramente la amó esa noche, que construyeron algo indestructible, mejor que ellos mismos, algo a lo que no podían renunciar y que, convertidos en transgresores, supieron perdonarse a sí mismos.

Mientras, yo me embriago con la dulce voz tenor de Gary Pukett.


Germán Hernández.





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