11/5/12

Alexánder Obando - El Escritor Puente V


En la entrega anterior, comenzamos con el análisis de la novela El más violento paraíso, vista como una novela que trasciende las etiquetas tradicionales y el reduccionismo posmoderno; en esta oportunidad nos referimos a su estructura compositiva y a sus coordenadas espacio-temporales.

6.4. Estructura en El Más Violento Paraíso

Portada de la segunda edición de
EMVP, Ediciones Lanzallamas. 2009
Retomemos el asunto del “desconcierto”, ese que genera la primera ojeada a EMVP; la formulación compositiva de Obando es tan inusual en la literatura costarricense, que con ironía y como previendo las reacciones del público, Esteban Ureña comenta en el prólogo de la primera edición del EMVP: “[A la altura de la página 45:] ¡Por Dios! Esta novela no va para ninguna parte. Es más, no es una novela, ¡apenas una colección de cuentos extravagantes! [….] [A la altura de la página 225:] ¡Dios mío! En verdad esta cosa no va para ninguna parte. Definitivamente no se ajusta al concepto comúnmente aceptado de novela, pero entonces a cuál concepto se ajustará… [….] [A la altura de la página 405:] ¡Ahhh… sí! ¡Con un carajo! Esta novela se dirige a ninguna parte. Y creo que ya vamos llegando…”.[1]

Y sobre ese concepto comúnmente aceptado de novela, Guillermo Barquero nos dice: “Cuando una novela nos presenta una historia de una sola dimensión, clara, rastreable dentro del universo interno del libro (no importa que se hagan flashbacks y adelantos en el tiempo), se la puede reseñar contando o resumiendo esa historia, para luego intentar aproximarse a los métodos narrativos del autor. Con esta novela de Obando no se puede seguir ese cómodo método que tanto ayuda. [….] El más violento paraíso podría ser visto, como me comentó alguien, como un cuentario gigante (Sinus Roris, uno de los capítulos de la primera parte, está incluido en una antología de cuentos editada recientemente por Andrómeda), en el que, sin embargo, las pequeñas diversas tramas tienen hilos que las van uniendo conforme pasan las páginas.”[2] 

Y en efecto, Benedicto Guzmán nos previene también y nos da una clave: No aparece, como en las novelas tradicionales, un hilo conductor, ni un narrador guía y menos explicaciones al pie de página, pues es típicamente una novela polifónica. Por ello el lector no encontrará, un héroe, ni siquiera un antihéroe que le sirva de orientación. Los fragmentos del rompecabezas distan mucho unos de otros y casi no tienen límites en común, por ello la labor de conformar un dibujo, una silueta, un cuadro, se torna muy difícil pero si se tiene paciencia podemos seguir algunos signos concatenadores”.[3]

Los signos concatenadores, los puentes que usualmente el escritor utiliza para articular una novela no están presentes en EMVP. Si en la narrativa tradicional, la “historia” (lo que se cuenta) y el “discurso” (cómo se cuenta) eran una misma cosa, ya en la narrativa moderna, la “historia ó argumento” se distingue del “discurso o trama” y corresponde este segundo a la relación de causalidad y a la vinculación emotiva de los hechos que expone el autor al lector. La narrativa más como forma discursiva, viene relegando cada vez más el argumento, diversidad de autores lo han intentado, (Cortázar – 62 Modelo para Armar, Lezama Lima – Paradiso, Carlos Fuentes – Terra Nostra, por citar a los latinoamericanos) siendo para mí el más perfecto ejemplo de una trama sin argumento, la sobresaliente novela Abrapalabra[4] del Venezolano Luis Britto García.

¿Entonces qué le queda hacer al lector? ¿Cómo podrá abordar una novela que no lo lleva y trae de la mano, mostrándole el camino con señas y guiños?

Hay dos tipos de concatenadores, los explícitos, y los implícitos, en el caso de EMVP,  los explícitos están prácticamente ausentes, salvo por los tópicos como la Luna, Constantinopla, Sinus Iridum, Dionisos, entre otros, pero están ausentes aquellos concatenadores guía del tipo: “más tarde, después de que Kris diseñó los planos de Sinus Iridum….” ó “Al día siguiente, con la resaca de haber jugado en el senso club toda la noche…” esos no están por ninguna parte, tampoco están las coordenadas espacio-temporales (de las que platicaremos más adelante) a pesar de lo que otros han tratado de indicar, tratando de leer la novela desde el punto de vista del tiempo del lector y no desde el punto de vista del tiempo de esta.

Los concatenadores implícitos, varían de un lector a otro, para participar de la elaboración de un argumento para EMVP  al lector no le queda más remedio que abrir su propio camino, no hay nada que se lo impida, su lectura será un ejercicio de libertad.  Como ya habíamos indicado anteriormente, esta novela admite diversas lecturas, que no depende en última instancia de una interpretación literal, y que para completarse requiere de una eiségesis. Esta eiségesis, tiene que ver con el contexto del lector (precomprención) aquí el texto pierde  la paternidad del escritor para adquirir la del lector; lector y texto tienen sus propios horizontes que se funden y crean una nueva realidad; esta nueva realidad o comprensión del texto nunca será definitiva.

A sí que ante la libertad tan temida, el lector tiene el desafío de asumir con su lectura, su propia paternidad (o maternidad) con EMVP, puede y debe aportar los concatenadores que den sentido a esta obra, y serán tan propios y legítimos en la medida de su propio compromiso.


6.5. Claves preliminares de lectura – Composición

Antes de exponer nuestra propia lectura de EMVP, quisiera adelantar una de tantas posibles maneras de abordarla con una analogía. Existe la idea ingenua de creer que un texto como la Biblia es homogéneo y que todas sus partes tienen una perfecta correspondencia y sentido único; pero en realidad, los textos que la componen, fueron primero relatos orales muy antiguos, que fueron escritos a lo largo de los siglos por diversidad de autores, dirigidos a comunidades concretas y bajo circunstancias y necesidades específicas, ni siquiera fueron escritos con la intención de pertenecer a posteriori a un canon Bíblico. A pesar de ello, existe una correspondencia que une a estos libros, en el caso cristiano se trata de la historia de la intervención de Dios en la historia de la humanidad para salvarla.

Pues bien, imaginémonos por un momento lo mismo con EMVP, diversidad de textos, compuestos por diversidad de autores, en distintos momentos, y con motivaciones y necesidad específicas, son reunidos por un redactor final que los interpreta y los reúne según unos criterios, ese redactor es  el Traductor que aparece en el capítulo segundo “Mar de las lluvias”; los criterios de este Traductor, son Dionisos y Bizancio, elementos transversales en cada uno de los textos recopilados, que nos lleva desde los inicios del tiempo hasta el final de este, no sin descartar la promesa escatológica de un mundo nuevo.


6.6. Las Coordenadas Espacio - Temporales

Las coordenadas espacio-temporales de un texto se pueden fijar desde dos puntos de vista. Para la exégesis tradicional, esta ubicación se hace desde el punto de vista del lector, para esto, el lector tiene como eje espacio-temporal su propio presente y su propia residencia y ubica al texto según este. Esto es lo que hace Shirley Montero en su análisis de EMVP, donde propone tres espacios principales: San José, Bizancio y las ciudades de la Base Lunar (Sinus Roris y Sinus Iridum), donde se da una superposición simultánea en la historia, esto no impide a Montero graficar estas coordenadas temporales como se aprecia en el siguiente gráfico[5].

Tomado de: Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal
y el discurso carnavalesco en la novela El más violento paraíso
de Alexánder Obando. Kañina. 35. 2011.
  
Así se puede apreciar que establece como eje espacio temporal San José y el presente del lector, y de esta manera organiza linealmente el tiempo y el espacio.[6]

La segunda manera de organizar las coordenadas espacio temporales es desde el texto mismo, el tiempo y espacio del texto no coinciden necesariamente con la perspectiva del lector, (esta perspectiva es válida desde luego, pero no es la única).

Para que sea efectiva la afirmación de Montero sobre la superposición simultánea en la historia, habrá que prescindir de la perspectiva del lector y acomodarse desde la perspectiva del texto. En este caso, siguiendo nuestra hipótesis redaccional de que quien recopila los textos de EMVP es el Traductor-Redactor (Capítulo 2 Mar de las Lluvias) entonces toda la obra hace referencia a un pasado, no hay ninguna proyección hacia el futuro, todo lo descrito ya ocurrió desde el punto de vista del Traductor-Redactor.

De esta manera, si quisiéramos trazar una línea de tiempo, esta podría ir desde la creación del mundo pasando por la destrucción de la Atlántida, recorriendo la antigüedad clásica, de un salto llega a el Renacimiento y el Iluminismo, nos hace una visita al presente del lector, continúa por un futuro apocalíptico y llega hasta la casa del Traductor-Redactor, posiblemente en algún lugar de la Mare Imbrium o Mar de las Lluvias, no hay signo concatenador explícito que diga: “Yo el traductor estoy recopilando los textos de EMVP en la ciudad tal del año tal”, así que la línea de tiempo en EMVP es incierta, sabemos dónde comienza y a donde llega, pero no cuándo termina. Lo que sabemos es que en algún lugar del tiempo hay un Redactor que las está reuniendo, posiblemente después de la destrucción.

Luego, el redactor no distingue entre la historia y el tiempo mítico, para éste ambos tienen igual valor, incluso hay capítulos como “La guadaña de plata” (y muchos otros) con toda la carga mítica, y sin embargo ocurrieron en el futuro del lector, pero ya son antiguos desde el punto de vista del Traductor-Redactor.


6.7. Claves preliminares de Lectura – Espacio y Tiempo

Alexánder Obando, junto a los escritores y editores
Guillermo Barquero y Juan Murillo durante la
presentación de la segunda edición de EMVP.
EMVP ocurre en el momento en que Traductor-Redactor está recogiendo los textos que conformarán la obra, algunos de éstos están escritos a lo largo del tiempo, son relatos históricos y míticos, otras fuentes seguramente son orales, y en ellas el Traductor-Redactor ejerce su labor redaccional, esta función redaccional también la ejerce a partir de las visiones del pasado recogidas en el senso club o bien mediante las visiones rituales extraídas por el uso del Esquifo.[7]

De esta manera, el Traductor-Redactor, recopila, pero también redacta y organiza los textos de EMVP, siendo así, se podrá comprobar en esta labor el recurso de la seudonimia, como por ejemplo en los fragmentos perdidos de Critias o el Papiro de Derveni, La historia del Necronomicon, etc. En los cuales no sabemos dónde comienza el relato original ni donde terminan las adiciones y versiones del Traductor-Redactor. Esto último nos lleva a concluir, que el recurso de la seudonimia, rompe con nuestra visión tradicional de autor, que aún en la fijeza y petrificación del texto escrito, cabe la posibilidad transmutadora de éste, el texto no termina en su escritura, pues también es objeto de transformación, no nos referimos al sentido en sí, sino a la escritura como tal, esta puede ser objeto de enmiendas, adiciones, correcciones, paráfrasis, etc., es la historia redaccional de cualquier texto (al margen de la idea moderna de autor), la manera desde la antigüedad hasta el presente en que los hombres y mujeres se apropian de la tradición y la interpretan desde la propia “verdad” de su tiempo.

Germán Hernández



[1] Ureña, Esteban. Una Novela Intrascendente (o: number nine…) Prólogo a la primera edición de EMVP. 2000. Perro Azul. Costa Rica.
[2] Barquero, Guillermo. El Más Violento Paraíso (Reseña). En http://sentenciasinutiles.blogspot.com/2008/05/el-ms-violento-paraso.html . Vale decir, y no es nada nuevo, que hay capítulos en EMVP cuya autonomía es innegable, tanto así que cobran vida propia y se desprenden del texto. ¿Pero acaso no ocurre esto con multitud de obras, sean novelas, cuentarios, poemarios de los cuales algunas de sus páginas se han desprendido transitando independientemente del libro que los contiene?
[3] Víquez Guzmán, Benedicto. Alexánder Obando Bolaños. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html
[4] Esta novela, poco conocida y leída en nuestro país, fue ganadora del premio Casa de las Américas 1979. Por demás está más que recomendada su lectura de parte mía. Para enterarse un poco más sobre ésta recomiendo el ensayo “Purapalabra Luis Britto García en los confines de la representación” de José Gregorio Mendoza en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18816/1/articulo5.pdf
[5] Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal y el discurso carnavalesco en la novela El más violento paraíso de Alexánder Obando. Kañina. 35. 2011.
[6] Otras propuesta espacio-temporales  desde el punto de vista del lector son las de Juan Murillo. “El más violento paraíso es en realidad una novela histórica, de la historia secreta, que se proyecta hacia el pasado y el futuro, y que presenta el desarrollo y evolución de la ciudad arquetípica que es todas las ciudades, que aquí es Bizancio, pero que también es Atlántida y Constantinopla y Sinus Iridum y el San Pedro de Obando. En esta novela se yergue como una arquitectura fantasmal la ciudad mítica que da a manos llenas y luego cobra con la muerte todos los favores otorgados” Murillo, Juan. El Más Violento Paraíso, Alexander Obando. En http://depeupleur.blogspot.com/2007/10/resea-de-la-novela.html. O la de Benedicto Víquez “Si bien el tiempo permite al lector encontrarse en un presente cercano a los años sesentas y setentas con respecto a la cronología histórica [….] lo cierto es que la novela utiliza el tiempo mítico e inicia con la creación del mundo y termina en un futuro cercano a la primera mitad del siglo veintiuno”. Víquez Guzmán, Benedicto. Alexánder Obando Bolaños. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html
[7] Evidente no hay un concatenador explícito que diga al pie o encabezado de algunos capítulos “Esta es una visión tomada de una sesión en el Senso Club, o una visión luego de un ritual con Esquifo”, pero cabe al lector la posibilidad de plantearlo como concatenador implícito.

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