19/11/11

La última aventura de Batman – Carlos Cortés


En el 2008, Carlos Cortés, gana el premio nacional en la categoría de ensayo con “La Gran Novela Perdida”, obra que para mí, más que ensayo es una auténtica novela. Dicha obra me cautivó y me pareció provocadora y muy valiosa, a pesar de que muchos planteamientos e incluso pretensiones de Cortés no los comparto.

Dos años más tarde, en el 2010 publica  su colección de cuentos “La última aventura de Batman”, y nuevamente es galardonado. Pero esta vez, no sentimos al Cortés versátil, ameno, incisivo; más bien, nos parece un intento fallido, un libro menor y discreto en el conjunto de su obra.

Son doce textos, divididos en tres secciones que abarcan estadios en la vida de un mismo personaje más o menos distinguible, salvo quizás “Nauseas”, “La bella durmiente de Nueva York” “Chico conoce chica” y “La breve guerra civil del camarada Mora”.

En la primera sección, “Secretos de familia”, arranca el libro con el cuento “La última aventura de Batman”, y si bien es un texto eje para el resto del conjunto, nos sorprende que Cortés pierda el control del narrador y por momentos se confunda con el narrador niño y el narrador adulto.

“Nauseas”, es un texto ácido, que no sabemos por qué motivo matiza y hasta oculta el asunto del aborto, cuando es precisamente ese el asunto del texto, el tramado y estructura es interesante, pero comenzamos a notar en este y la mayoría de cuentos cierta sobreedificación accesoria y decorativa sin funcionalidad, por ejemplo cuando describe en ese cuento a un personaje secundario: “Julio siempre daba esa impresión de estar escapando de algo, de todos nosotros o de sí mismo. Siempre buscaba desprenderse de una sombra que lo maniataba” ¿Y para qué toda esta enigmática descripción si a fin de cuentas el único rol de Julio en todo el cuento será pasarle un papelito con un número de teléfono al protagonista? En todo caso, en este cuento no nos convencen los escrúpulos del protagonista, tampoco dan nausea, hubiera preferido sin rodeos que me hablara de culpa.

“Retrato de mujer con los instrumentos de la pasión” y “Viuda de blanco” giran alrededor del texto homónimo y el acontecimiento de la muerte del padre del narrador, es como un intento de abordarlo desde distintos planos y perspectivas, recurso que si bien logra interesar, se lograría mejor en la trama de una novela en este caso.

En la segunda sección “Amores imposibles”,  comienza con “Bésame mucho”, texto bien logrado, ahora sí el narrador está en su lugar de niño y como niño contempla con extrañamiento distante ese mundo de adultos, la yuxtaposición entre un mismo evento y la perspectiva entre sus actores.

“La bella durmiente de Nueva York”, pudo ser un gran cuento, pero sentimos que tiene problemas de planteamiento, no más arranca diciendo: “Mi padre siempre me contó la tragedia de Tommy Vargas”, pero al final nos damos cuenta que la tragedia no estaría completa ni podría contarse desde siempre, si no hasta 1990. Nos hubiera gustado que fuera ese padre quien contara y no su hijo reelaborando la narración, y luego el autor forzándola a que cupiera en una estructura que la limitó, llenándola de referencias algunas veces como dijimos accesorias y decorativas, como las del jazz, dejando muchos “supuestos” que no son tan supuestos y que entorpecen la narración, ¿Por qué papá fue a ver a Flora en el Hospital si nunca la conoció, cómo supo que había despertado, acaso sería una especie de Albacea de Tommy? ¿Y si Tommy le había heredado su fortuna a Flora, por qué ella estaba en un hospital de beneficencia?

“Chico conoce chica”, Donde “Y” es él y “X” es ella, resulta en un texto bastante flojo, poco verosímil que se mueve entre la realidad y el delirio de una noche, lleno de exageraciones como aquello de coger en todos los moteles, se nos hizo cansado, por momentos fragmentario sin lograr recoger tantos elementos;  y por favor, que alguien nos traduzca esto: “Intempestivamente despertó. X se enroscaba alrededor del pene y empezó a introducirse dentro de él poseída por una fuerza en expansión.”

“El año en que me enamoré perdidamente de Irenne Pucci”, remembranza e inocencia perdida. Eso sí, le faltó a Cortés más sutileza para explicar lo que significa “achará”, y que por cierto, cualquier lector no tico de verdad comprometido con el texto lo podría averiguar sin ayuda del autor.

“La herencia de la Familia Freer” con que empieza la tercera y última sección del libro,  un cuento alocado, nos evocó ese azaroso y singular mundo cortaziano de Cronopios y Famas y especialmente aquella novela Los Premios. Nos hace sonreír melancólicamente.

“La Guerra Civil del camarada Manuel Mora”, es el mejor texto del conjunto, certero, recreando unos personajes y un tiempo y lugar con vitalidad y economía, y que por contenido, está escrito equilibradamente, con honestidad y sin falsa beligerancia, un texto que brilla solitario en el conjunto de este libro.

“En L.A. con el tío Ed”, cierra el libro con un texto que comienza exquisitamente, pero se alarga demasiado en lo puramente anecdótico, por momentos hermoso, por momentos aburrido (por ejemplo casi tres páginas para explicar que pringó de orines la taza del escusado y que el tío se enojo). Lástima que gastó tan pronto con su incesante repetición el estribillo: "You’re better believe it, baby” hasta volverlo inocuo.

En general, un libro de muy desigual calidad para un escritor como Carlos Cortés y su trayectoria.

Germán Hernández

3 comentarios:

  1. Encuentro semejanzas entre lo que has dicho aquí y cosas que capté en "Cruz de olvido".

    Lo primero fue el inclemente desgaste de la frase Costa Risa (donde ni siquiera se tomó la molestia de adjudicar la debida autoría). La frase se repite y repite hasta que el lector se cansa de la chota sin gracia.

    Segundo: le dedica varias líneas de explicación al lector sobre qué es la Cruz de Alajuelita, es decir, su novela está pensada desde una cultura vergonzante, desde un punto donde -según Carlos- hay que explicarle al lector extranjero qué son nuestros nombres y por qué son. Los francese no hacen eso con las calles de París, ni lo mexicanos con las de México. Mucho menos el Dante se detuvo para explicarle al "amable lector extranjero" quienes eran esa sarta de vecinos suyos que aparecen en la Divina Comedia (eso lo hacen los exégetas más adelante). Y de igual modo, Gutiérrez no pone apartados explicando las vericuetos geográficos de Limón o la Zona Bananera. La buena literatura se escribe desde la identidad propia sin convertirla en folleto turístico.

    Pese a todo lo anterior, debo reconocer que, en términos generales, a mí me gusta la narrativa de Carlos Cortés. Hay partes de la misma Cruz de olvido que son momentos inovidables, así como en algunos otros de sus trabajos.

    En general, Carlos es un buen escritor, pero tiene sus malos momentos.

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  2. Aprecio mucho tu comentario Alex y coincidimos plenamente.

    Me llama mucho la atención que este libro de Cortés fuera premio nacional, es un muy irregular, donde sí rescato ese magnífico cuento "La Guerra Civil del Camarada Manuel Mora" pero como dije, brilla solitario en conjunto del libro.

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  3. Tremendamente interesante.
    Gracias, German, siempre es un placer entrar en Signo Roto, aunque sea a salto de mata como hago yo.
    Ay, espero seas capaz de perdonarme.
    Un abrazo

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