1/2/12

Los Premios Nacionales en Literatura 2011


Este año, los premios nacionales en poesía, cuento y novela nos han traído más alegrías que sinsabores. Alegrías porque hay autores y obras que francamente su anuncio me ha causado una feliz sorpresa. Sinsabores, pues sigue esa condescendencia del año pasado de premiar en combo.

A mi modo de ver, esto deprecia el valor de los premios, ¡y siempre!, es posible acudir a diversidad de criterios para declarar un ganador o ganadora en lugar de salomónicas paridades. (Recuerden que en el relato bíblico la acción de Salomón forzó a una resolución y no al desmembramiento de un niño).

 Ya va siendo momento para promover en la normativa de los premios nacionales (si es que antes no se los “vuelan” con el famoso proyecto de ley)  que estos no puedan declararse desiertos como irremediablemente  ocurrió en los lamentables 2008 y 2009 y, por otro lado  que los premios sean indivisibles para que no siga ocurriendo lo de 2010 y este año.

En todo caso los premios fueron:

Novela: Warren Ulloa “por su obra Bajo la lluvia Dios no existe, al emplear un lenguaje crudo y directo para la crítica de realidades silenciadas, también por su fluidez narrativa y el acercamiento al público lector juvenil” y Alfonso Chacón “por su obra El Luto de la Libélula, debido al ingreso del discurso tecnológico y los temas referidos a las multinacionales y a la tecnocracia al espacio literario. También por su manejo de los recursos estilísticos y el empleo del género policíaco”

No hemos leído aún la novela de Alfonso Chacón, pero vale destacar que el premio a Warren Ulloa tiene dos fortalezas a destacar: 1. Es un premio para una generación de narradores que hasta ahora se le ha negado el reconocimiento que merece  en los premios nacionales y 2. La novela de Warren ha sido ampliamente debatida en diversidad de foros, ha tenido amplia distribución editorial, y ha sido ampliamente leída, tiene un público, y todo eso sumado a su calidad testimonial y literaria, la hacen una obra relevante y por ello digna del premio nacional de novela, y no como ha ocurrido más de una vez, que obras que ni han llegado a los estantes de las librerías y menos al público lector han sido “ganadoras”. Muy bien por el premio a Warren Ulloa.

Cuento: Se otorga de manera compartida. A Faustino Desinach “por la obra Balada Clandestina y su beligerancia en el retrato de la realidad costarricense desde una perspectiva actual y vigente, el dominio de síntesis dentro del género del Realismo Sucio y la crítica de lo urbano”. A Virgilio Mora “por su obra Puta Vida, considerando la relación con las tendencias de la narrativa confesional moderna, la fluidez en el relato y el manejo de la ironía, así como la hibridez del género narrativo como síntesis de la trayectoria literaria de Mora”.

No puedo hablar en concreto de ninguna de las dos obras, en vista de que no las he leído. Pero sí quisiera comentar, que en años recientes, la EUNED en su colección vieja y nueva narrativa ha venido reeditando la obra de Virgilio Mora, cosa que nos parece estupenda, siendo Mora un narrador excepcional dentro de su generación, y que sostenidamente se siente la vigencia y el peso de obra y estilo en la nueva narrativa y en los lectores, pero a la larga, y sin demérito del trabajo de Virgilio Mora, el premio pudo haberse otorgado a un solo ganador, en este caso a Desinach.

Dos confesiones: 1) no me siento muy cómodo con la redacción del fallo del jurado al canonizar eso de “género del Realismo Sucio”. 2) guardaba el anhelo de que este año el premio en cuento se inclinara a “En Contra de los Aviones” de Juan Murillo. Pero no viene al caso aquí referirme a mis favoritos.

Poesía: Se otorga de manera compartida. A Juan Carlos Olivas por la obra Bitácora de los hechos consumados, “por la unidad estructural del mismo, el manejo de intertextos y el empleo de imágenes líricas”. A Alfredo Trejos por su obra Cine en los Sótanos, “por la innovación formal y temática, la interdiscursividad mediante el diálogo con el cine y la presencia de las estrategias de la antipoesía”.

Qué gran año para el poeta Juan Carlos Olivas, el premio UNA Palabra y ahora el premio nacional con su “Bitácora de los hechos consumados”, un gran reconocimiento además para esa horneada de jóvenes poetas turrialbeños donde también destaco a los primos Merayo. Y ni qué decir del premio a Alfredo Trejos, a quien desde hace mucho tiempo se le debía este reconocimiento por ser el poeta más querido y admirado en el medio literario nacional y con la obra poética que más ha calado fuera de nuestro país, hablar de Trejos y su poesía fuera de Costa Rica es recurrente, y su estilo y personalidad son identificables e inconfundibles. Creo que el jurado le hubiera hecho mayor justicia  a Trejos inclinándose por este. Que no se diga por esto que estoy dejando de lado al magnífico amigo y poeta Olivas, su obra está en auge, y su cosecha según compruebo, es abundante, lo visto hasta ahora es como se suele decir “la punta del iceberg” de una obra en curso y que ya no es una  promesa.

En definitiva, seis buenos escritores nacionales, seis obras dignas y competentes; un jurado que como ya dijimos no debió  condescender y sí, hacer de “tripas corazón” porque es verdad de Perogrullo  que  su tarea es ingrata, y que su tarea no es quedar bien con todos ni conmigo, y que en esta ocasión al menos, me dio la grata ventaja de decir de algunos de los premiados: “¡Sí, yo iba por este!”.

Germán Hernández.

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