27/2/12

Love Veintediez – Tania Hernández



A finales de diciembre del año pasado, tuvimos el gusto de recibir vía postal un ejemplar (de los que se rescataron) del primer libro publicado por la narradora guatemalteca Tania Hernández. Se trata del cuentario “Love Veintediez” en una bellísima impresión de Sintecomates Ediciones con las virtuosas ilustraciones de Ovidio Cartagena y prólogo de Aida Toledo.

Este primer libro de Tania Hernández, revela  a una narradora que se apropia del relato breve y su técnica con soltura; que es capaz de edificar textos desde el reverso del dolor, y propone desde éste, la voz de unos personajes que por una vez rompen la estoica inmovilidad y el silencio heroico. Ese silencio que imponen los mandatados sociales a mujeres, niños y hombres y que por una vez, en cada narración de Tania Hernández, estas voces despojadas de sus propias prisiones, la autoinmolación y la purificación, muestran de qué manera la violencia ha vaciado sus vidas, y que si fueran capaces de manifestarlo, solo devolverían el terror que les habita.


Ovido Cartagena
No es posible escribir sobre la violencia sexual, la exclusión y el despojo de la singularidad de unos personajes golpeados desde todas direcciones, sin apelar a mediaciones y trincheras que permitan abordar cada texto, para ello Tania Hernández ha sabido recoger  los materiales míticos de la Segua, la Llorona, Caperucitas y Lobos, las canciones populares y los sueños prefabricados del cine y la mercadotecnia, todas estas excusas se vuelven material y andamiaje para elaborar unos cuentos que sin renunciar a la denuncia y la sensibilidad beligerante también son piezas de arte, construidas con intuición plástica y sentido estético.




Ovidio Cartagena
Por esa razón es que en este libro de Tania Hernández encontramos piezas  impecables, donde lo referencial y el lenguaje es manejado con soltura y pertinencia, textos como “Xwan” que trasmite una ternura y nostalgia más allá de cualquier acuerdo de paz, que habla desde todos los muertos y la persistente impunidad en nuestros países. “Amenaza Sonora”, “El retorno del Jedi”  que hacen patente que no hay forma de aliviar el dolor, que no hay cura para las heridas, que ni la perpetración de la más exquisita venganza restituirá el equilibrio y el sentido, la sonrisa, la vida, que quizás y como lo manifiesta “Ana María no tiene corazón” donde el giro narrativo no viene desde la anécdota, sino desde el “narrador” recuerda que a pesar de las salidas racionales, hay un dolor que las supera. Por eso el dolor embrutece, enajena, así lo demuestran textos como la “Tatuana o la llorona, a saber” y “Tacuacín sin cola”. En algunos casos, los personajes intentarán su liberación, como en “Historias de Ángeles” y “Ex Culpa”, “Love Veintediez” otros personajes mediante la evasión se inventarán lugares simbólicos donde habitar, para hacer posible la existencia ante una realidad aplastante como en “Cara de Caballo”, “Cinéfilo”, “Fantasía Urbana”, “Quisiera decirte” y “Rienda suelta a mi deseo”. Al final, se percibe una coralidad y un sentido de conjunto en tantas voces restauradas por la autora.

Ovidio Cartagena
A pesar de la cautividad geográfica que experimenta la literatura centroamericana, es una dicha, tener la buena fortuna (aunque sea a cuenta gotas) de poder leer la nueva narrativa que se está escribiendo en nuestros países, donde la distribución y la promoción editorial son tan limitadas y locales. Tener la oportunidad de leer este primer libro de Tania Hernández, es una confirmación del sentimiento de una generación asqueada de los discursos oficiales, la autocompasión y la eufemística, reafirma que en el caso de Guatemala, esta generación de jóvenes narradores y narradoras, surge madura y desgarrada, pero no indiferente, que no surge de los “seudo discursos” de la “posmodernidad”, pues se afirma en eso que Franz Hinkelhammer reconoce como “modernidad en extremis” y certeramente en el caso de “Love Veintediez” nos señala, que no es la “utopía” lo que ha muerto, si no vidas concretas y singulares, quizá nosotros mismos.


Germán Hernández.

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