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"Que viene el coco" Goya |
Tal vez la
raíz del odio está en el miedo. El miedo a perder el status quo. Seguro por eso
son comprensibles (aunque no justificables) las expresiones y reacciones de las
personas cuando se sienten amenazadas. Tienen miedo, miedo a que sus ideas sean
ridiculizadas, a que sus creencias profundas y visión del mundo se vean
resquebrajadas y abolidas, también ven amenazadas sus posesiones, sus hijos,
sus mujeres (por que vivimos en un patriarcado). Por poco que sea, la gente se
agarra de lo que tiene.
Durante el
proceso electoral del 2018, el precandidato a la presidencia por el partido
Restauración Nacional Fabricio Alvarado ocupaba un porcentaje poco
significativo en la intención de voto.
En esos días, la
opinión consultiva emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a
favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y otros aspectos relativos
con los derechos de las personas de las comunidades LGBTI sirvió como catapulta
a las aspiraciones del diputado (por cierto un diputado deslucido y sin
protagonismo durante su gestión).
En el mes de
enero de este año, el periódico La Nación consultó a los candidatos: “¿Respetarán
el criterio de la Corte que abre la puerta al matrimonio igualitario?”.
Fabricio Alvarado no fue amplio ni erudito, pero sí eficaz, dijo:
“No. Es un criterio que no nos sorprende.
Está claro, podría hablar de un ‘compadre hablado’ entre el Gobierno y la
Corte. Es una intromisión a la soberanía del país que se rige por leyes y no
por decretos particulares... Costa Rica no va a ser una alfombra de la Corte
IDH, de la OEA ni de la ONU".
Bastó que dijera palabras como “soberanía”
e “intromisión”, para que ello operara una reacción que nadie vio venir, miles
y miles de electores se volcaron a favor del candidato
,
había una amenaza exterior, y desde luego miedo, ¿a qué? pues no lo sabían, las
cosas que están expuestas claramente no son temibles, se teme a lo desconocido,
al “Coco”, es tal el horror ancestral que provoca, que sin haberlo visto nunca,
le tememos y sin saber lo que es, nos meamos de pavor en la cama. Pero al menos
para ese electorado medroso, ya había un defensor de la soberanía, de la
familia y de los valores cristianos.
El miedo opera
de una manera curiosa, ¿qué daño puede causarme que dos personas que se aman
formalicen su convivencia ante el Registro Civil?, ¿Qué daño puede causarme que
una persona pueda registrar el nombre de su preferencia en el Registro Civil y
de ser Mario pasar a María?, ¿Qué daño puede causarme que dos hombres o dos
mujeres adopten a un niño o una niña y pongan lo mejor de sí para criarle y
amarle? (Y cuidadito si no, pues para eso tenemos leyes e instituciones que
imponen el cumplimiento de esas obligaciones para todos y todas los que tenemos
la dicha, la alternativa y la opción de ser padres) La verdad es que muy poco
cambiaría para los que según la ley podemos casarnos, y seguramente que poco,
pero para bien, para las personas antes invisibles, antes marginadas, que podrán
disfrutar de cosas tan cotidianas para el resto.
¿Qué pensaría
Jesús de Nazareth de estos cambios, un tipo acostumbrado a predicar y convivir
con publicanos (traidores), prostitutas (no necesariamente trabajadoras
sexuales), leprosos (la enfermedad era la marca de su pecado), extranjeros (romanos
invasores y samaritanos) y niños, viudas y pobres (la pobreza también era la
marca del pecado)?, según yo, lo vería encantado, yo imagino a Jesús en las
marchas del orgullo LGBTI, abrazando, consolando y dando amor, su predicación
siempre fue para los que tenían hambre y sed de justicia.
A los que
temen una lluvia de fuego, terremotos y huracanes venidos de la ira de Dios,
les digo que no fue por estas cosas que Sodoma y Gomorra fue destruida, sino
por su intolerancia, su odio y miedo. (Pero de esto voy a referirme en otro
espacio).
Cuando muchas
personas, todas de buena fe, vieron el avance del precandidato de Restauración
Nacional ganar en primera ronda, y con una buena posibilidad de ganar las
elecciones, también sintieron miedo, más que eso, pánico. Tampoco tenían muy
claro el rostro del “Coco” por venir, pero sintieron amenazado todo lo que se
había logrado. Sí, Costa Rica sí ha avanzado en reinvindicaciones para muchos
colectivos sociales antes marginados, muy lentamente, muy parcialmente, pero sí
se ha avanzado, es un proceso, y es muchísimo más lo que falta por hacer. Pero
sin duda, muchos sectores, feminismos, comunidades LGBTI, ambientalistas,
grupos étnicos, etc., en la medida que han logrado organizarse han cobrado
relevancia y visibilidad y lo más importante, interlocución y peso en la toma
de decisiones. Esto fue tan bien capitalizado electoralmente por el candidato
Carlos Alvarado, que finalmente ganó las elecciones, no por su incipiente
liderazgo, ni por sus escasas credenciales como funcionario público, ni por su
maleable plan de gobierno, ganó gracias al miedo, y las desafortunadas
consecuencias de este.
Cuando digo
consecuencias, me refiero en primer lugar a la enorme fractura que como nación
hemos permitido. Yo, me remonto al año 2008. ¿Recuerdan? Tuvimos nuestro primer
referéndum, más que un acuerdo comercial con nuestros vecinos centroamericanos,
República Dominicana y Estados Unidos, estábamos decidiendo un modelo de
desarrollo. La sociedad costarricense se polarizó entre un Sí y un No categóricos
al TLC. No hubo posibilidad de consensuar nada, menos un proyecto país, las
reglas ante nuestra incapacidad de construir acuerdos era “todo o nada”. Y en
medio de una campaña en que ambos bandos con y sin razón pronosticaban
catastróficas y nefastas consecuencias, finalmente ganó el miedo o, mejor, ganó
el que metió más miedo. Desde entonces, (posiblemente antes) nuestro país
divaga inercial entre las corrientes hegemónicas de su entorno, como país somos
una hibridación curiosa entre Libre mercado y Estado gestor, pero carente de un
proyecto nacional.
Creo que no
hay tema en la agenda país que no sea abordado hoy día desde posturas
intransigentes, incapaces de transmitir y persuadir adecuadamente con su
mensaje
,
preferimos poner músculo y gritar con intransigencia: “todo o nada”. Pero según
yo, un proyecto nacional no es un trofeo que solo puede levantar el triunfador,
y tampoco es una competencia que se gana en el último minuto como si fuera un
partido de futbol.
Y el miedo
continúa, nos arrastra, en medio de la oscuridad tememos el ataque final, el
zarpazo del “Coco”. Ahora es el mal llamado “Plan Fiscal” un colorido
caleidoscopio con más versiones que la Biblia. Pero es todo menos un plan, más
bien un intento desesperado por gravar cuanto bien y servicio sea posible para
reducir el déficit fiscal y generar confianza en los acreedores, inversores y
calificadores externos. No toca para nada las generosas exenciones fiscales que
privilegian económicamente y poco por fortalecer institucionalmente al ente
recaudador (dicho fortalecimiento exige más acciones del Ejecutivo que leyes
del Legislativo) El resultado ahora es una enorme disensión entre sectores,
todos, eso sí, con igual derecho a incidir (para eso es la democracia, ¿o no?)
y ninguno con la capacidad de imponerse sobre todos (lo que sería una tiranía)
por lo que seguramente, al final saldrá aprobado en alguna de todas sus
versiones
No se crea que
este “plan fiscal” reducirá el déficit fiscal, el gasto público y mucho menos
el endeudamiento, tampoco va reactivar la economía como místicamente espera el
presidente del Banco Central de Costa Rica
;
al cabo de muy poco tiempo, las capas medias más empobrecidas (pues sus
ingresos no aumentarán) y más enojadas reaccionarán mucho más violentamente que
en la reciente huelga, y este gobierno ya no tendrá ningún as bajo la manga y se
eximirá y repartirá culpas, y ni modo, parece condenado a repetir la historia.
Mediáticamente
se ha culpado al gasto público, el cual crece y crece sin control por culpa de
los rapaces e improductivos funcionarios públicos y las pensiones de lujo, (más
o menos), de esto me voy a ocupar también en otro momento
,
anticipo, eso sí, que es necesario hacer más racional y eficiente a la que
prefiero llamar “inversión pública” y a la inevitable, keynesiana y
cortoplacista pero necesaria “distribución de la riqueza” (recuerden que en
ningún país del continente se ha incrementado más la desigualdad económica en
los últimos años como en Costa Rica)
,
pero reducir el gasto público, así como así, no es algo que simplemente se
decreta o legisla, hasta donde yo sé, no existe ninguna nación en este sistema
solar que necesite invertir menos en salud, en seguridad, en infraestructura,
en educación, en administración de justicia, y en otras actividades, algunas de
ellas
menos sexis y rentables para el
mercado y sus inversionistas como son los pobres. Por el contrario, las
demandas de la sociedad, siempre se incrementan, y con ellas, la inversión para
satisfacerlas, reducir la inversión pública no es ahorro, (ahorro es tener
cuentas y títulos en el banco ganando intereses) también puede estrangular la
economía local.
Dice la
Ministra de Hacienda: “
si los diputados
no revierten algunos de los cambios que aplicaron recientemente, con los cuales
redujeron los alcances del plan fiscal, habrá que compensar los recursos
recortando abruptamente las inversiones estatales. Al respecto, no prevé
cierres de instituciones, pero sí “reacomodos” de presupuesto o inversión que
serán “dolorosos”. Incluso mencionó la posibilidad de “bajar el número de
empleados”.
Y agrega el
presidente Carlos Alvarado: “
Hago un
llamado a que hagamos lo correcto como país. Erosionar el plan fiscal es un
error porque podría provocar que tengamos que volver a la Asamblea Legislativa
después o, incluso, comprometer nuestra economía. Si hacemos un plan fiscal
insuficiente, no convencerá ni a las calificadoras de riesgo ni a los
organismos internacionales de nuestro compromiso real con resolver el tema
fiscal”
Así comienzan
a escucharse las voces del miedo, (y las falacias) así se escucha un gobierno
de rodillas ante los organismos financieros internacionales (FMI, BM, OCDE,
BID) de los que no somos acreedores (la mayor parte de la deuda pública es ante
entes privados, no multilaterales), de rodillas ante las calificadoras de
riesgo (con las que no tenemos compromisos ni obligaciones), la soberanía no
está amenazada por la Corte interamericana de Derechos Humanos y el derecho
internacional, (como creyó el Excandidato Fabricio Alvarado) pero sí que la
está por el chantaje de especuladores y entes privados como las “Calificadoras
de riesgo”
.
La actual
administración ha comenzado a asustarnos con una crisis económica y social como
la de la década de los ochentas, o peor, como la crisis de Grecia en el 2008,
miedo, lo único que le queda es el miedo.
No se crea que
cada nuevo colón recaudado será para educación, salud, infraestructura,
seguridad, u otras inversiones sociales, todo será para los que se enriquecen
prestando plata al Estado, y para “muestra un botón”: la señora Ministra de
Hacienda corrió a pagarles a los acreedores, sin aval del Legislativo
para no caer en default, para cumplir con nuestras obligaciones, con el beneplácito
del presidente Carlos Alvarado
.
Mal precedente. Aunque están claras las prioridades de la administración.
Lo cierto es
que la sociedad costarricense está dividida, no hay un verdadero consenso sobre
el “Plan Fiscal”, la administración pide apoyo y sacrificio sin convencer, mientras
pierde respaldo en la Asamblea Legislativa, y ataca con sus pocos aliados a los
sectores sociales que le adversan en la reciente huelga. Una huelga de
desgaste, que nos afecta a todos y todas y que fractura más a la ciudadanía. El
miedo divide, ocurrió durante las elecciones presidenciales, y está ocurriendo
ahora en la actual administración.
Germán
Hernández.