Existe una lectura en particular sobre el mito de la Creación que ha influido y sustentado hasta hoy una determinada actitud con respecto a la naturaleza. Esa actitud ha sido posible gracias a cierta visión desde occidente que corresponde a una visión antropocéntrica de la creación, en que el ser humano es dentro de esta culmen y finalidad.
En estas notas, nos referiremos a esta particular visión de mundo y cómo ha influido sobre nuestra actitud respecto de la creación, una actitud ciertamente violenta contra esta y contra la vida. Quiéralo o no, esta actitud contra la Naturaleza y la Creación es insostenible teológicamente y hace evidente un vacío enorme en las comunidades cristianas, este vacío respecto a la Naturaleza, es a final de cuentas un vacío con respecto a una teología de la vida, y sin este, evidentemente está incompleta, le hace falta una pata a la silla, la restituimos o nos caemos.
1. ¿Someter la tierra o la Creación?
En el relato de Génesis, una cita en particular ha servido en muchos casos para denunciar al cristianismo como un credo que menosprecia la naturaleza, que la mira de una manera instrumental y para su provecho, la famosa cita en cuestión es la siguiente:
Y los bendijo Dios con estas palabras: “Sean Fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra y sométanla: manden en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra” Génesis 1, 28.
Ciertamente, no se puede negar que leído el texto de manera literal sin considerar su contexto definitivamente es verdad que muchos cristianos lo han interpretado como un mandato inequívoco: someter la tierra; en otras versiones de la Biblia, el lenguaje es todavía más fuerte: domeñar, pisotear, dominar.
Desde luego que dicho mandato está dirigido a una comunidad específica, en un momento específico, ¿qué podría significar este mandado para esa comunidad?
Y es fácil suponer que el redactor no estaba pensando en una sociedad industrializada del siglo XIX, o en una sociedad como la nuestra. Si se toma literalmente el sentido del mandato, de manera intemporal, podríamos decir que lo hemos cumplido cabalmente, no sólo hemos pisoteado la tierra, estamos a punto de aniquilarla también.
Pero si consideramos el texto en su contexto, podríamos pensar que la redacción del texto está dirigida a una comunidad exiliada, amenazada por sus vecinos y además, portadora de una promesa de liberación y que en dicha liberación poseerán una tierra fértil, abundante, donde se instalará un reino según la justicia y la voluntad de su Dios. Es importante recordar también que la cita en cuestión viene del primer relato de la creación, el cual corresponde según la tesis redaccional, al documento Sacerdotal, que tiene muy presente conservar la ley y la tradición.
Pensemos además que estamos alrededor del siglo sétimo antes de Cristo, y que la redacción final del texto fue hacia el siglo tercero antes de nuestra era. Hablamos de sociedades muy cohesionadas en clanes y grupos patriarcales, en una sociedad que está en transición entre el pastoreo y el nomadismo y se dirige a una vida más gregaria y basada en la agricultura.
Teniendo todo esto en cuenta, podríamos decir que el significado para la comunidad para la cual se escribió el texto arriba mencionado, definitivamente tendría un significado muy distinto, al que podría indicar a la sociedad occidental contemporánea. Igualmente, pertenece a una tradición muy distinta al cristianismo
Veamos:
“Sean fecundos y multiplíquense:,”
Definitivamente para sociedades a las que se refiere el texto, la fecundidad era clave para la sobrevivencia, la tasa de mortalidad infantil al nacer, la esperanza de vida, la tasa de mortalidad de las mujeres al parir, eran altísimas para estas comunidades, tener muchos hijos y que sobrevivieran era además en términos económicos una garantía de sobrevivencia, pues los oficios y tareas se transmitían de generación en generación, era extraño para la mayoría de personas de ese momento tener servidumbre y esclavos a sus servicio, pero tener muchos hijos era fundamental. Luego…
“y llenen la tierra y sométanla”
Se refiere a la tierra en minúscula, no al planeta en sí, ni a la creación en particular, es el espacio que se debe conquistar a costa de inmensos sacrificios, guerra y muerte, defensa constante, y una vez ganada igualmente hay que exprimirla… faltan milenios para la “revolución verde”. Someter, dominar, pisotear esa tierra tiene connotaciones muy distintas para el hombre actual, pero en ese momento, pisotear significaba afirmarse en un espacio geográfico y extraer de él el sustento, los campos para el pastoreo y la agricultura, y además…
“manden en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra”
Porque el dominio de esa tierra también implica todo lo que la habita, y todo ello era fundamental para la subsistencia; nos encontramos entonces en una sociedad que vive de manera precaria, amenazada, bajo cautiverio, y que debe poseer y defender un espacio geográfico determinado para subsistir.
Desafortunadamente, para muchos cristianos, y para no cristianos, este texto tiene como ya hemos dicho, otros significados. Para muchos, una lectura literal e irresponsable sería como una licencia, como una justificación venida de Dios para someter ilimitadamente la tierra, pero creemos que va más allá, la creación entera.
¿De dónde viene esta particular interpretación? Esta idea viene desde inicios de la era cristiana, y como veremos, se vasa en una visión antropocéntrica la Creación.
2. La Visión Antropocéntrica de la Creación
La visión antropocéntrica de la creación podríamos describirla de la siguiente manera: Dios creó el universo, la tierra y todo lo que hay en ella para el servicio del hombre. Decimos hombre, porque además esta visión de la Creación es patriarcal, está centrada en el ser humano masculino.
Es una visión instrumental de la creación, que al mismo tiempo la menosprecia, ¿Por qué? Porque no reconoce ningún valor intrínseco en la naturaleza sino es en función del hombre.
Posiblemente, esta visión no viene necesariamente de la tradición judía, sino más bien de los griegos y su dicotomía entre el cuerpo y el espíritu. Ya Platón hablaba de esa prisión que era el cuerpo, que lo limitaba y le impedía liberarse finalmente e ir hacia ese mundo donde habitaba la perfección y las ideas, un espacio inmaterial por completo, donde habitaban los espíritus, es decir las esencias tal y como son y no bajo su apariencia material.
Esta visión sin duda impregnó el pensamiento de su época y es evidente durante el desarrollo de toda la escolástica medieval, lo material se asocia con la carne y es además lo pecaminoso, lo que definitivamente nos somete y nos impide llegar a Dios, que es lo inmaterial, lo perfecto, lo bueno, lo espiritual.
Esta tención entre lo material y lo espiritual, se manifestará en todos los ámbitos. La naturaleza, temible, desconocida, indómita será siempre una amenaza, debe ser sometida y controlada, es además una naturaleza imperfecta, una naturaleza caída, por que cayó con el pecado original.
Esta visión instrumental, patriarcal y antropocéntrica sobre la Naturaleza, tendrá más adelante consecuencias enormes en el desarrollo posterior de la sociedad occidental.
Pero vale también hacer una salvedad y debemos indicar, que no se le puede culpar al cristianismo de esta visión utilitaria de la Naturaleza, pues en numerosas sociedades y civilizaciones a lo largo de la historia, también se les podría señalar esa actitud instrumental con respecto a esta, tanto así que existen hipótesis que suponen su auge y caída en relación a su actitud con la Naturaleza.
Sería injusto, decir que la visión antropocéntrica de la Creación y su actitud ante la Naturaleza es exclusiva de occidente y del cristianismo, porque entonces obviaríamos lo que ocurre en otros lugares y otras civilizaciones, por citar un ejemplo: China y su infame primer lugar como la nación que más contribuye al calentamiento global y la desertificación de su propio territorio.
3. Una Teología de la Vida y de la Creación
Si desplazamos el centro de atención de la visión antropocéntrica de la Creación, y dirigimos nuestro enfoque hacia una visión de esta en su totalidad, hacia la vida como posibilidad ¿podríamos sustentarla teológicamente? Pienso que sí, y esto no quiere decir que dicha sustentación sea necesariamente bíblica.
La Biblia, no es un contenedor de verdades inmutables, y tampoco es un manual de respuestas para todos los problemas de la humanidad donde podremos encontrar soluciones prácticas. La Biblia desconoce y poco puede decirnos sobre muchos de los problemas que vive la sociedad contemporánea, y también, no tiene nada que decirnos sobre el Calentamiento Global, el agotamiento de los recursos vitales como el agua, la pesca, etc.
Infortunadamente, en algunas comunidades cristianas, especialmente las más fundamentalistas, ven la crisis ecológica actual como un signo de los tiempos, una especie de constatación de las revelaciones escatológicas que afirman el fin de los tiempos, la segunda venida de Jesús y cuyo contenido no es más que una revelación. Igualmente infortunado resulta el vacío y el silencio que el resto de comunidades cristianas sobre la situación.
¿Por qué este silencio? Parece ser que el cristianismo está impregnado todavía de esa visión antropocéntrica de la Creación, de esa dualidad entre carne y espíritu.
Una teología de la vida, implica toda la Creación y la humanidad contenida en la Creación, no más arriba, ni en jerarquía pero sí en una situación especial y particular, corresponde a la humanidad la edificación del reino de Dios.
La realización del reino de Dios no ocurrirá en un futuro, si la fe es un proceso, entonces el reino de Dios está ocurriendo, y capa sobre capa, se realiza en lo concreto, en la vida cotidiana y en la relación de los seres humanos entre sí y con la creación; no es posible asumir una distinción entre la corporeidad y la espiritualidad porque toda nuestra experiencia y vivencia de la espiritualidad es solamente posible en el ahora en nuestra corporeidad. Al negar la Naturaleza en el plan de salvación de Dios, negamos una parte de nosotros mismos, y nuestra responsabilidad con respecto a la Creación.
Negar la Naturaleza, es negar el sustrato que hace sustentable la vida. Por eso, parece un imperativo cristiano contemporáneo incluir dentro del plan de salvación de Dios a toda su creación.
Conclusiones
Para el cristianismo presente, no es posible mantenerse al margen de la Creación y distinguirse de ella desechándola del plan de salvación. Igualmente, no es posible sostener aquella dualidad funesta entre la carne y el espíritu, cuando toda experiencia y aproximación a la realidad está traspasada en la conciencia de ambas.
Dios es también Dios de lo concreto y sensible, de la carne y las formas; lo concreto también es contenedor de la infinitud y de lo abstracto, que se recrea y se transforma en las parcelas del tiempo que transcurrimos y el espacio que somos capaces de abarcar. En los límites de lo cognoscible habita la hermosa sensación del misterio, una red intrincada de relaciones de todas las cosas por una voluntad creadora, que puede entretejerlas de maneras cuyas relaciones apenas son intuidas y no comprendidas totalmente.
Para el cristiano, resulta imperativa una nueva actitud para reafirmarse en la Creación, un fundamento ético basado en la vida como valor primario y abarcador que dialoga de manera responsable con los elementos.
Por más pasivos que creamos los componentes de la Creación con respecto a la acción humana, más reveses y desengaños comprobaremos de nuestro menosprecio por esta, que tarde o temprano nos rebasará correctivamente ante nuestra intervención; esto no quiere decir que la Naturaleza se desquita con nosotros, pero es imposible no considerar que responde como cualquier ser viviente a las amenazas y los estímulos del exterior y que se adapta.
Una de las advertencias que Hinkelhamer nos hace constantemente en su obra respecto a la actitud de la sociedad contemporánea respecto de sí misma y con la Naturaleza y que ilustra de manera singular con aquella imagen de quien está cortando la rama del árbol en que está sentado, tiene que ver también con su otra expresión más radical y vehemente: la del suicidio heroico de occidente. Que parece decirnos: O restauramos nuestra relación con la Naturaleza, la vida y con la Creación, o estamos en contradicción con el plan de salvación de Dios, con la vida y su Creación.
Germán Hernández.