Quiero compartir un brevísimo cuento del maestro Francisco Zúñiga Díaz (1931-1997) de su libro El Viento Viejo, editado en 1978 por la Editorial Costa Rica.
Anteriormente habíamos posteado aquí un pequeño ensayo sobre su poesía humorística, "Sonetos de Amor en Bicicleta", con el objetivo de recordar al maestro en su faceta humorísta y sobre todo en el género del cuento, el cual cultivó mayoritariamente, ponemos para hacer las delicias de todos el titulado "Tamuga" otro heterónimo de "Chico" y que muchos años después, daría lugar a otra saga de cuentos, todos humorísticos, sobre este misterioso y apócrifo personaje, sus andanzas y travesuras, que no maldad, no puede haber maldad en la cándida y hermosa picardía de nuestro héroe... Provecho!!!!!
TAMUGA
En el recreo o en clase -y más en clase- Tamuga era el problema.
En el recreo o en clase -y más en clase- Tamuga era el problema.
¿Qué una diablura?: Tamuga. Qué un alboroto?: Tamuga. ¿Qué un nuevo apodo?: Tamuga.
Y la fama de Tamuga -la de malo, que la de bueno no trasciende- se saltó las cercas de la escuela y circuló, con viento a favor, por todo el pueblo.
Y la fama de Tamuga -la de malo, que la de bueno no trasciende- se saltó las cercas de la escuela y circuló, con viento a favor, por todo el pueblo.
"...que no te juntes con Tamuga". "...Que me pegó Tamuga". "...Que es que Tamuga me quitó el cuaderno y escribió unas malacrianzas y la maestra, por eso, me dejó arrestado".
Y Tamuga por aquí y Tamuga por allá.
Doña Tomasa aumentó sus preocupaciones de madre, que eran como una gran colcha remendada con problemas, tendida en la extensión del estar lidiando todo el día con chiquillos. Y por las dudas le dijo a Josecito:
-Mire, mijito. Yo le recomiendo una cosa: por el amor de Dios, por lo que más quiera, no se junte con ese Tamuga.
Y Josecito se quedó cariacontecido. Muy temeroso ante la nueva prohibición, sumada al no moleste al gato, al no le tire piedras al palo de cas, al no se ensucie porque esa camisa se la tiene que poner mañana, no tuvo más remedio, por primera vez porque doña Tomasa no aceptaba réplicas, que salir en defensa de Tamuga.
Y Josecito se quedó cariacontecido. Muy temeroso ante la nueva prohibición, sumada al no moleste al gato, al no le tire piedras al palo de cas, al no se ensucie porque esa camisa se la tiene que poner mañana, no tuvo más remedio, por primera vez porque doña Tomasa no aceptaba réplicas, que salir en defensa de Tamuga.
Y lo dijo con temor y sorprendido:
-Pero mamá... Si Tamuga es mi hermano Carlos. Es que le dicen Tamuga en la escuela.
-Pero mamá... Si Tamuga es mi hermano Carlos. Es que le dicen Tamuga en la escuela.
Francisco Zúñiga Díaz