Caricaturas de Hugo Díaz |
Chico Zúñiga (Esparza 1928-1998, narrador, poeta, editor y promotor de talleres literarios) tenía el más delicioso humor que se refleja en su obra narrativa – La Encerrona de la Chupeta - y su obra poética – Sonetos de Amor en Bicicleta – los cuales bastarán como ejemplos.
Ese humor, también lo gozamos muchas veces los que tuvimos el privilegio de estar bajo su dirección en aquellos años del Café Cultural. Por aquel entonces en que sus “cuervos” leíamos de todo y experimentábamos con todo… caímos poco a poco en la seducción de la poesía mayor y las formas… (vale recordar a Cristian Marcelo y su portentosa musicalidad, quien nos recetaba sendos romances, décimas y sonetos cada martes y jueves) los que caímos en la tentación aunque con menos fortuna y habilidad, emprendimos las jocosas "polémicas", y ya no era solo de que si “me lees te leo” era también “si me escribís te escribo” y es que en son jocoso, y caricaturesco, en esos días mandábamos un soneto a Chico, satírico, burlón y al siguiente taller ya venía la respuesta, y luego a replicar hasta que al fin de tres o cuatro “va y viene”, nos rendíamos.
Y es que también en medio de aquella etapa del taller llena de comunión y aprendizaje, una de las grandes discusiones tenía que ver con la vigencia y el uso de las formas clásicas, en ese sentido el Soneto siempre fue protagonista. Chico, es bueno recordar, ya había editado una antología de Soneto Costarricense, y si existe algo así como la sonetología, pues Chico Zúñiga tiene que ser uno de sus doctores y autoridades en dicha materia.
Ahora platiquemos sobre T. Joroba, heterónimo de Chico, misterioso poeta que apareció en aquellos años de luchas, ideales y revoluciones, en el extinto periódico la Libertad, con ácidas sátiras poéticas de corte político…
Pero T. Joroba nunca dejó de jorobar… y años más tarde, recopilaba algunos de sus trabajos publicados en La Libertad y otros inéditos, recogidos en el breve y delicioso – Sonetos de Amor en Bicicleta - . Pero tenemos que confesar que no todo en él es sonetos, hay décimas, romances cuartetos, etc., eso sí, formalmente impecables, T. Joroba, igual que Chico Zúñiga, era rigurosísimo, en cuanto al ritmo, métrica y rima en sus trabajos; los que intentamos alguna vez sostener las polémicas con él, mientras leíamos en el Taller nuestros intentos de soneto, sufríamos su examen inmediato, y de oído, sin siquiera tener el texto impreso en sus manos, ya nos avisaba sobre que tal o cual verso le sobrara o le faltaban sílabas, etc. y en eso era infalible.
Otro aspecto a tener en cuenta sobre los Sonetos de Amor en Bicicleta, tiene que ver con las circunstancias, fue poesía escrita según la demanda de su tiempo, (la década de los setenta) según los eventos y los personajes de ese momento, y hoy quizás, para quienes no los vivieron, o bien para los que no recuerdan, como suele suceder en este país sin memoria, muchos de esos poemas sonarán un poco oscuros, por no conocer de los hechos que narra, y carecer de las claves para descifrarlos.
Y a pesar de ello, es un texto leíble y vigente en todo lugar y toda época por dos razones: la primera es el humor, el humor es intemporal, y la segunda es el amor, que también es intemporal, y si van juntos, pues la fórmula no podrá ser desconocida para nadie, en ningún lugar y en ninguna época.
Y es que el humor de T.Joroba es agrio, pero por ser de amor es dulce, un dulce amor sin mistificaciones ni artificios, el amor mundano, sin promesas y sin trascendencia, ese amor de los humanos.
Y el amor dulce de T. Joroba es un humor agrio y negro… en que las fórmulas eternas del símil y el doble sentido, nos hacen guiños como diciéndonos: - Ya sé que saben de que se trata, pero finjamos que no nos hemos dado cuenta… - .
Y este negro humor hace sonrojar a las señoras, reír a los irreverentes y obliga a los exégetas y filólogos al examen riguroso, y la disección…
Esa última tarea afortunadamente no nos corresponde, por lo que recomiendo yo, que leamos en vos alta a las muchachas pudorosas y a los viejillos recalcitrantes estos poemas de amor que no enamoran, pero que hacen sonreír a los enamorados, y los que recuerdan sus viejas andanzas de amor.
Pero como hemos dicho demasiado ya sobre ellos, pensamos que es hora que ellos digan lo demás, y por eso ponemos aquí una mínima muestra:
MUJER INN
Me subyuga tu aliento de cerveza
y el sabor a ginebra de tu boca.
Me sabes como a guaro de cabeza
a gin con gin o a vermouth y coca.
Una cantina de servida mesa
tu amor de vino mi pasión provoca:
¡Eres copa de ron y mi flaqueza,
mi embriaguez, mi mareo y mi soca!
Deja, mujer, que apure como un trago
de bendito licor, un dulce beso
que en tu copa de labios ya se asoma:
¡Te volveré a beber el otro pago!
Si fuiste cantinera de mi exceso,
hazme el favor, mujer, y sé mi goma.
En Mujer Inn, el juego es sencillo, desde la perspectiva del bebedor, o también, desde el punto de vista de la “cultura del guaro”, sin falsos moralismos, desde ese punto de vista, la mujer comparada con el licor… se ama a la mujer como se ama al licor, o el licor se ama como se ama a una mujer…, una mujer que finalmente, es la embriaguez, no puede renunciarse a ella, su demora, su ausencia, es la goma, la cruda, la resaca de unos besos que quizás no volverán…
CANIBALISMO
Tu forma me provoca las encías
hasta surtir mi boca de deseos,
el estómago brinca en aleteos
presintiendo jugosas ambrosías.
Mi cerebro se cierra a las teorías
de vegetarianos cotorreos;
sucumben en tenaces cosquilleos
penitencias, ayunos, naderías.
Morder tus carnes con furor deseo,
cual si un antropófago bullere
de pretéritos años abstinentes.
Mas no pongas, mujer, semblante feo,
morderte no podría aunque quisiere...
yo uso postizos y olvidé los dientes.
Y la cotidianidad y los lugares comunes en Canibalismo nos llevan a la vieja imagen del amado que en su furor y pasión grita a su amante: - te voy a comer – a besos, o lo que sea y la amante responde desde el lecho: - cómeme – y así, esta imagen relamida en toda tradición poética es llevada hasta la exageración, finalmente, el antropófago se dispone a literalmente realizar el acto devorador, ¿Pero qué le detiene?, esta vez, ha olvidado los postizos, volvamos la metáfora al revés, ¿Será que olvidó el profiláctico?, o para ponerlo en términos más contemporáneos, ¿La viagra?
AMOR DE FUEGO
Tu mirada de llama me calcina
y el calor de tu cuerpo me achicharra.
Si te abrazo transfórmome en socarra
si te beso sale chamusquina.
Eres fuente de nitroglicerina
que mi cuerpo conviertes en chatarra?
¿Soy un hombre - mujer - o una jarra
que en tus brazos de fuego se cocina?
Mas yo vengo dispuesto al asadero.
Sepúltame en tus hornos abrazantes
y comienza, mujer la cocedera,
que si surge un incendio, soy bombero.
Puedo aplacar el fuego en un instante,
si dejas que conecte la manguera.
En Amor de Fuego nuevamente se repite el juego de voltear las metáforas como en Canibalismo, y de jugar con el fuego/amor para convertirlo en imágenes, pero este amante es bombero, lo sabemos en el primer verso del segundo terceto, y ya estamos casi seguros de lo que viene… ¡Hay, y lo era!. Parece sonreír T. Joroba como diciendo: - ¿Vieron mal pensados? Era exactamente ese mal pensamiento…-.
Podrían surgir ahora objeciones, “estos sonetos no son de amor”, “y no son éticamente correctos”. Concedido, pero el autor de estos sonetos sí era éticamente correcto, y si decidió escarbar en nuestra basura, era para mostrarnos lo que nos gusta ocultar, y de qué manera: con bombos y platillos… con sonrisas y gracia.
Y es que quizás, a partir del humor empieza el proceso del autoconocimiento: riéndonos de nosotros mismos. Y mucho mejor: riéndonos de nosotros mismos comenzamos a examinarnos y criticarnos con más honestidad; este examen, puede llevarnos con sinceridad a la renovación y al autoconocimiento, como decía el "Ta-Hio" de Confucio (de quien era ancestro Chico Zúñiga, y por supuesto T. Joroba), Eso sí, sin dejar de sonreír.