Publicada originalmente con el título “Une confidence de Maigret” en 1959, este episodio de la saga del comisario, resulta en la mutua confidencia que se hacen el comisario y su amigo el Doctor Pardon. Cada quincena, una vez en la casa de los Maigret y a la siguiente en la de los Pardon, se reúnen ambos matrimonios para compartir sus veladas delante la cena. Estos encuentros se repiten por años, Pardon es personaje recurrente de infinidad de novelas de la serie, y se podría decir que el mejor amigo del comisario “Sentía un gran afecto por Pardon. Le consideraba un hombre, en la plena acepción que daba él a esta palabra”.
Es durante una de esas cenas en casa de los Pardon que comienza nuestra historia, los personajes están a punto de saborear el postre, un pastel de arroz, cuando una llamada los interrumpe, es para el doctor y este la atiende. Más tarde, terminada la cena, los dos hombres se acompañan en silencio hasta que Pardon exclama “¡Una noche más en la que desearía haber elegido otro oficio!” luego, explica la situación de la llamada que ha recibido, uno de sus pacientes está prácticamente desahuciado, y pese a todo se niega a ir al hospital, Pardon se siente frustrado, sus recursos y voluntad no dan para más respecto de su paciente agonizante y su mujer embarazada del sexto hijo.
Maigret, cuidadosamente, como queriendo ponerse en el lugar del otro, hace su propia confidencia “el caso no es completamente idéntico, sin duda… También yo he deseado algunas veces haber elegido otro oficio…” “el simple hecho de considerar a un hombre sospechoso, de citarle en la Dirección de Seguridad, de interrogar sobre él a su familia, a sus amigos, a su portera y a sus vecinos es capaz de hacer variar el resto de su vida… Tal individuo que tiene uno delante y que parece normal ¿ha sido capaz de matar? No se trata de decidir si es o no culpable, lo admito. Esto no es de la incumbencia de P. J. No por eso dejamos de estar obligados a preguntarnos si es posible que… ¡Y es juzgar, a pesar de todo! Eso me horroriza… de haber pensado en ello cuando ingresé en la policía, no estoy seguro de que…”
George Simenon |
Estas reflexiones del comisario, darán lugar al relato sobre el caso de Adrian Josset, el farmacéutico, cuya mujer aparece degollada en su casa, todas las sospechas caen sobre él, todas las circunstancias y motivaciones lo señalan, todos piensan que se casó por conveniencia, para ascender socialmente, por el dinero de su esposa, todo se agrava, tiene una amante, estuvo en la escena del crimen, por un momento intenta huir, pero comprende que es inútil, denuncia el homicidio y se entrega resignado, jura por su inocencia, Maigret que no lo juzga, finalmente tiene que entregarlo a la fiscalía, Josset es juzgado, y condenado, pero a Maigret lo persigue la duda, la cual solamente se aclarará parcialmente tiempo después, gracias a una carta y los rumores de un proxeneta, pero todo nuevo indicio carece de fundamento, quizás sí, quizás no, el caso Josset era ya cosa juzgada.
La trama del “inocente condenado” está magistralmente llevada a cabo en esta novela, la distancia emocional del policía sobre su presa como requisito metódico entra en crisis y con esto, George Simenon nos brinda uno de los testimonios más intensos sobre la humanidad del comisario.
Germán Hernández