25/3/19

La Dalia Negra – James Ellroy




Elizabeth Short nació en Hyde Park, Boston, Massachusetts, el 29 de julio de 1924 y fue brutalmente torturada y mutilada en Leimert Park, Los Ángeles, California, el 15 de enero de 1947, su caso se convirtió en todo un acontecimiento mediático, y fue apodada por los medios como la La Dalia negra inspirados en la película La Dalia azul. Su muerte jamás fue esclarecida.

Elizabeth Short - La Dalia negra


James Ellroy, el mas vigoroso heredero del harboiled y de los maestros Dashiell Hammett y Raymond Chandler, se inspira en hechos reales para escribir este clásico del género. Novela dura y sucia, donde todos y todas son víctimas y culpables, y donde apenas deja unas líneas para una incierta redención para Hielo, su protagonista.


James Ellroy

Ellroy no es un moralista que describe una lucha entre el bien y el mal, sino un hábil escritor que logra desentrañar el ángel y la bestia de sus personajes, su miserable sobrevivencia, ante una realidad que les es esquiva y deprimente, no importa si son los más olvidados y pobres o las mas encumbradas figuras de Hollywood, nadie quedará a salvo en la disección de Ellroy. Elizabeth Short, la Dalia negra, no es más que una chica facil y promiscua, los policías Lee Blanchard (Fuego) y Bucky Bleichert (Hielo), ambos exboxeadores, formarán una extraño triangulo junto con Katy Lake, donde todo va mal para el duro e ingenuo Bleichert, víctima a su vez de todas las mentiras, las de Lee, las de Katy, las de Madeleine, su amante, una chica rica y doble de la Dalia negra... no deja mucho margen el autor para mirar hacia el frente, salvo su noble sutileza de mostrar lo más humano de cada uno de sus personajes. Una obra maestra sin duda, de esas que te dejan hecho pedazos.

Aquí te lo dejo por si querés leerlo en formato epub: La Dalia negra – James Ellroy.

Germán Hernández


20/3/19

Indio, indígena y otras aclaraciones




1
Debo aclararme algunos puntos para ver si así logro explicarme mejor relativo al asunto de las naciones autóctonas o pueblos originarios. El tema es sensible, y tiene que ver con la identidad y la alteridad.

2
Yo me llamo Germán Hernández, soy costarricense por nacimiento, de padre nicaragüense y madre costarricense. Toda mi vida la he vivido dentro de lo que se conoce política y administrativamente como República de Costa Rica, específicamente en lo que se denomina Gran Área Metropolitana. Soy depositario de una lengua, de unos valores y visiones de mundo que me han servido para integrarme y pertenecer más o menos a un colectivo de personas. Pero dentro de los límites territoriales de esa República de Costa Rica, conviven de manera heterogénea diversidad de personas con subjetividades, identidades, valores y visiones de mundo. Esa convivencia está llena de puentes que les permiten comunicarse, y relacionarse, pero también está lleno de tensiones y contradicciones que pueden generar recelos y hasta confrontaciones.

3
Antes de que existiera la República de Costa Rica, ya había personas y naciones viviendo por siglos en el territorio que hoy ocupa. Estas naciones que todavía persisten y resisten, son poseedoras de lenguas, valores y visiones de mundo, incluso son portadoras de genotipos que las diferencian claramente entre sí. Un cabécar no es un bribri, un malecu no es gnobe, cada una de estas y otras naciones posee sus propias identidades y reconocen lo que tienen en común con los otros y también su alteridad.

4
Para quienes pertenecemos a la generalidad hegemónica, es decir, que somos portadores de la lengua, los valores y la visión de mundo dominante dentro del territorio que ocupa la República de Costa Rica, las otras naciones no existen como tales, para nombrarlas, sencillamente las llamamos  “indios”, la cual tiene una fuerte connotación racista, o bien, para suavizarlo, los denominamos “indígenas”, palabra muy cómoda para reducir a todas esas naciones de las que ignoramos todo, en un mismo saco.

5
Mi amigo y gran escritor Adriano Corrales me advierte sobre el significado de la palabra “indígena”, me escribe: “Indígena proviene del latín (inde: “de ese lugar”; gen (población, gente), por tanto es un habitante originario, autóctono; no tiene ninguna relación con la India. Por ende, en Costa Rica sí hay pueblos (poblaciones) indígenas. Indio, que seguramente se confunde, es (significa) sí, “de la India”. Lleva Adriano toda la razón, y por extensión, todos y todas somos indígenas de alguna parte. Lo curioso es que el uso de la palabra indígena se reserva para ciertos grupos, pero se excluye para otros. Veamos, nadie dice: “Soy un indígena de París”, o “soy un indígena de Paso Ancho”. No, existe un sesgo desde los grupos hegemónicos que reservamos la palabra indígena para los pueblos y naciones autóctonas y profundas, es un sesgo sutil, que ni define a las naciones originarias, y de las que nos autoexcluimos a conveniencia, pues inevitablemente, todos y todas somos indígenas de algún lugar.

6
Me han dicho “indio” muchas veces, seguramente mi constitución genotípica hace pensar a algunas personas que seguramente pertenezco a alguna nación autóctona. Recuerdo a una de mis profesoras de estudios generales en la UNA que me preguntó si yo pertenecía a alguna reserva indígena, yo no la contradije y ella se pasó todo el semestre repitiendo lo orgullosa que se sentía de tener un “indio” en sus clases. Recuerdo que otra vez a una señora, creo que inglesa por su acento, se me acercó en el aeropuerto y me preguntó que, si yo pertenecía a una tribu indígena, le dije que sí, y ella no se aguantó las ganas de sacarse un selfi conmigo a lo que accedí encantado. Recuerdo también que una amiga hondureña me decía que yo era igualito al guerrero Lempira que aparece en el billete un Lempira en Honduras, eso me halagó. Recuerdo que en mis veintes tuve una novia que adoraba y que me dijo que yo le gustaba porque parecía un “indio americano" refiriéndose a las naciones en lo que hoy entendemos como USA, aclaro que ese es el piropo más maravilloso que me han dicho, pues me cuesta imaginar que me parezco a esos guerreros ya míticos y exquisitos. En fin, mucha gente me ve como un “indio” o un “indígena”. Debo aclarar que no soy indio, y si soy indígena, lo soy de Paso Ancho, pero no pertenezco a ninguna de las naciones autóctonas, ignoro sus costumbres, subjetividades, visiones de mundo, ignoro sus lenguas, y sus religiones, con profundo respeto les admiro, pero no soy uno de ellos, tan solo soy un ladino, un mestizo, cuyos genes están irrigados con la sangre de muchas naciones.

Goyaalé


7
Mi buen amigo y escritor Randall Roque, apropósito del tema, me comparte un artículo de “Noticias del español” titulado “indio e indígena” donde se problematiza sobre el uso de la palabra indio, o indígena. Dejo el link para quien quiera leerlo completo: https://www.fundeu.es/noticia/indio-e-indigena-3224/?fbclid=IwAR3fu7_81n-AfZFj1pMtcJwzQjNMvAPyrApNEemBgeGmenGY4fHa3dOckOY
El asunto aquí es que quienes lo suscriben tratan de explicar que el término indio es inapropiado por sus estigmatizaciones, y tienen razón. Pero para nada se atreven a decir “racismo”, y sugieren la palabra “indígena” que igualmente está cargada de las mismas estigmatizaciones y racismo. Lo cierto es que es un artículo escrito por quienes ni son, ni se sienten ni “indios”, ni “indígenas” y que desde luego no son ni miembros de las naciones autóctonas, ni de los pueblos profundos de lo que hoy llamamos América. El artículo no hace más que resguardar la corrección lingüística, desde un único punto de vista: los no indígenas, los no indios, pero para nada se preocupa por la alteridad y el parecer de las naciones autóctonas a las cuales ni siquiera se les toma el parecer. Eso es un sesgo más: La opinión de quienes ni son ni se sienten “indios” ni “indígenas” pero sí autorizados para definir quienes sí lo son.

8
Mi buen amigo y uno de los mayores juristas costarricenses Roberto Zamora, me señala que indio, hindú e indígena son conceptos distintos, y claro que lo son, indio es el natural de una nación llamada India, hindú es el quién practica la religión hinduista y finalmente indígena es quien es nativo de un territorio, y como ya explicamos, todos y todas somos nativos de alguna parte.

9
Yo en lo particular me siento costarricense, y no quisiera que me confundan con un puertorriqueño, no porque exista nada de malo en ello, pero los puertorriqueños son una nación y yo pertenezco a otra, con la fortuna de que puertorriqueños y costarricenses comparten muchas cosas en común y eso nos permite comunicarnos, entendernos y hasta transculturarnos. Pero yo soy costarricense, no puertorriqueño, ni mexicano, ni argentino. Yo creo que un Bribri no es un Cabécar, que un Térraba no es un Gnobe, que cada una de estas naciones tiene su propia identidad y que la palabra “indígena” es incapaz de contenerlos y definirlos.

10
Voy terminando, indígenas somos todos y todas de alguna parte. El término es tan genérico y amplio, que no define nada. Que cuando me refiero a las naciones autóctonas, lo hago con humildad y respeto, ya ellos y ellas estaban aquí mucho antes de que algo llamado Costa Rica existiera, que sus luchas y resistencia las apoyo, y lamento lo que ladinos y mestizos como yo hacemos contra ellos, que siento vergüenza de las autoridades costarricense que son incapaces de resolver los históricos conflictos y afrentas contra los pueblos y naciones autóctonas, que no comprendemos su relación con la tierra, ni sus visiones del mundo, que no hablamos sus lenguas ni respetamos sus dioses, me avergüenza que existan quienes creen que deberían vivir y pensar y consumir como lo hacemos los ladinos, me avergüenzan todas las estigmatizaciones y prejuicios que sobre quienes son y sienten diferente sean evaluadas y juzgadas por nosotros sin comprender su alteridad, que son diferentes.
Un mundo hegemónico que solo sabe hablar de los valores del mercado, donde no hay lugar para la alteridad, anuncia su definitivo fracaso. Quisiera que llegara pronto.

Germán Hernández.