Ficción que sí tuvo lugar en el jardín
- Hola.
- Te quiero contar algo.
- Decime.
- Te dará curiosidad.
- Ya estoy oyéndote.
- Voy camino a mi estudio, el jardinero trabaja a toda máquina cortando hierbas, hay hojas por todas partes...
- Mmmm.
- Me llaman la atención tres o cuatro zanates, muy interesados observando lo que hacía un congénere tan feo y tan listo como ellos.
- ¿Y?
- Ya casi te cuento.
- O me contás ya o me voy.
- Es la segunda vez que sorprendo a uno de esas aves haciendo de las suyas. Un día fue en pleno vuelo. Todavía lo veo atenazando a un colibrí con el pico...
- Grrrrrrr
- Hoy vi, fascinado, el combate entre el pájaro y una serpiente.
- ¿En tu jardín?
- Sí. La serpiente tenía unos 25 ó 30 cm de largo. Estaba junto a una azalea. Era color pardo, no sé sin con algún tipo de dibujo borroso en el lomo. Tampoco supe si era venenosa.
- Uy.
- Se movía erguida, dispuesta a morder, con cierta cadencia, el pájaro saltaba a un lado y a otro, tal vez para despistarla.
- Nooo.
- De pronto saltó y le prensó la cabeza con el pico, alzó vuelo, dio un giro por el jardín mientras la serpiente sin fuerzas se le enroscaba en el cuello y voló hasta la cumbrera de la casa, a donde llegaron los otros zanates, seguro con envidia, aunque no se le acercaron mucho. Más no vi.
- Te quiero contar algo.
- Decime.
- Te dará curiosidad.
- Ya estoy oyéndote.
- Voy camino a mi estudio, el jardinero trabaja a toda máquina cortando hierbas, hay hojas por todas partes...
- Mmmm.
- Me llaman la atención tres o cuatro zanates, muy interesados observando lo que hacía un congénere tan feo y tan listo como ellos.
- ¿Y?
- Ya casi te cuento.
- O me contás ya o me voy.
- Es la segunda vez que sorprendo a uno de esas aves haciendo de las suyas. Un día fue en pleno vuelo. Todavía lo veo atenazando a un colibrí con el pico...
- Grrrrrrr
- Hoy vi, fascinado, el combate entre el pájaro y una serpiente.
- ¿En tu jardín?
- Sí. La serpiente tenía unos 25 ó 30 cm de largo. Estaba junto a una azalea. Era color pardo, no sé sin con algún tipo de dibujo borroso en el lomo. Tampoco supe si era venenosa.
- Uy.
- Se movía erguida, dispuesta a morder, con cierta cadencia, el pájaro saltaba a un lado y a otro, tal vez para despistarla.
- Nooo.
- De pronto saltó y le prensó la cabeza con el pico, alzó vuelo, dio un giro por el jardín mientras la serpiente sin fuerzas se le enroscaba en el cuello y voló hasta la cumbrera de la casa, a donde llegaron los otros zanates, seguro con envidia, aunque no se le acercaron mucho. Más no vi.
Rafael Ángel Herra |
Rafael Ángel Herra. Cuando era pequeño, un toro se metió en la casa de sus abuelos, pasó por la cocina, salió por la puerta del frente y aún hoy sigue huyendo de los perseguidores que querían llevarlo al matadero... Este recuerdo reaparece en Viaje al reino de los deseos.
Doctor en Filosofía (Maguncia), autor de una docena de libros de ficción, ensayo, poesía lírica, un radioteatro, excatedrático y por muchos años Director de la Revista de Filosofía de la UCR, profesor huésped en las Universidades de Bamberg y Giessen, Ex embajador en Alemania y en la Unesco, miembro de número de la Academia Costarricense de la Lengua.
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