16/3/12

Carlos Calero - Origami de Telarañas







Origami de telarañas

    
No sé si francesas, españolas, suizas o belgas, es lo menos que importa pero, definitivamente, no parecen latinas. Se ven felices. Lo que no me gusta es que están como posando para la foto, cosas de vanidad, pienso, o a lo mejor es el narciso que se pega al subconsciente y nos echa a perder la espontaneidad de los gestos, o hace que nademos con el ego en las aguas de la ficción por unos segundos. El asunto es que están de frente, como asediadas por diminutos hombres, o patos, o papagayos, y hasta podrían parecer dinosaurios hechos con papel blanco que ellas no han aprendido a elaborar, pues no tuvieron la decisión de arrancar algunas páginas de los libros desechados, y cuando digo desechados no es por el autor ni la temática, sino la polilla o el deterioro. Como indicó el fotógrafo, personalmente llevaría las figurillas de origami confeccionadas con papel de arroz, para ser fiel a la naturaleza y tradición de esta práctica cultural.

            A la derecha veo cuatro torres de libros pulcramente cerrados, y juro que ambas ni siquiera han tenido la mínima voluntad de imaginar que los leerían; son empleadas de la biblioteca, su oficio es a lo sumo leer reseñas de solapas, aprenderse autores y precios de etiquetas, o manejar por modas las temáticas más buscadas, edades de los lectores, uso práctico académico y otras vainas. Pero vieras como tengo el deseo de estar junto a ellas, son monumentales. La que está en primer plano tiene proporción y posaderas como para Hollywood, mira con la barbilla inclinada y reflexiva lo que la hace más insinuante y apetecible, y su pantalón blanco trasluce la pantorrilla europea; la otra ríe como gata en celo, y parece que espera el zarpazo, pero hay algo que la hace ingenua, y hasta diría torpe, pues no sabe mercadear su belleza de amazona.

            Y resulta que ninguna ha sido madre, son empedernidas solteras, a lo sumo acarician a los niños cuando llegan a leer, o practicar los juegos infantiles en las giras escolares del sector urbano. En sus conversaciones hay ausencia de acoger el tema de la relación con un masculino, o comprometer su vida que le calculo anda por los veinticinco años. Y si buscás en sus escritorios hay pastillas contra la neuralgia, cartuchos labiales, perfumes, toallas desechables para limpiarse la crema de la cara, una llave de automóvil oxidada del Fiat modelo 96, la carterita con billetes de moneda, las tarjetas de crédito casi vencidas y, sin duda, fotos de familia. Ah, y oí este detalle, ambas tuvieron una breve discusión por una fotografía que todavía cargaba en la cartera la del primer plano, pues se trataba del novio con quien tuvo su primigenio lance sexual a los 16 años, en una tienda de ropa, en los suburbios de Madrid. Ella tuvo que explicar a la amazona que si tenía algún valor sería el fetichismo, y que a decir verdad no estaba tan mal el tipo con rasgos caucásicos y porte de boxeador aficionado; y cierto que lo era, lo cual fue razón para que lo dejara por influencia de su familia quienes le aconsejaron que no convenía ese tipo de hombre, ya que podría ser un potencial agresor en lo futuro.

            Quedaron viendo las figurillas de papel dispersas sobre la base con mosaicos de Arabia, y les parecía gracioso que el fotógrafo haya dispuesto el paisaje que ilustraría una revista de educación capitalina, con lectores relacionados, sobre todo, con la docencia española. Claro, ya recuerdo, esa semana se celebraba el día del libro y el tema era Miguel de Cervantes Saavedra. Cuando ambas se acomodaban al plano escénico, el fotógrafo con cierta malicia les comentó que las encontraba bellas y felices. Ambas asintieron viéndose de reojo, y le correspondieron con que reconocían era todo un profesional con el uso de la cámara. El les había hecho una pequeña introducción sobre el origami, indicándoles que este había surgido en Japón y que en el español podríamos encontrar la palabra como papiroflexia o cocotología, y que uno de los precursores en la península ibérica de esta práctica de genio, arte, planos y papel había sido el intelectual, poeta, filósofo y novelista don Miguel de Unamuno. Además, que la cultura oriental considera que aporta calma, mucha paciencia y bastante constancia en lo que se emprende, y que el pensamiento lógico matemático y  también la computación ha venido aprovechándolo; por otra parte, que es todo un arte sumamente creativo. La amazona le comentó que en la biblioteca había algunos ejemplares sobre este tema, cuyos autores correspondían a un tal Fijimoto y Eric Gjerde.

            Después de las fotos la biblioteca se llenó de visitantes durante horas y horas, tanto de la comunidad como de las escuelas. La tarde su puso cálida y el reloj casi marcaba las 5 p.m.

            Ambas fueron separándose de los anaqueles. Los vieron con cierto desgano y cansancio, suponían que ya el tiempo por hoy había finalizado y con algo de plenitud suspiraron para darse a entender que habían cumplido para recibir este fin de mes un salario. La amazona tomó la iniciativa de rutina, pues la del primer plano siempre lo esperaba. Costumbres, costumbres que en este caso no eran malas por la naturaleza de su relación. Le agarró la mano y se la besó con fruición, casi mordiéndola para sugerir apetito sensorial y afectivo; después metió la otra mano entre la tela y la pelvis hurgando con cierta lascivia. Ya el responsable de la biblioteca, desde que fueron contratadas, sabía que ambas  manejaban una relación de pareja.

            La del primer plano hizo la observación a la amazona de que algo sintió diferente en el tacto, en esta ocasión. Y la interrogó que si sucedía algo. La amazona la quedó viendo tratando de sujetarse al pensamiento racional de la del primer plano, y susurró que no podría explicárselo por temor a que la juzgara mal. Creo que ni te enteraste que, en cierto momento, durante la visita de los niños a la biblioteca,  uno de ellos andaba un poco distante de los otros. A esto no le encuentro ni pies ni cabeza, pero acaba de sucederme. La del primer plano clavó la mirada en la otra y esperó. La cosa es que ese niño sacó de una bolsa de tela unas figuras de origami, supongo que serían unas seis…, ¿y sabés lo que me dijo? Papá y mamá, todas las noches, hacemos vampiros con papel de telarañas. Retorné a mirarlo y vi, claro que lo vi, ambos ojos se le pusieron de un rojo vivo como la sangre fresca de la carne y me sonrió con los dientecillos afilados. Pero lo más deschavetado de todo esto es que a lo inmediato pregunté a la maestra que cómo se llamaba el niño que hacía unos instantes había pedido permiso para ir al baño, y que andaba con una bolsa de tela negra. Ella me aseguró que no lo conocía y con ellos no había llegado. Mirá, yo creo que a ese baño no vuelvo a entrar ni que me lleven a empujones. Y, antes de salir, puso la tapa de madera al basurero donde en el fondo chillaban sedientos los vampiros de origami, hechos con papel de telarañas.

  

Carlos Calero. Nace en  1953, Monimbó, Masaya, Nicaragua. Ha publicado El humano oficio, en el año 2000, en Nicaragua, por el Centro Nicaragüense de Escritores. La costumbre del  reflejo, Ediciones Andrómeda, San José Costa Rica, 2006. Paradojas de la mandíbula, Ediciones Andrómeda, San José Costa Rica, 2007. Arquitecturas de la sospecha, Ediciones Andrómeda, 2008, San José Costa Rica. Reside en Costa Rica desde 1988. Es profesor de Gramática y Literatura en un centro de Secundaria y docente de Comunicación en la Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Llorente y Lafuente.
           
Sus poemas han sido publicados  en Antología de Poesía Nicaragüense prologada por Ernesto Cardenal, Antología de Poesía Joven de Nicaragua; revistas de Costa Rica; también ha publicado en suplementos literarios de Nicaragua y otros países. También ha publicado relatos y ensayos de reflexión.

Aquí puede descargar en formato pdf:  Origami de Telarañas

Síga las publicaciones y comentarios de la Convocatoria Permanente de Narrativa en Facebook

_________________________

¿Desea mejorar la calidad literaria de su obra?

Más información aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu signo