Lector Empedernido de Luis Furió |
Parábola del escritor necio
Cada noche hasta el amanecer, el
escritor llenaba páginas y páginas, emocionado contemplaba su trabajo, era lo
más cercano a un sueño realizado, lo más
próximo a un dios.
Pero algo sucedía con sus
escritos, al cabo de unos días se volvían indiferentes, espantosamente
desfigurados, todo cuanto había puesto en ellos había desaparecido, no podía reconocerlos
en lo que ahora decían, en lo que se habían convertido.
Aún así, no dejaban de
multiplicarse, de aparecer en lenguas que no había imaginado y en manos de
quienes nunca pensó, y cuanto más vigorosos
se movían por el mundo, más rebeldes y extraños eran para él.
Buscó al culpable, nada fue más fácil,
pues éste dejaba sus huellas en todo lo que escribía, cambiaba el sentido de
todo lo que él fijaba en el papel, despeinaba las páginas irreverente, encontraba
soluciones que él nunca había sugerido y las esparcía por todas partes, su
marca era tan insistente que lo había sustituido a él casi por completo.
Cuando lo encontró, fue a
confrontarlo.
-¿Quién crees
que eres para decir en mis libros cosas que no he dicho?
El otro no salía de su asombro, ahí estaba el escritor
que había inventado, casi reverenciándolo respondió:
-Un lector.
Germán Hernández
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