Nos llena de gusto en El Signo Roto, compartir con todos y todas una pequeña selección de textos de "Las lunas del Ramadán y otras alegorías de Randall Roque".
"Las Lunas del Ramadán y otras Alegorías" fue publicado por Ediciones 77 en su serie Enjambre en el 2011. Compuesto por poemas, aforismos, cuentos cortos finamente hilvanados. Puede comprarlo en la librería de la Universidad de Costa Rica en San Pedro o con la distribuidora Alejandría.
Los otros, los ajenos, los del frente
Algunas ocasiones, pero sólo en
algunas, suelen pensar que la despedida es siempre un retorno comprendido.
Señalan los espacios que otros han clausurado, encienden las luces que creyeron
perdidas y se acercan al destino con el miedo de no merecerle. En esos
momentos, amenazan el futuro, le condenan al exilio desde el presente, si es
que acaso se puede imaginar semejante exilio; inverosímil para cualquiera.
Todos tienen sus oscuras razones para tener certeza de la duda y no temerle a
nada más que a sí mismos. Cierran las ventanas, no dejan pasar ni al aire,
clausuran la vida y regresan al sitio donde se reconocen seguros, donde la
derrota no existe, porque es preferible el dolor conocido que saben combatir y
no lo indefendible en todas sus formas. Otras veces, las menos, construyen
altares propios, repiten lo que deben ser como una letanía que no comprenden,
pero repiten incesantes. Entonces algunos consiguen el afecto, el amor
condicional, aquel que perdura mientras aún sean lo que fueron y no se atrevan
a ser otros. Crisálidas eternas. Pero esto podría aterrar al mundo si lo
supiera. Los Otros nacen, como péndulos del tiempo que todos miran con odio,
porque les recuerda la muerte cercana, la vida no vivida. Nacen como la piedra
en el zapato, como la polilla en el libro consumido, justo en la hoja donde
debían estar las últimas palabras. Y alguna que otra ocasión, nacen también los
Ajenos, artistas intérpretes, simples, sin academia ni título que les avale y
no son menos escritores, escultores, pintores que los Otros, porque requieren
la misma alma para comprender. El primero con el don de narrar la vida, el
segundo, con el don de interpretar lo narrado. Esta simbiosis no es casualidad,
sino causalidad. Cada uno en su sitio; existe. Cuando se unen es una nova que
pasa iluminando el universo. Entonces es importante, aunque esto casi nunca
sucede, que esos pocos Ajenos en ese momento comprendan que no deben juzgarse a
sí mismo por no ser lo que esperan los del Frente, que siempre maquilan una
manera de echarles a perder la fiesta y a veces los Ajenos no comprenden su
importancia y caen en el juego macabro de las noticias de esta sociedad. Se
juzgan y también juzgan a los Otros por no ser lo que esperaban que fueran. Ese
es el mundo real, el que les alimenta con la pasión por todos incomprendida,
por todos comentada. La perfección es un error tan desmedido, mientras el amor
es odio, pasión, locura, razón, certeza, duda, todo lo que conmueve en un
instante y luego se marcha, para cuando quieran recuperarle, porque siempre
está ahí, cercano, en sus diferentes formas colgando de los árboles como un
fruto prohibido. Esa es la diferencia más sustancial, los Otros aman porque sí.
No necesitan recetas ni plebiscitos; aman porque les da la gana amar y a nadie
dan cuentas. Por eso su mal es como una lepra de la que los del Frentes huyen y
crean vacunaciones masivas en las clínicas y escuelas. Dan cátedra de cómo
prevenirle y huir sin misericordia de este mal contagioso. Crean internet con la
tecla delete para el amor y para el odio siempre el enter. No es de extrañarse
entonces que los Ajenos amen porque sí, pero dudan, a veces dudan sin remedio,
entonces su amar no es plenitud, les amordaza con temores, con miedos
irreconciliables con lo que deberían ser en la ciudad de los del Frente y
buscan nuevas vidas, se llenan de moralidad indiscriminada, juzgan a todos
menos a sí mismos. Interpretan de maneras inefables el mundo, aun cuando la
vida tenga una sola lectura y pueden en muchos casos, convertirse solamente en
un miembro más de los del Frente. Los Ajenos requieren de los Otros para
entender su soledad, el egoísmo del mundo y viceversa, pero los del Frente les
odian y los Ajenos se odian, porque están en medio de todo y de nada. Sólo
esperan que mueran los Otros, que mueran todos. Uno a uno para ser libres y
ganar un miembro más de los Ajenos en sus casas de paleta y césped sintético.
Temo aceptarle, pero la mayoría de veces lo logran. Los del Frente son más, los
Ajenos quién sabe, a veces quieren ser y los Otros se emocionan, pero se dan
cuenta que todo era mentira, una falsa ilusión y salen de nuevo a las calles
para colgar pinturas, poemas, esculturas sobre las ramas de lo árboles. Buscan,
siempre buscan. Así, poco a poco, los del Frente les van matando de soledad,
mientras los Ajenos pierden el tiempo discutiendo, donde nada les
pertenece.
IV
Creo en el desahucio de los
ferrocarriles del destino En las moscas que hacen hemisferio y orbita en los
basureros En los vagabundos que se embriagan sin razones En el ardid de la
paloma o en la paz rudimentaria del zanate En las cucarachas de los
restaurantes y en el vómito aún caliente en las aceras En el olor nauseabundo
de las cunetas En el aroma a contrabando de la calle de la amargura En la cornisa de la desesperanza donde se
lanzan los suicidas En los drogadictos y asaltantes como dobles residentes del
olvido Creo ciegamente en el universo que ondea en las caderas de una mujer
santa lo mismo que en las de una prostituta
En el ajenjo de las rameras que hacen duelo en la zona roja o en el
parque En su mirada de alcoholemia
enfurecida En la hortaliza de sus senos En la turbulenta enredadera de su
lengua En su soledad amontonada en un sillón En cualquier cosa pedestre que me
palpe sin luz En la lluvia ácida que arruina a las orquídeas y asesina a la
oropéndola En la fragilidad de los
perros que ladran y se mueren de golpe Creo en todo lo que existe sin ser aún
nada. Mi existencia abarca desde el amor profundo hasta la retorcida saciedad
de lo vulgarmente humano
V
Sé reconocer cuando pierdo, por
eso evito perder Elijo cada palabra y si alguien me hace la vida cuadritos Le
invito a jugar ajedrez Me enfrento a todo menos a mí mismo, porque sé, que
irremediablemente perdería Un espejo contra otro, siempre da infinito
De cómo la mosca y el simio obtuvieron el conocimiento para comprender que las orbitaciones de la razón y la realidad ayudan a alcanzar la sabiduría que se antepone a la realidad, aunque el conocimiento de la mosca no baste para que esta sobre comprender cómo los simios no logran comprender nada acerca de las moscas
El Simio observó a la mosca que
vomitaba al Simio para digerirle como un buen comensal. Esto lo hacía mientras
pensaba que una rana podría salvarlo a él de tales fines vitalicios, sin saber
que el Simio, postrado sobre la vereda con rigor mortis, había observado a otro
Simio siendo devorado por las moscas en la misma vereda, lo cual podría sugerir
que, el Simio fallecido y el Simio observante, eran el mismo. Lo aparente, es
que la mosca, devoradora de heces y simios, era la mosca prófuga del deseo de
la rana. Esta es la razón por la cual los simios no comprenden nada de las
moscas y también la razón por la cual las ranas sólo existen en la imaginación
de los simios o viceversa.
Los Dinosaurios no bailan tango
Los dinosaurios no bailan tango,
no por una razón paleontológica, sino por un motivo meramente onomástico. El
día que el argentino, Eduardo Olivero, caminó horas y horas en la isla James
Ross, en medio de la nada que acontecía en el extremo norte de la
Península Antártica. Cuando aquel camino inescrutable le parecía
lleno de olvido y de miseria congelada en su boca, en sus pies mojados, en el
hambre contenida. En un instante, imperceptible para el tiempo mismo, miles de
años se doblegaron. Olivero se inclinó, casi quedando de rodillas. Limpió con
cuidado de relojero el fragmento de roca expuesto ante su mirada. El diente de
una mandíbula se adhería con fuerza de millones de años contra la roca. Por un
segundo, el alma le abandonó el cuerpo, los ojos se explayaron con el asombro
del niño que mira, por vez primera, el mundo. Pero aquel hallazgo no era un
encuentro cualquiera. No fue sólo el Anquilosaurio de la
Península Antártica. Ese día, en que Eduardo Olivero creía
descubrir el mundo. Los dinosaurios comprendieron algo más importante. Que
ellos, a pesar de estar muertos, tenían el poder de dar nombre a las personas.
1, 2, 3 Rayuela
Ayer los dinosaurios salieron a
las calles con pancartas y lazos enormes sujetados para pedir igualdad social.
Claramente se entendía, no eran cooperativistas. En la esquina del frente
estaban reunidos, jugando rayuela, tres dinosaurios enfadados por tal
escándalo. Era obvio que no eran sindicalistas. Entre el tumulto y el escándalo
hubo garrote parejo, hocicos rotos, periodistas vapuleados, arrestos a la orden
del día y lagrimones por el gas pimienta difundido en las calles. La cerita
amontonada fuera del tablero ante un juego evidentemente perdido.
Randall Roque 1977. Poeta
y escritor costarricense, nacido en la provincia de Cartago. Ha publicado “Cuando
las luciérnagas hablan” (cuento) 1998; “Itinerario de los amantes” (Poesía)
2003 y en disco compacto “Estrellas
de Madera, 2007” que incluye DVD con
una postura del autor en contra del terrorismo y las invasiones de Estados
Unidos de Norteamérica en Irak.
Algunas de sus
obras han sido traducidas a lenguas autóctonas costarricenses como Bribrí,
Maleku, entre otros, así como al idioma Italiano. Ha sido incluido en diversas
antologías en Italia entre las que podemos mencionar “Il gesto della Memoria, 2005” y ”Frontiere,
2007” de Ibiskos Editrice. Ganador de varios premios y reconocimientos en
Costa Rica tales como el otorgado en 1998
por la Universidad Florencio del Castillo (UCA) por sus aportes a la cultura, el
Primer Lugar en la Categoría de Poesía en el concurso ‘Letra Joven de Costa
Rica, 1998, con el poema “Vino entre Vino”, Primer Lugar de Poesía en el Certamen Brunca de la Universidad Nacional
(Costa Rica, 2004) con el poema “En mi llanto tu canción”. Asimismo, obtuvo
en el 2007 el Primer Lugar en el
“Concurso de Poesía Castello di Duino”, Trieste Italia, 2007.
Para el 2009
publica su poemario titulado “Amores
Domésticos”, el cual incluye lo que el autor concibe como “fotopoemas”
donde innova con una visión plástica de la poesía, encallando, mediante la
fotografía, esa cosmovisión del poeta en el instante en que nace el verso o
viceversa, brindando una apreciación personalísima más allá del concepto de
ilustración fotográfica, siendo por esa razón, según manifiesta el autor mismo,
“innecesaria la asociación visual entre texto e imagen, pero indispensable, la
intimidad del autor con su poesía a través de la fotografía como metáfora que
se crea desde el verso o viceversa”.
En el 2011
publica su libro “Las Lunas del Ramadán
y otras alegorías”.
Ha publicado
artículos de índole social para periódicos como La Extra, La República y La
Nación.
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