J.M. Coetzee |
John Maxwell Coetzee, nació en
Sudáfrica en 1940, su vida ha sido itinerante e inquieta, por lo que ha sido un
largo recorrido por el mundo sajón, desde Estados Unidos, Inglaterra, hasta
Australia, donde adoptó su residencia y nacionalidad. Polifacético, también ha
sido y es traductor, programador informático, lingüista, crítico literario, académico,
narrador, y por supuesto, en este último campo, premio Nobel de literatura en
el 2003 a la tierna edad de 63 años.
Con todo, su obra se inserta en
la realidad del complejo mundo del Apartheid, y en el caso de las dos novelas
que reseñamos aquí, cabe decir que su obra es mayormente alegórica, sus
personajes representan más el entrañable espíritu de su grupo, de su etnia, que
así mismos. Particularmente en In the Heart of the Country (1977) mal traducido
su título en español como “En medio de ninguna parte” y en Age of Iron (1990)
“La edad del hierro” dos novelas publicadas con 13 años de distancia entre sí,
pero que comparten varias cosas, sus protagonistas y narradoras son mujeres
blancas, la narración transcurre en primera persona, la primera escribe una
especie de diario, la segunda una larga carta a su hija, así que ambas novelas
pretenden discurrir desde una visión de mujer. En la Edad del hierro, la señora
Curren está muriendo de cáncer, y escribe una larga carta a su hija que ha
migrado hacia Estados Unidos, inútilmente, pues no tiene certeza de que sus
notas lleguen a ella, pues ha confiado como mensajero de su misiva al señor
Vercueil, un indigente alcohólico que recién ha encontrado junto a su casa y
que se inmiscuirá desapegado y distante en su vida. Por otro lado, En medio de
ninguna parte, Magda en su diario, se refiere a su mortificante vacío
existencial, a su falta de propósito en todo hasta que hace la prueba con el
medroso Hendrick. Asfixiantes ambos textos, tediosos, la confesionalidad de
ambos nos amarga, bien entendidos, estos son los méritos de ambos; dadas las
circunstancias en que se desarrollan y la coyuntura de su Sudáfrica fracturada
en el momento en que se escriben, la lectura se vuelve complicada hoy, es poco
lo que se puede rescatar de ambas desde un punto de vista testimonial, por lo
tanto, lo que queda es el sustrato humano.
En medio de ninguna parte,
somnífera hasta la segunda parte, se expone a Magda su protagonista desde su
virginidad, su infertilidad, y su incapacidad para dar o recibir afecto hasta
el total aislamiento del mundo, y la incomunicación. Habrá que tender una
licencia al autor, pues Magda se expresa más como un Doctor en Filología y
Filosofía que como la campesina ignorante que pretende ser.
En paralelo, la señora Curren
está muriendo, al menos su relato es más creíble, ella sí es Catedrática en
Filosofía, pero igual coincide con “En medio de ninguna parte” en su incapacidad
de comunicación, de transformar su entorno, el abandono está presente, como en
la imagen de la conejera en que los animales murieron de hambre y descuido,
análoga también con la de los corderos que murieron de igual forma en la otra
novela. Será que estas mujeres solas, moribundas e infértiles representan la
Sudáfrica blanca del Aparheit, incapaz de construir una nación, de parir un
mundo nuevo, en fin, una interpretación fácil y clisé, poca cosa que decir,
para unos personajes que por su derrumbamiento tampoco logran la empatía y el
apego de este lector.
Germán Hernández.
Descarga aquí "En medio de ninguna parte" en formato epub.
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