29/4/17

Consejos a un joven poeta - El ninguneo




Querido poeta, (lo digo en sentido amplio, no importa si eres narrador, dramaturgo, poeta o ensayista) dedico a vos estos consejos para que no te pase lo que a un amigo, que no vale la pena mentar aquí, tal vez algo de provecho encuentres en ellos.

Si después de tantos años, de tantas páginas leídas y escritas que nadie te pidió que leyeras o escribieras; después de tantos recitales y aplausos amables; después de cosechar un puñado de libros que se pudren en las bodegas de las editoriales te preguntas: ¿Pero, qué ha pasado? ¿Por qué no he visto reseñas de mi obra en las páginas web y en las revistas especializadas? ¿Por qué mi último libro no apareció citado en la lista de lo mejor del año? ¿Por qué no me han pedido una entrevista para la sección de cultura de alguna revista? ¿Por qué no he ganado ningún premio nacional? ¿Por qué se lo dieron a aquel o aquella? ¿Por qué nunca me han invitado a una feria internacional del libro? ¿Por qué invitaron a aquel o aquella?

Si después de tantos años, todavía quieres cambiar al mundo y suspiras por los mismos autores y te reúnes con los mismos poetas para chismorrear con amargura contra los otros que sí sonríen en las portadas, reportajes, y entregas de premios.

Si después de tantos años, cuando te despides de tus compinches, ya en la soledad sientes todavía que nadie ha comprendido realmente la hondura de tu obra, que esta no pertenece a este tiempo y menos a un lugar tan mezquino empezando por su gente que no lee, por el raquítico medio literario lleno de pavorreales, y la mediocridad de los confabuladores que según vos no hacen más que boicotearte y basurearte.

Si después de tantos años, casi en el ostracismo sientes que todo ha sido culpa de la falta de apoyo, promoción y patrocinio del Estado (como si los contribuyentes tuvieran la obligación de mantenerte), de la empresa privada, de la academia, del Dalai Lama, de la Virgen de los Ángeles o quien sea...

Si has sentido la mayoría de estas cosas o todas ellas de manera constante, entonces estás bajo los efectos del “ninguneo”. El ninguneo es en realidad una “ilusión”, una especie de espejismo como el que padecen los esquizofrénicos pero al revés, en lugar de multitudes, imaginas vacío.

Nadie te “ningunea”.

Desde tu primer verso no eras nadie, para eso tienes que llegar a ser alguien primero.

Pero descuida, estos sentimientos que experimentas no son exclusivos de los y las poetas, al contrario, son tan vulgares y humanos, nadie escapa al deseo de prestigio y reconocimiento. Incluso aquellos escritores que sí sonríen en las portadas, reportajes, y entregas de premios, también lo experimentan, las pequeñas o grandes alegrías de publicar nunca son suficientes y desatan la codicia, la adicción de más prestigio, de más reconocimiento.

Somos vanos, qué se le va hacer. Por eso nadie escapa en algún momento a ese sentimiento, y nada hacemos diciendo que: “yo escribo por amor al arte” pues suena a consuelo de tontos, igual que suena tonto cuando alguien que ha recibido alguna atención y prestigio lo dice.

Mi concejo es que te concentres en lo que haces y ya. La intangible gloria que esperas es accidental la mayor de las veces, coyuntural casi siempre, y extraliteraria. Mejor empéñate en ser mejor que vos mismo, y luego vemos qué pasa.


Germán Hernández


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