Continuamos con la cuarta parte de nuestro análisis de la vida y obra de Alexánder Obando, anteriormente nos referimos a la gestación de el Más Violento Paraíso, comenzamos en esta entrega con el análisis de esta obra.
Una consagración a Baco de Lawrence Alma-Tedema. |
6 . En la Casa de Dionisos
Según la
decisión de este Santo Oficio y de acuerdo con el fallo cardenalicio y de
nuestra sagrada comunidad, excomulgamos, expulsamos y execramos y maldecimos a
Alexánder Obando, autor de “El más violento paraíso”. Ante nuestros sagrados
libros, con los seiscientos trece mandamientos que están escritos en ellos, lo
excomulgamos. ¡Maldito sea de día y maldito sea de noche! ¡Maldito sea al
acostarse y maldito sea al levantarse! ¡Maldito sea al salir de su casa y
maldito sea al regreso! Que nadie tenga trato con él; ni nadie le haga favor
alguno; que nadie lea ni la más pequeña jota de su violento paraíso, antes
ardan en el infierno sus hojas secas, porque son las inmundas flores del
sodomita. Dado en la ciudad del Vaticano, el 18 de diciembre del año del
jubileo. Y aparecen a continuación las firmas de los 7 cardenales miembros
propietarios de la comisión.
La Verdad sobre Sor María Romero y sobre El Más Violento Paraíso
Kasandra, 18 de diciembre de 2000, año del Jubileo.
6.1. Cuestiones preliminares
Todo
texto admite múltiples interpretaciones y lecturas, eso sí nos advierte Eco, “no refrendan cualquier interpretación
arbitraria, sino que quedan restringidas a las que marcan el contexto cultural,
la ideología o el movimiento literario al que pertenecen”. Según esto, el
exégeta lector, tiene que leer en sintonía con el texto y su contexto. Pero es
un “deber ser” y si así fuera en la realidad, cualquier obra literaria no sería
más que fijeza y petrificación, no podríamos hacer con ella otra cosa que
arqueología, como están mudas para la posteridad que las examina, sólo hablan
para el pasado que no existe, se pretende entonces, que este primer nivel de
interpretación, que podemos definir como literal, histórico, filológico, no va
más lejos, se refiere simplemente al texto en su contexto y nada más.
Pero
algunos proponen, en la interpretación y lectura de un texto literario una
segunda capa, que es más o menos opuesta y complementaria a la interpretación
literal, si yo pudiera o bien alguien pudiera decir algo que se aproxime, que
sea inequívocamente exacto respecto a digamos “El Quijote de la Mancha” tendría
que sacrificar mi experiencia y mi subjetividad, es decir, mi propia lectura,
en otras palabras, “lo que el texto me dice”, pero según Eco, el texto fuera de
su contexto cultural, su ideología y su movimiento literario no puede ser
interpretado, o mejor dicho, no puede decir nada, en la primera capa propuesta
por Eco, se limita a:
Lo
que el autor dice
Lo
que el texto dice
Entonces
no serían pertinentes otras lecturas e interpretaciones como:
Lo
que el texto me dice
Lo
que el texto dijo a otros
Lo
que en otros tiempos el texto ha dicho
Lo
que en otros tiempos el texto dejó de decir
Lo
que el texto ya no dice
Lo
que el texto dirá
¿Tiene
algo que decir el Quijote a los hombres y mujeres del siglo XXI?, En realidad
nada, la distancia temporal, cultural y lingüística entre el siglo XVI y el hoy
es tan grande, que ni Cervantes podía concebirnos, y ya nosotros apenas podemos
imaginar y simular su tiempo. Y pese a ello, el Quijote sigue siendo una obra
elocuente, traspasamos su sentido literal y avanzamos por su sentido
metafórico, ¿Qué significaron para los hombres y mujeres del siglo XVI cuando el
viejo caballero andante en el capítulo XLIV, descubre en su soledad sus medias
rotas y descosidas? Lo ignoro, se especula al respecto, pero sí puedo hablar
con propiedad sobre lo que significa para mí. A lo largo de los siglos, el
Quijote ha tenido múltiples sentidos.
Ese
sentido “supraliteral” que va más lejos de lo que el texto dice en su contexto
superando las circunstancias locales y limitadas en que fue escrito
originalmente, y por lo que éste sigue hablando, y permite su vitalidad, es
posible por el compromiso creativo y cómplice del lector, de cualquier lugar y
cualquier tiempo; se puede fijar al texto, pero no se puede fijar ni congelar
su capacidad dialógica. Es lo que podemos llamar eiségesis. La eiségesis también
tiene sus límites, queda encerrada también entre los muros de su tiempo, su
espacio y principalmente de su lector. Pero aún así, es la que vitaliza al
texto.
Finalmente, la eiségesis sería imposible sin la exégesis, habría libros oscuros e inabordables para el lector que no tenga en cuenta el contexto de la obra. En suma, la hermenéutica de cualquier texto no culmina con la exégesis de éste, se completa con la eiségesis. Ambos sentidos, literal y supraliteral son complementarios.
6.2. ¿El Más Violento Paraíso una novela
posmoderna?
Portada de la primera edición de "El Más Violento Paraíso" |
Espero
que las precisiones anteriores tengan sentido más adelante, pasamos ahora
directamente al análisis de la obra de Alexánder Obando y El más violento
paraíso, primero refiriéndonos a lo que otros han dicho sobre esta obra, obra
que abre el corpus literario de este autor y que nos gustaría llamar (preliminarmente)
a la totalidad de esta: “La casa de Dionisos”. La razón principal para este
título es, que ciertamente, la casa cósmica de Dionisos es el universo y la
historia del tiempo, que también incluye nuestro mundo y nuestra historia; en
ese sentido, la obra de Obando explora nuestra historia y nuestro mundo desde
la perspectiva e intervención del dios. En segundo lugar, nos referiremos a
nuestro propio intento de leer e interpretar esta obra.
Todo
comenzó un 18 de diciembre del año 2000, en el Instituto México, una noche
encantadora en que amigos, parientes y curiosos vimos salir a la luz la
primera novela de Alexánder Obando. Desde entonces, entre el asombro y el
desconcierto; EMVP, se ha convertido en una novela de referencia y contrapunto
para la nueva narrativa en Costa Rica, y posiblemente en la región, como lo
afirma el escritor y literato guatemalteco Francisco Méndez “esta novela se inserta como digna
representante de una novelística de primer nivel y como una novela que está
siendo una especie de parte aguas en la literatura costarricense contemporánea.
[….] consideramos que la novela puede
estar perfectamente en un canon centroamericano”[1].
Por
este motivo, ha sido objeto de toda clase juicios, recelos, halagos y críticas,
pero afortunadamente no de la indiferencia.
Se
le ha considerado como una novela posmoderna, pero cabe preguntarse, ¿Es
realmente EMVP una novela posmoderna? ¿En qué consistiría eso? Y aquí es donde
debo disentir respecto de esa afirmación por dos razones, la primera es que no
existe homogeneidad ni acuerdo sobre qué es una narrativa posmoderna, de hecho
existen numerosas divergencias conceptuales. La segunda razón es complementaria
de la primera, y es que finalmente hemos llegado al exceso de llamar
posmodernidad a prácticamente todo, sin precisar nada.
Afirma
Shirley Montero “La Narrativa posmoderna,
entendida como una nueva forma discursiva y no como un mero período histórico,
trasciende. A través de formas diversas. Este discurso cuestiona las verdades
absolutizadas por la narrativa de la modernidad”.[2]
Atenidos
a esa definición, el problema es que no existe una forma discursiva en la nada,
o al margen de un período histórico, por lo que la afirmación no tiene sentido;
en segundo lugar, si lo que caracteriza a esa narrativa posmoderna es su
cuestionamiento de la modernidad, tampoco eso tiene algo de nuevo; la crítica
de la modernidad y la experimentación de nuevas formas discursivas, han estado
presentes a todo lo largo de dicho
período.
Es
arriesgado, y a veces más cuando está impregnado de sentimientos de novedad y
entusiasmo referirse de buenas a primeras a lo posmoderno, Francisco Méndez
para explicarlo en el caso de la obra de Alexánder Obando cita a Brunner que
dice “Es pertenecer a un mundo que se aleja
rápidamente de cualquier territorio conocido…
es contribuir a deconstruir, deshacer, todo lo que queda o reta del viejo
mundo… es hacerse cargo de las consecuencias de esa radical inversión de la
racionalidad de Occidente… el clima de la posmodernidad es de un generalizado
vaciamiento del sentido (meaning)”[3].
Pero
por otra parte, George García, refiriéndose a Zizek dice: ”El arte posmoderno – al igual que su arquitectura- intenta romper con
las distinciones, establecidas por el modernismo, entre el arte culto y la
cultura popular. Así, según Zizek, para el arte posmodernista la interpretación
es tan importante como para el modernista, pero el posmodernista intenta
mostrarse familiar, comprensible por cualquiera, y solo el análisis atento de
sus obras de arte revela las influencias de importantes teóricos contemporáneos
(Lacan, Foucault, Derrida) sobre él. Menciona, como ejemplos películas como Blade runner, Terciopelo azul
y Teminator”.[4]
Ante
dos posiciones tan opuestas y divergentes sobre la posmodernidad, preferimos no
abordar el asunto por esta dirección. En palabras de Hinkelhammer “la modernidad no es un pensamiento, sino
una época histórica. Una época histórica no comienza con su formulación en el
pensamiento, sino culmina en ella”[5].
Muy opuesto con lo que ocurre con la posmodernidad, igualmente Hinkelhammer
dice: “la posmodernidad es modernidad in
extremis.”[6]
Puedo
comprender la postmodernidad como crítica de la modernidad, y que igual se
puede manifestar en la filosofía y el arte, pero no como periodo histórico y
sus derivados.
Siguiendo
la crítica de Hinkelhammer, cuando Lyotard examina los relatos de legitimación
de la modernidad, ni siquiera considera el conjunto de los pensamientos de
Locke, Hume, y Smith, a partir de los cuales se entroniza la modernidad y el
capitalismo, como tal la modernidad está en crisis, pero no en una crisis de
pensamiento, ni de la estructura interna del capitalismo, es una crisis de la
sustentabilidad a largo plazo de la vida en la tierra.
Todos
los movimientos sociales y culturales que han surgido en los últimos años como
respuesta, crítica y disidencia ante la crisis desatada por la modernidad, no
son nuevos, en realidad, son por las mismas transformaciones de las relaciones
de capital y de las comunicaciones, más visibles.
Más
adelante, veremos que lo que ha provocado el calificativo de “posmoderno” en
EMVP, tiene que ver con su estructura y con la posibilidad de construir la
trama de una novela en ausencia de un argumento, cosa que tampoco es nueva.
6.3. ¿El Más Violento Paraíso,
literatura gay?
Pero
decir que EMVP, es posmoderno, es un mal menor, una insignificancia, cuando se
le ha querido encajonar, etiquetar y disecar llamándola “literatura gay”. En su
ensayo-novela “La gran novela perdida”, Carlos Cortés afirma sobre EMVP: “La
más violenta irrupción de la literatura gay en la vertiente de la narrativa
experimental. Un carnaval de los excesos para escoger”.[7]
Dicha
afirmación es problemática y superficial, porque por las mismas razones y según
el énfasis que haga un lector u otro, EMVP también podría ser considerada una
novela de "ciencia ficción". Pero en ningún caso, literatura gay o ciencia
ficción definen esta novela. Por su complejidad, por su desbordante erudición[8],
por la diversidad de estilos, narradores, tiempos y escenarios, por su frondosidad estética, no podríamos
reducir a EMVP, a “un tipo de literatura” y en consecuencia dirigida a “un tipo
de lector”.
Ese es el problema de las etiquetas literarias, limitan la riqueza significativa de un
texto, y resultan perniciosas y hasta mal intencionadas cuando no vienen de la
voluntad explícita del autor.
Germán Hernández
[1] Méndez,
Francisco. El más violento paraíso: del hipertexto a Minotauro Lector.
Abrapalabra No38 2005. Guatemala.
[2]
Montero Rodríguez, Shirley. La fragmentación espacio-temporal y el discurso
carnavalesco en la novela El más violento paraíso de Alexánder Obando. Kañina.
35. 2011.
[3]
Méndez, Francisco. El más violento paraíso: del hipertexto a Minotauro Lector.
Abrapalabra No38 2005. Guatemala.
[4]
García, George. La posmodernidad y sus modernidades: una introducción.
Cuadernos de Historia de la Cultura 19. Costa Rica. 2006
[5]
Hinkelhammer, Franz. El Sujeto y la ley, el retorno del sujeto reprimido. EUNA.
2005. Costa Rica.
[6]
Idem.
[7]
Cortés, Carlos. La gran novela perdida. Perro Azul. 2007. Costa Rica.
[8] “Debemos
reconocer el riguroso conocimiento de la mitología griega, la historia, la
sociedad, las culturas occidentales y orientales, su filosofía y visiones de
mundo. Esto ofrece una obra rigurosamente testimoniada,
documentada, y muy rica en información temática antes descrita”. Víquez
Guzmán, Benedicto. En http://heredia-costarica.zonalibre.org/archives/2009/09/alexander-obando-bolanos.html
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