El Beso de la Serpiente (Detalle) |
La terapia
¿Usted sueña?
por supuesto que sueño - si hasta las mesas sueñan, y la madera
y las casas y los árboles. – “no hay nada que no provenga del sueño intranquilo
de una partícula elemental”, me dijo alguna vez un profesor enamorado
¿Usted sueña?
sueño todos los días y todas las noches, sueño con la
sicóloga, con su rostro de loca cuando me cuenta sus sueños, con su mirada
infantil cuando espera una interpretación que la libere, no como Freud, que
para Freud está ella, sino como José de Cannán, el de la tierra prometida que
no dio frutos por siete largos años. Siete años lleva ella tratando de quitarse
el tatuaje impuesto en su iglesia, su profesión y el anuncio colgado en la sala
de espera, con la promesa de curar drogadictos, homosexuales e infieles.
sí, hablamos de mí, de mis padres, y por qué pagan la
terapia, pero en los últimos minutos me pide que yo le interprete sus sueños.
Yo, entonces, comienzo a hablar de numerología, del número cuatro, del color
blanco, del orden, de la rigidez, de la represión, de todo lo que podría estar
atrás de aquello que su inconsciente ve, le hablo de lo que dice la internet y
de mi libro de sicología para dummies, pero no, ella quiere un profeta, un
astrólogo, un vidente
y mientras me cuenta sus sueños, algo la humedece y
cruza las piernas, y empiezo a imaginar
cómo sabrá la humedad de sus sueños, esos sueños que la componen y a la vez la
descomponen, si tendrán sabores y olores,
significados que se escapan de mi boca, de mi lengua
por eso después de la terapia, paso al mercado a
comprar fruta fresca y se la doy a mi novio. Lo beso largo e intenso, y trato de adivinar si la sicóloga sabrá a
naranja, o a fresa, o a guayaba o mejor: a dulce de leche. Y mientras estoy con Miguel y disfruto de su sexo penetrando mi cuerpo,
pienso en ella,
y vuelvo a su clínica deseándola, esperando penetrar
sus sueños, deseando desordenar cualquier partícula que no me incluya. Sé que
un día se acercará a mí y me pedirá que la bese, que le prediga con mi cuerpo un futuro
conmigo y sin María, María la de los besos furtivos, esos besos que guarda en
un rincón de su alma, lejos de la culpa y del
tatuaje del anuncio. Haremos el amor, y será maravilloso, ella pensando
en su Maria y yo en Miguel, mi novio. Y cuando acabemos, le diré que el cuatro
éramos nosotros, y que este cuatro será la abundancia - las vacas gordas - no
le hablaré de la leche por supuesto, ni del río que correrá entre sus piernas,
ni que entonces sabré a qué sabe, cual fruta adereza el sabor de la ausencia.
Ella me mirará confundida. Me citará para la semana siguiente. Me dirá, que
tiene mucho que pensar.
a Miguel le extrañará que lo ame sin llevarle más
frutas y a mí que ella no me llame para preguntar por qué nunca volví. Entonces vendrá lo terrible.
Entonces, seguramente, dejaremos de soñar.
Tania Hernández. Guatemala. Reside en Frankfur, Alemania. Ha
publicado el libro de relatos Love
veintediez (2011) Visite su blog: Cuentiemos.
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