Esta novela se despliega en dos registros fundamentales: uno
que es panorámico y podríamos asociar a la pintura impresionista del s. XIX, o
bien otra íntima y oscura con fuertes sobretonos hiperrealistas. Así
"Apología de los parques" va pintando un mundo josefino harto
conocido por todos nosotros, pero rara vez visto con tanta lucidez interior. Es
el San José que sabemos pero nunca exploramos; el de los rincones sucios, los
hogares convertidos en vitrinas del tedio, y los sitios de trabajo anodinos y
silenciosos. Es pues, el lugar donde las almas se trenzan como una grave
marejada de agonía que, pese a su movimiento constante, no avanza hacia ningún
lado. Germán Hernández vuelve con esta su segunda entrega narrativa a las
obsesiones que marcaron su libro de cuentos: la soledad, el consumismo, la
demencia, la miseria extrema, la violencia y la pulsión de muerte como un
"zeitgeist" evidentemente colectivo, pues no hay esperanza donde
nunca la hubo antes.
Alexánder Obando
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