Los combustibles que hoy se utilizan en nuestro
país como la gasolina y el diésel se emplean especialmente para el transporte.
La percepción de las personas es que son muy caros, y es verdad, lo son, y esto
se debe a muchas razones:
Primero, Costa Rica no tiene ni produce petróleo,
dependemos totalmente de las importaciones que el país realiza a los países
productores. Actualmente los precios son relativamente bajos, pero subirán y no
tenemos ningún control sobre los precios.
Segundo, pagamos muchos impuestos por los
combustibles que utilizamos, casi la mitad de lo que pagamos por los
combustibles son impuestos.
Tercero, las gasolineras, empresas privadas que
venden los combustibles, se dejan el 9,32% de ganancia.
Cuarto, en los precios de los combustibles también se
transfieren obviamente los costos administrativos y operativos de Recope, estos
representan más o menos 7,5 % de lo que pagamos.
¿Sabías que casi el 60% de los gases de efecto
invernadero responsables del calentamiento global que emitimos son por los
combustibles fósiles que usamos en el transporte de personas y mercancías?
Reducir ese porcentaje es y debe ser una prioridad.
Por eso, yo pienso que los combustibles deberían
ser carísimos, y que deberíamos grabar con mucho más impuestos su consumo,
tanto para desestimular y racionalizar su uso, como como para subsidiar la
construcción y operación de medios de transporte alternativo y que usen fuentes
renovables y limpias de energía. Me refiero al ferrocarril y al metro
eléctricos.
La reducción en el uso de combustibles fósiles
significaría una reducción en nuestra huella de carbono, una reducción de
vehículos en las carreteras, menos carros significa menos presas y menos presas
significa alargar la vida útil de las carreteras, y carreteras menos
deterioradas significa ahorro en su mantenimiento y ello significaría más
recursos para otras necesidades, pues nuestros escasos recursos ya no se emplearían para importar fuentes sucias de energía que no producimos.
Movernos mediante un transporte público como el
metro y el ferrocarril eléctricos de manera segura, rápida, confortable y
mediante fuentes de energía limpias y renovables mejoraría
nuestra calidad de vida. ¿Qué hace falta para hacer
eso realidad?
Germán Hernández´
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