Yo nada sé ni entiendo de fútbol.
Pero sí sé de la alegría de celebrar un gol, de cuando un jugador con picardía
y espontaneidad se sale del guion y nos hace soñar con una travesura contra
algún gigante invencible. El fútbol es a veces la única alegría de los que
sobreviven cotidiananamente atados a sus rutinas, la única posibilidad de trascendencia,
no por nada los espectadores creen que sus consignas, camisetas e inflamados
ánimos también juegan en la cancha. Por eso duele tanto la derrota para los que
tienen tan pocas victorias.
El viernes 22 de junio, en un
juego que según expertos, y jugadores fue perfecto y lo dieron todo, acabó
definitivamente el sueño de la afición de repetir aquellas victorias de Brasil
2014; siendo realistas, es poco probable que alguna vez se vuelvan a repetir. Lo
que extraña es la conformidad de esa selección de futbol que resumía todos los
anhelos de un país ingenua y cándidamente futbolero.
Celso Borges, quien quizás sea el
más carismático jugador costarricense de todos los tiempos le reprocha a la
afición que esperaba todo de él: “que opine la gente lo que quiera”, ¿de
verdad? ¿realmente no te importa?, les duele perder, a quién no, pero en la
Sele están satisfechos, ellos seguirán adelante, lo dieron todo según sus
palabras, pero nunca los escuché pedirle perdón a una afición que lo espera
todo, nunca los escuché decir que un resultado menor al de Brasil 2014 (por
iluso que suene) era inaceptable, qué pronto tocaron techo estos muchachos, que
poco compromiso tienen con una afición que los adora, parece que les basta con
los buenos contratos e ingresos en Europa con los que la gran mayoría no
podemos ni soñar, que adicionalmente reciben jugosos patrocinios y contratos
publicitarios para vendernos refrescos, pantallas, pollo frito, llantas y planes
prepago. Esos jugadores han recibido mucho de un pueblo que los idolatra y que
hoy recibe tan poco de ellos, ese pueblo tiene derecho a sentirse derrotado,
inconforme, molesto y mucho más ante la conformidad de esa selección y su
cuerpo técnico, su actitud es una pérdida de decencia, de decoro y de honor.
Hace diez años, en medio de la
más dolorosa fractura y polarización social, los señores Kevin Casas entonces segundo
vicepresidente de la república y su compinche el diputado liberacionista
Fernando Sánchez suscribieron el finado “Memorándum del miedo” una cínica
estrategia de miedo, chantaje a la población y descrédito a sus adversarios, la
cual fue implementada íntegramente y la cual llevó al pírrico triunfo de las
desproporcionadamente mejor financiadas y logísticamente mejor preparadas
fuerzas del “Sí al TLC” contra las del “No”. Ambos muchachos se indignaron
mucho por la falta de respeto a su correspondencia privada (el Memorándum fue jaqueado
de sus cuentas de correo, pero tampoco eran tan privadas, el Memorando llevaba
membrete del gobierno de la república) en todo caso nunca pidieron perdón. Y ni
falta que hacía, uno renunció a su vicepresidencia y se fue a dar clases a una
prestigiosa universidad norteamericana, y siguió siendo colaborador ocasional
de la Nación y de CNN, y como recompensa hoy estrecha la mano del presidente
Carlos Alvarado que lo ha juramentado para que sirva a la Patria como ciudadano
notable para la “Reforma del Estado” (El mismo día en que la Sele de fútbol sale
conforme y satisfecha de su eliminación al mundial). Vale agregar que el ex diputado
Sánchez, recibió como recompensa por el Memorando irse para el Vaticano como
diplomático durante la administración de Chinchilla y parte de la de Solís
(Hasta un libro de memorias escribió de esa hermosa experiencia) y regresó al
país para ser hoy el flamante Rector de la Universidad Católica. Esas cosas
duelen, hay gente honorable que ha dado toda su vida por causas superiores sin
recibir nada a cambio.
Pero lo que realmente indigna de
todo esto, es que Carlos Alvarado se olvidó muy pronto del millón trescientas
mil personas que lo hicieron jefe del Poder Ejecutivo, del mandato que el
electorado le trasladó y de lo pronto que lanzó a la basura su plan de gobierno
para abrazar las componendas de Piza y el equipo económico que le impusieron
con sus recetas fondomonetaristas fracasadas hace más de treinta años; indigna
más la comisión de “notables” que nombra ahora y que juramenta como lo
hizo con la sele de fútbol como si de ellos dependiera ahora el cargo que
ostenta. ¿Dónde están los grupos de mujeres, de colectivos LGBTI, de
ambientalistas, de sindicatos, de campesinos, de las juventudes y personas de
buena fe que ayudaron ponerlo a la cabeza del ejecutivo?, ¿tan rápido los
desechó?, nunca he entendido el desprecio de la dirigencia del PAC por los sectores
sociales.
Al inicio de la gestión de Carlos
Alvarado he sido ácido y duramente escéptico, muy en el fondo anhelaba
equivocarme en mis críticas, pero ahora que todo está claro, el señor
presidente ha perdido todo mi respeto, evidentemente lo mangonean fuerzas
políticas que lo han cooptado, no vale ni como escritor (aunque sus mediocres
novelas se agotaran en la Librería Internacional que tanto desprecia la
literatura criolla).
¿Dónde estabas Carlos hace diez
años? Muchos estábamos dando la lucha por un modelo de sociedad, por la
dignidad, por la patria, aunque no sirviera de nada. Pero el presidente hoy sos vos,
y nos has traicionado y nos has dado una bofetada mientras estrechabas la mano de
un personaje indigno y siniestro de la historia nacional a quien haces tú
asesor y aliado. Su actitud don Carlos es una pérdida de decencia, de decoro
y de honor.
Germán Hernández.
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