A
finales de diciembre del año pasado, tuvimos el gusto de recibir vía postal un
ejemplar (de los que se rescataron) del primer libro publicado por la narradora guatemalteca Tania Hernández. Se
trata del cuentario “Love Veintediez” en una bellísima impresión de
Sintecomates Ediciones con las virtuosas ilustraciones de Ovidio Cartagena y
prólogo de Aida Toledo.
Este
primer libro de Tania Hernández, revela
a una narradora que se apropia del relato breve y su técnica con soltura;
que es capaz de edificar textos desde el reverso del dolor, y propone desde éste,
la voz de unos personajes que por una vez rompen la estoica inmovilidad y el silencio
heroico. Ese silencio que imponen los mandatados sociales a mujeres, niños y
hombres y que por una vez, en cada narración de Tania Hernández, estas voces
despojadas de sus propias prisiones, la autoinmolación y la purificación, muestran
de qué manera la violencia ha vaciado sus vidas, y que si fueran capaces de
manifestarlo, solo devolverían el terror que les habita.
Ovido Cartagena |
Ovidio Cartagena |
Por
esa razón es que en este libro de Tania Hernández encontramos piezas impecables, donde lo referencial y el lenguaje
es manejado con soltura y pertinencia, textos como “Xwan” que trasmite una
ternura y nostalgia más allá de cualquier acuerdo de paz, que habla desde todos
los muertos y la persistente impunidad en nuestros países. “Amenaza Sonora”,
“El retorno del Jedi” que hacen patente
que no hay forma de aliviar el dolor, que no hay cura para las heridas, que ni
la perpetración de la más exquisita venganza restituirá el equilibrio y el
sentido, la sonrisa, la vida, que quizás y como lo manifiesta “Ana María no
tiene corazón” donde el giro narrativo no viene desde la anécdota, sino desde
el “narrador” recuerda que a pesar de las salidas racionales, hay un dolor que
las supera. Por eso el dolor embrutece, enajena, así lo demuestran textos como
la “Tatuana o la llorona, a saber” y “Tacuacín sin cola”. En algunos casos, los
personajes intentarán su liberación, como en “Historias de Ángeles” y “Ex
Culpa”, “Love Veintediez” otros
personajes mediante la evasión se inventarán lugares simbólicos donde habitar,
para hacer posible la existencia ante
una realidad aplastante como en “Cara de Caballo”, “Cinéfilo”, “Fantasía
Urbana”, “Quisiera decirte” y “Rienda suelta a mi deseo”. Al final, se percibe
una coralidad y un sentido de conjunto en tantas voces restauradas por la
autora.
Ovidio Cartagena |
A
pesar de la cautividad geográfica que experimenta la literatura
centroamericana, es una dicha, tener la buena fortuna (aunque sea a cuenta
gotas) de poder leer la nueva narrativa que se está escribiendo en nuestros
países, donde la distribución y la promoción editorial son tan limitadas y
locales. Tener la oportunidad de leer este primer libro de Tania Hernández, es
una confirmación del sentimiento de una generación asqueada de los discursos
oficiales, la autocompasión y la eufemística, reafirma que en el caso de
Guatemala, esta generación de jóvenes narradores y narradoras, surge madura y
desgarrada, pero no indiferente, que no surge de los “seudo discursos” de la
“posmodernidad”, pues se afirma en eso que Franz Hinkelhammer reconoce como
“modernidad en extremis” y certeramente en el caso de “Love Veintediez” nos
señala, que no es la “utopía” lo que ha muerto, si no vidas concretas y
singulares, quizá nosotros mismos.
Germán Hernández.
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