Este año, los premios nacionales
en poesía, cuento y novela nos han traído más alegrías que sinsabores. Alegrías
porque hay autores y obras que francamente su anuncio me ha causado una feliz
sorpresa. Sinsabores, pues sigue esa condescendencia del año pasado de premiar
en combo.
A mi modo de ver, esto deprecia
el valor de los premios, ¡y siempre!, es posible acudir a diversidad de
criterios para declarar un ganador o ganadora en lugar de salomónicas paridades.
(Recuerden que en el relato bíblico la acción de Salomón forzó a una resolución
y no al desmembramiento de un niño).
Ya va siendo momento para promover en la
normativa de los premios nacionales (si es que antes no se los “vuelan” con el
famoso proyecto de ley) que estos no puedan
declararse desiertos como irremediablemente ocurrió en los lamentables 2008 y 2009 y, por
otro lado que los premios sean indivisibles
para que no siga ocurriendo lo de 2010 y este año.
En todo caso los premios fueron:
Novela: A Warren
Ulloa “por su obra Bajo la lluvia Dios no existe, al
emplear un lenguaje crudo y directo para la crítica de realidades silenciadas,
también por su fluidez narrativa y el acercamiento al público lector juvenil” y
Alfonso Chacón “por su obra El Luto de la Libélula,
debido al ingreso del discurso tecnológico y los temas referidos a las
multinacionales y a la tecnocracia al espacio literario. También por su manejo
de los recursos estilísticos y el empleo del género policíaco”
No hemos leído aún la novela de
Alfonso Chacón, pero vale destacar que el premio a Warren Ulloa tiene dos
fortalezas a destacar: 1. Es un premio para una generación de narradores que
hasta ahora se le ha negado el reconocimiento que merece en los premios nacionales y 2. La novela de
Warren ha sido ampliamente debatida en diversidad de foros, ha tenido amplia
distribución editorial, y ha sido ampliamente leída, tiene un público, y todo
eso sumado a su calidad testimonial y literaria, la hacen una obra relevante y
por ello digna del premio nacional de novela, y no como ha ocurrido más de una
vez, que obras que ni han llegado a los estantes de las librerías y menos al
público lector han sido “ganadoras”. Muy bien por el premio a Warren Ulloa.
Cuento: Se otorga de
manera compartida. A Faustino Desinach “por la obra Balada
Clandestina y su beligerancia en el retrato de la realidad
costarricense desde una perspectiva actual y vigente, el dominio de síntesis
dentro del género del Realismo Sucio y la crítica de lo urbano”. A Virgilio
Mora “por su obra Puta Vida, considerando la relación con las
tendencias de la narrativa confesional moderna, la fluidez en el relato y el
manejo de la ironía, así como la hibridez del género narrativo como síntesis de
la trayectoria literaria de Mora”.
No puedo hablar en concreto de
ninguna de las dos obras, en vista de que no las he leído. Pero sí quisiera
comentar, que en años recientes, la EUNED en su colección vieja y nueva
narrativa ha venido reeditando la obra de Virgilio Mora, cosa que nos parece
estupenda, siendo Mora un narrador excepcional dentro de su generación, y que sostenidamente
se siente la vigencia y el peso de obra y estilo en la nueva narrativa y en los
lectores, pero a la larga, y sin demérito del trabajo de Virgilio Mora, el
premio pudo haberse otorgado a un solo ganador, en este caso a Desinach.
Dos confesiones: 1) no me siento
muy cómodo con la redacción del fallo del jurado al canonizar eso de “género del Realismo
Sucio”. 2) guardaba el anhelo de que este año el premio en cuento se inclinara
a “En Contra de los Aviones” de Juan Murillo. Pero no viene al caso aquí
referirme a mis favoritos.
Poesía: Se otorga de
manera compartida. A Juan Carlos Olivas por la obra Bitácora
de los hechos consumados, “por la unidad estructural del mismo, el manejo de
intertextos y el empleo de imágenes líricas”. A Alfredo Trejos por
su obra Cine en los Sótanos, “por la innovación formal y temática, la interdiscursividad
mediante el diálogo con el cine y la presencia de las estrategias de la
antipoesía”.
Qué gran año para el poeta Juan
Carlos Olivas, el premio UNA Palabra y ahora el premio nacional con su “Bitácora de los hechos consumados”, un
gran reconocimiento además para esa horneada de jóvenes poetas turrialbeños
donde también destaco a los primos Merayo. Y ni qué decir del premio a Alfredo
Trejos, a quien desde hace mucho tiempo se le debía este reconocimiento por ser
el poeta más querido y admirado en el medio literario nacional y con la obra poética
que más ha calado fuera de nuestro país, hablar de Trejos y su poesía fuera de
Costa Rica es recurrente, y su estilo y personalidad son identificables e inconfundibles.
Creo que el jurado le hubiera hecho mayor justicia a Trejos inclinándose por este. Que no se diga
por esto que estoy dejando de lado al magnífico amigo y poeta Olivas, su obra
está en auge, y su cosecha según compruebo, es abundante, lo visto hasta ahora es
como se suele decir “la punta del iceberg” de una obra en curso y que ya no es
una promesa.
En definitiva, seis buenos
escritores nacionales, seis obras dignas y competentes; un jurado que
como ya dijimos no debió condescender y sí, hacer de “tripas corazón” porque es verdad de Perogrullo que su
tarea es ingrata, y que su tarea no es quedar bien con todos ni conmigo, y que
en esta ocasión al menos, me dio la grata ventaja de decir de algunos de los
premiados: “¡Sí, yo iba por este!”.
Germán Hernández.
Estoy de acuerdo con tu apreciación. Saludos.
ResponderEliminarGracias Geovanny. Siempre es un gusto tenerte por aquí....
ResponderEliminarSaludos!
Pues felicitaciones a los ganadores y qué sigan las letras...
ResponderEliminarUn abrazote!
Ophir
Salud por eso Ophir!!!!!
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